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CRITICA
Por: PACO CASADO
En 1971 Daniel Mann dirigió la película 'La revolución de las ratas', interpretada por Bruce Davison, Elsa Lanchester y Ernest Borgnine, que se basaba en la novela de Stephen Gilbert, El diario de un hombre rata, de la que él mismo hizo el guion con el seudónimo de Gilbert A. Ralston.
Un año más tarde se hizo una secuela 'Ben' (nombre de la rata mala), dirigida por Phil Karlson, que no se estrenó en España.
'Willard' (2003) es un remake de aquel film de serie B pero interesante, que sigue con bastante fidelidad al original si exceptuamos algunas escenas y el carácter más apocado del protagonista, que no sabe relacionarse con la sociedad, influenciado por una madre posesiva, el recuerdo de su difunto padre y un despótico jefe que se ha adueñado del trabajo heredado de su progenitor.
Cathryn, la nueva secretaria, será la única con la que se relaciona.
La cinta se interesa más por la evolución del carácter del personaje protagonista.
Willard encuentra refugio en sus amigas las ratas que tiene en el sótano de su impresionante mansión victoriana a las que utiliza para lanzarlas contra sus enemigos en su cruel venganza.
Hay dos ratas, Sócrates, una ratita blanca que simboliza el lado bueno de Willard y Ben una gran rata gris el lado perverso.
La película, del debutante Glen Morgan (guionista de 'Destino final' (2000) y realizador de varios capítulos de 'Expediente X' en televisión) le falta empuje, ambición, aunque tiene algunos momentos conseguidos aislados (el acoso al atemorizado gato, la invasión del despacho del jefe, o cómo roen los neumáticos del coche) con cierto sentido de un humor bastante negro, pero en conjunto posee algunas caídas de ritmo.
A diferencia de la primera se han usado algunas ratas auténticas y el resto se ha hecho de forma infográfica.
Nota curiosa: el retrato del padre de Willard es el de Bruce Davison, que fue el protagonista de la primera versión.
Ésta es sólo discreta.
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