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JULIETTE EN PRIMAVERA
INFORMACIÓN
Titulo original: Juliette Au Printemps
Año Producción: 2024
Nacionalidad: Francia
Duración: 95 Minutos
Calificación: No recomendada para menores de años
Género: Comedia, Drama
Director: Blandine Lenoir
Guión: Blandine Lenoir, Maud Ameline, Camille Jourdy, Laurette Polmanss, Axelle Ropert. Basados en la novela gráfica de Camille Jourdy
Fotografía: Brice Pancot
Música: Bertrand Belin
FECHA DE ESTRENO
España: 20 Junio 2025
DISTRIBUCIÓN EN ESPAÑA
Surtsey Films


SINOPSIS

Juliette, una joven ilustradora de libros para niños, deja la ciudad para reunirse con su familia por unos días: su padre, tan reservado que solo puede expresarse entre bromas; su madre, una pintora que vive la vida al máximo; su querida abuela, que está perdiendo la cabeza; y su hermana, una madre de familia abrumada por el día a día que la consume. En este alegre caos, recuerdos y secretos saldrán a la luz...

INTÉRPRETES

IZÏA HIGELIN, SOPHIE GUILLEMIN, JEAN-PIERRE DARROUSSIN, NOÉMIE LVOVSKY, SALIF CISSÉ, ÉRIC CARAVACA, THOMAS DE POURQUERY, LENY MORAND, BILLIE DROZ, ALEXANDRA ROTH, JOHANNA NIZARD, NANOU GARCIA

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ENTREVISTA A LA DIRECTORA...
JULIETTE EN PRIMAVERA es tu cuarto largometraje y tu primera adaptación, basada en la novela gráfica Juliette, los fantasmas regresan en primavera de Camille Jourdy (Actes Sud Bd). ¿Por qué elegiste esta obra? ¿Fue su escritura visual, a veces cercana al storyboard cinematográfico, lo que te decidió?...
Es una novela gráfica muy rica, que aborda muchos temas: la depresión, el lugar que se ocupa en una familia sin lograr moverlo con el paso de los años, la pudor, el amor, la sexualidad, el duelo, la maternidad... Es la vida cotidiana atravesada por la tragedia, ¡y todo eso con mucho humor! Me enamoré de esta historia llena de diálogos sobre una familia que no logra comunicarse, y de los personajes de Camille Jourdy, muy bien dibujados (¡en todos los sentidos!), excéntricos y desesperados, llenos de imperfecciones. Sentí de inmediato mucha empatía y ternura por ellos, y quise apropiármelos para llevarlos a mi universo, que no está tan alejado del suyo.

¿Cómo fue, concretamente, el trabajo de adaptación?...
Primero trabajé con Maud Ameline en la estructura del guion, definiendo los objetivos de los personajes y el desarrollo del relato, para dejar de lado el enfoque más “crónico” de la novela gráfica. Me sumergí bajo los dibujos para hacer emerger las secuencias que apenas asomaban, y añadí mis deseos cinematográficos... Me sentí muy libre en esta adaptación, gracias a la confianza de Camille Jourdy. De hecho, cuando leyó el guion, ya no sabía qué era suyo y qué era mío.
Naturalmente, sus personajes se encontraron con los míos, como primos lejanos que se reconocen. Luego invité a Camille a escribir los diálogos conmigo, especialmente porque se conservaron pasajes enteros de la novela gráfica. ¡Fue una escritura muy alegre!

Una escritura femenina que además resulta muy coherente, ya que JULIETTE EN PRIMAVERA se centra principalmente en el recorrido de una mujer, aunque tu compromiso feminista aquí es más discreto, menos evidente que en ZOUZOU, 50 PRIMAVERAS o LA INDIGNADA ANNIE, tus películas anteriores…
Tengo una cultura feminista, así que no voy a cambiar de mirada de repente. En esta película tuve la oportunidad de ofrecer otra representación de las masculinidades y feminidades, con hombres y mujeres que no encajan del todo en los roles asignados por su género. El feminismo también es contar historias de hombres sentimentales, de mujeres trabajadoras, deseantes, que gestionan una familia; es mostrar cuerpos que rara vez se ven en el cine; es cuestionar el “instinto materno”... Y todo eso, de forma implícita, sin proclamas, de la manera más simple y evidente posible.

Uno de los temas de JULIETTE EN PRIMAVERA es la depresión. Tras tratar la menopausia en 50 PRIMAVERA y el aborto en LA INDIGNADA ANNIE, abordas de nuevo un tema denso, incluso tabú. ¿Por qué este ahora?...
La película comienza con una joven de 30 años que no está bien, que ha dejado de menstruar sin saber por qué... está como detenida. Es una treintañera independiente, con un trabajo que ama (es ilustradora de libros infantiles), pero no sabe cómo avanzar, ni siquiera cómo comenzar su vida. Más allá de la depresión, el tema del film es la dificultad de expresar el malestar en el entorno familiar. Ese primer impulso instintivo de buscar consuelo en quienes creemos conocer de toda la vida, y la tristeza que provoca no lograr hacerse entender. Juliette desearía recuperar el consuelo infantil, ese alivio de cuando uno llora en los brazos de sus padres. Pero de adulta, ese consuelo es mucho más difícil de encontrar… Juliette vivió un trauma en su infancia que ha olvidado. Un duelo familiar, que a veces une y otras, no. Intenté dar voz a cada uno de los personajes en esta historia atrapada en el tabú (la de Marylou, su hermana mayor, la de Juliette, la de sus padres, pero también la del público) para construir una odisea común: la de la dificultad para superar el dolor.

Lo cuentas con un tono muy suave, gentilmente híbrido, oscilando entre secuencias delicadas y otras más ligeras, sensuales o directamente cómicas. ¿Por qué elegiste ese registro “melancomico”, una constante en tu filmografía?...
Es una elección guiada por mi gusto por el cine y por la dirección de actores y actrices. Me interesa buscar el drama en la comedia y la comedia en el drama. La comedia suele surgir de lo no dicho, de evitar hablar: es la inventiva que despliegan los personajes para acercarse o esquivar al otro lo que nos divierte. Y también, ¡porque así es la vida! Para mí, un buen día es aquel en el que se pasa de la risa al llanto, y viceversa. Jean-Pierre Darroussin, que interpreta al padre de Juliette, me dijo después de ver la película: “¡Has hecho algo chejoviano!”. Me conmovió mucho.

Hablemos del elenco. Aunque JULIETTE EN PRIMAVERA es una película coral, como corresponde a un relato familiar, está claramente sostenida por el personaje de Juliette, interpretado por Izïa Higelin. ¿Fue una apuesta al inicio, considerando su temperamento tan solar y extrovertido, lo opuesto a Juliette?...
Como el personaje está “contenido”, le pedí a Izïa que moderara esa energía magnífica que tiene… pero se siente igualmente presente, como lista para estallar. Izïa tiene algo intacto de la infancia, una gran sensibilidad, fuerza y fragilidad al mismo tiempo. Con su sonrisa casi juvenil y sus ojos grandes y curiosos, me pareció ideal para encarnar a Juliette, una joven mujer que se ha “quedado” en la infancia, como paralizada por el trauma. Además, al ser música, Izïa capta al instante el ritmo de los diálogos. De hecho, me doy cuenta de que trabajo a menudo con músicos y músicas (Agnès Jaoui, Rosemary Standley, Thomas de Pourquery…).

El otro polo magnético de la película es Marylou, la hermana mayor hiperactiva de Juliette, señalada por todos como la “fuerte” de la familia… aunque no es tan simple, evidentemente. Sophie Guillemin está magnífica en el papel...
Una de las razones por las que quise adaptar la novela gráfica de Camille Jourdy fue el deseo de representar las escenas amorosas de Marylou con su amante en el invernadero, en plena naturaleza, con luz natural. El reto era mostrar una sexualidad alegre, carnal, sensual, con cuerpos “normales”, alejados de los cánones impuestos —lo cual sigue siendo bastante raro en el cine. En la mayoría de películas, las escenas de sexo son interpretadas por actores y actrices muy jóvenes, delgados y musculosos, que hacen el amor con gran seriedad y cierta violencia… ¡no siempre nos sentimos representados! Así que comencé el casting con la directora de casting Constance Demontoy, buscando una actriz de unos cuarenta años que pudiera encarnar a Marylou, una mujer que —como el 80 % de las mujeres de nuestro país— no usa una talla 38, y que estuviera cómoda con la desnudez. Solo pude conocer a ocho actrices, porque el cine francés desalienta los cuerpos y físicos no normativos. Así encontré a Sophie Guillemin, y me impactó de inmediato su espectacular fotogenia. Es una actriz generosa. Es extraordinaria por su físico y su mirada magnética, pero también puede parecer una mujer común, lo que permite que cualquiera se identifique con ella. Sí, puede ser una “madre de familia” cualquiera, desbordada por la carga mental, frustrada por un matrimonio que ya no funciona, agotada de ser la hija mayor en quien todos confían… De hecho, ya no soporta ese rol de “fuerte” que le han asignado. Como Juliette, la vida se le hace pesada, pero nunca se ha permitido siquiera formularlo.

Dos hermanas opuestas y dos padres completamente diferentes también: con Jean-Pierre Darroussin como el padre reservado y Noémie Lvovsky como la madre excéntrica, el contraste está más que presente. Este dúo tan antagónico refuerza claramente la dinámica “melancomica” de la película...
¡Soñaba con trabajar con Jean-Pierre! No veo a nadie más que pudiera haber interpretado a Léonard, el padre de Juliette, al que quise mostrar más tierno que el de la novela gráfica. Léonard representa a esa generación de hombres que no tenían derecho a expresar sus emociones, atrapados en mandatos de virilidad paralizantes. Está lleno de ternura, pero no siempre sabe cómo compartirla. Mi padre era uno de esos hombres. Una vez le dijo a mi pareja: “vuestra generación tiene suerte, puede ser tierna”... Me conmovió profundamente. Jean-Pierre supo interpretar esa contención de forma maravillosa. Me encanta en la secuencia donde canta solo en su salón. En cuanto a Noémie, es una actriz que me inspira enormemente. Su personaje está marcado por el dolor, como los demás, pero ella ha elegido la vida... de forma desbordante. Conozco a varias personas así, que viven con una energía constante porque saben que si se detienen, se hunden. Noémie estuvo genial, extremadamente creativa en ese papel. En cualquier caso, no tenía dudas sobre la pareja que forma con Jean-Pierre en la película. Estaban felices de rodar juntos.

Otro personaje clave en este círculo inestable y entrañable es Pollux, el nuevo amigo —¿y posible futuro amor?— de Juliette. Él también es dulce y tierno, muy distinto al personaje de la novela gráfica, que era más cínico. ¿Es esa la razón por la que pensaste en Salif Cissé para interpretarlo?...
En la novela gráfica, Pollux es un borracho de bar, que anda en bata por un apartamento sucio y caótico... Yo no quería que Juliette se sintiera atraída por un hombre así. Tampoco quería un “príncipe azul”, sino más bien un amigo encantador. Juliette busca consuelo en su familia, pero su padre es demasiado reservado para hablar, su madre es imposible, y su hermana está demasiado ocupada.
Pollux, en cambio, está disponible. Es el único capaz de escucharla. Para interpretar a este personaje, que ha pasado por lo que él mismo llama una “dimensión trágica” (una metáfora de la depresión), pensé de inmediato en Salif Cissé, a quien había descubierto en la película A l’abordage de Guillaume Brac. Tiene una voz suave, una mirada intensa, y al igual que Izïa, algo aún juvenil. Su sola presencia reconforta y tranquiliza, porque es alto, carismático, y transmite una serenidad imperturbable. Pero no se trata solo de eso. A través de la relación entre Juliette y Pollux, también quería hablar de la amistad entre un hombre y una mujer, un tema casi inexistente en el cine. Sí, hay una atracción entre ellos, pero quería contarla de otra manera. La mayoría de las veces, las historias de amor en el cine se presentan como un flechazo: los personajes se acuestan juntos y después se conocen. Yo quise hacer lo contrario, porque creo mucho en el poder de las representaciones. ¿Van a tener una historia de amor? No lo sé, sinceramente. No es asunto mío.

Hablando de representación, filmas con frecuencia a Juliette mientras dibuja. Incluso hay una secuencia animada. Por supuesto, ella es ilustradora, pero darle tanto espacio al dibujo no es solo…
ilustrativo. ¿Es una forma de conectar tu película con el trabajo gráfico de Camille Jourdy? ¿O de contarnos algo más sobre Juliette?
En la novela gráfica de Camille Jourdy, Juliette no tenía profesión. Quise convertirla en ilustradora por varias razones. Por supuesto, era una forma de introducir a Camille en la película, y tenía muchas ganas de filmar ese lápiz que se desliza sobre el papel. Ver cómo aparece el dibujo es algo bastante mágico. Pero también es una herramienta narrativa valiosa: esos momentos de dibujo son los únicos en los que Juliette está tranquila, en paz. La vemos dibujar a sus seres queridos, una forma de escenificar a su familia, de representarlos de otra manera, de apropiárselos, pero también… de hablarles. Porque el núcleo del asunto es que todos tienen grandes
dificultades para expresar sus sentimientos. Así que todo pasa más por las imágenes que por las palabras entre ellos. Por eso también tuve la idea de incluir una secuencia animada, realizada por Charlie Belin, con los dibujos de Camille, para ilustrar la pesadilla de Juliette. De este modo, estamos completamente con ella, en su mundo interior.

Bertrand Belin, cantautor con una poesía singular, hipnótica y a veces enigmática, compone la banda sonora original de JULIETTE EN PRIMAVERA. Una elección que parece evidente al ver la atmósfera del film. Pero no es la primera vez que colaboran…
Nos conocimos cuando éramos adolescentes, Bertrand y yo. Es una vieja amistad y una colaboración de largo recorrido: ha compuesto la música de mis diez cortometrajes y de mis cuatro largometrajes. Trabajamos con mucha confianza y complicidad. Concretamente, Bertrand lee el guion mucho antes del rodaje, y lo comentamos. Desde la escritura, yo ya incorporo secuencias puramente musicales, que sirven de respiro en mis películas, muy dialogadas, pero también como herramientas para entrar en la intimidad de los personajes.
Para estas secuencias, Bertrand me entrega temas: la “pequeña música” de Marylou, la de Juliette… nuestras dos protagonistas. Son melodías que nutren el montaje de las imágenes. Luego, a medida que la película se va construyendo en la sala de montaje, Bertrand nos visita, se lleva secuencias sin terminar y nos las devuelve acompañadas de música. Mientras, junto a mi montadora Héloïse Pelloquet, seguimos ajustando, cortando, componiendo… y Bertrand hace idas y venidas constantes entre su estudio y la sala de edición (¡que están a solo 300 metros de distancia!). Así, la imagen se construye con la música, y la música se adapta a la imagen, hasta llegar al minutado final. En definitiva, Bertrand se pone al servicio de la película, es decir, escribe una música muy diferente a la de sus álbumes. Para mí es como un coguionista, un aliado: acompaña al público a través de la estructura emocional de la película, que pasa de la risa al llanto. Y además, me regaló una canción original para los créditos finales, y eso me hizo muy feliz.

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