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CRITICA
Por: PACO CASADO
El cine del director Tinto Brass es el único referente que aún queda en nuestras pantallas de lo que era una película Clasificada "S", o lo que es lo mismo, el cine erótico de los años 70 que, con la autorización de las salas X, de cine pornográfico, desapareció de la exhibición comercial.
Mientras más adulto se hace su director sus producciones se hacen más fáciles.
De vez en cuando nos llegan algunos de sus productos, como 'El hombre que mira' (1994), 'Los burdeles de Páprika' (1991), 'Amor y pasión' (1987), 'Miranda' o 'La llave secreta' (1983), pero cada vez van teniendo menos calidad cinematográfica, aquella que de alguna manera apuntaba en 'Calígula' (1979) o 'Salón Kitty' (1976).
Con 'Monella' (1998) nos cuenta la historia de un joven que no quiere llegar virgen al matrimonio, que es lo contrario de lo que desea su novio panadero.
En la verde campiña rural italiana sobre mediados del siglo XX, la novata Lola y Massetto forman una joven pareja con forma de comportarse muy distintas respecto a lo que son las relaciones prematrimoniales.
El argumento se centra en los escarceos amorosos que lleva la atractiva y maliciosa chica Lola y sus caprichos sensuales, en el tono provocativo que ha caracterizado siempre al cine erótico de consumo de Tinto Brass.
La mayor virtud de la debutante Anna Ammirati es su atractivo físico y especialmente su trasero, con lo que se obsesiona el realizador durante todo el film, fotografiado en ángulos insólitos de cámara y con un endeble guion que no sostiene tan siquiera a los increíbles personajes y situaciones creadas.
La cinta posee una torpe puesta en escena seguida en la misma línea por los demás elementos técnicos de la misma.
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