No era habitual que en el año 1951 en un film un hombre blanco decidiera vivir entre indios olvidando sus privilegios. Este claro acercamiento a la hasta entonces maldecida historia de los indios, llamó la atención con esta película realizada sobriamente y sin estridencias por un director artesano, injustamente olvidado, como William A. Wellman, con un vitalista Clark Gable.
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