Tras "La rosa púrpura de El Cairo", Woody Allen vuelve a mezclar la comedia con el drama, tomándolo a broma. Esto le da pie para poner su habitual comicidad y sus preocupaciones que plantea en cada uno de sus films de esta etapa, la problemática del hombre y sus existencia, la religión, la familia. Magníficos los actores Michael Caine y Dianne Wiest y el guion del propio Allen, que ganaron además todos ellos el Oscar.
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