Dicen que es una falta de caridad reírse de los idiotas, quizás por ello no nos reímos a lo largo de toda esta película en la que se bate el récord al presentarnos a los dos personajes, más superficiales y estúpidos que se hayan visto nunca. El guionista Philip Stark confiesa que muchas de esas cosas le pasaron a él y a sus amigos.
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