Tony Gatlif insiste en su defensa del pueblo gitano, intentando acercarnos su cultura y costumbres a través de un drama con mucho de musical. Pero el patinazo de esta película está en la mala elección de los actores, donde el bailarín Antonio Canales se revela nada convincente en su personaje. Y el desarrollo del guion tampoco resulta satisfactorio, con lo que el conjunto se queda en pura intención.
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