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Titulo original: Thank You For Your Service

Año Producción: 2017

Nacionalidad: EE.UU.
Duración: 109 Minutos
Calificación: No recomendada para menores de 16 años

Género: Drama

Director: Jason Hall
Guión: Jason Hall. Basado en la novela escrita por David Finkel
Fotografía: Roman Vasyanov
Música: Thomas Newman
FECHAS DE ESTRENO
España: 16 Febrero 2018
DISTRIBUCIÓN EN ESPAÑA
DeaPlaneta


SINOPSIS

Tres soldados norteamericanos regresan de la guerra de Irak intentando reintegrarse en el mundo familiar y queriendo adaptarse a la vida civil. Mientras tanto deben luchar para olvidar los recuerdos de tan cruenta guerra...
 

INTÉRPRETES

HALEY BENNETT, AMY SCHUMER, MILES TELLER, KEISHA CASTLE-HUGHES, JOE COLE, ERIN DARKE, KATE LYN SHEIL, KERRY CAHILL, SCOTT HAZE, HUNTER BURKE, ALLISON KING

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NOTAS DEL DIRECTOR...
  Optando por el Ejército ante las cartas de rechazo de incontables universidades, mi hermano mayor se embarcó hacia Oriente Medio en 1991. Nuestra familia se arremolinó en torno al televisor, atentos a las imágenes impregnadas de polvo de las fuerzas estadounidenses desplegadas para expulsar a Saddam de Kuwait. Tras una rápida victoria, mi hermano regresó a casa con sus brazos, sus piernas y su sentido del humor intactos. Nos contó que en la guerra te aburres y que pasas un calor infernal, pero, tras sus ojos claros, otra historia parecía vibrar. El combate terrestre, aunque solo duró 100 horas, lo había alterado. Al igual que mi tío, que combatió en Vietnam, y mi abuelo, que pilotó en la Segunda Guerra Mundial, mi hermano nunca habló de su experiencia. Aquello se convirtió en un espacio no verbalizado entre nosotros.
  En 2013, me hablaron de Gracias por sus servicios: 'El retorno de los soldados', del periodista David Finkel, ganador de un Pulitzer. El libro parecía hablar de todo lo que mi hermano había callado. Narraba las experiencias del regreso a casa del 2.º batallón, 16.º regimiento de infantería desde Irak hasta Topeka, Kansas, en lo que el autor llamaba «posguerra». El libro, que explora el trauma que atormenta a nuestros soldados, la crisis de suicidios entre los veteranos y la pesadilla burocrática llamada VA [Veterans Affairs, o Departamento de Veteranos], es una extensa y sinuosa obra maestra. Aun así, necesitaba una estructura narrativa, un latido y un héroe para poder convertirse en una película. Encontramos a nuestro héroe en Adam Schumann. Al igual que mi hermano, había vuelto cambiado. La guerra seguía resonando en su existencia, fracturando su identidad y cercenando su futuro. Pero en sus dificultades encontré una historia de supervivencia y esperanza. Y aquella era la historia que quería contar. En aquel momento, yo había terminado con el guion de El francotirador y había visto a Chris Kyle resurgir de sus propias batallas contra el trastorno por estrés postraumático para acabar muriendo trágicamente asesinado. Encontré en la historia de Adam una forma de continuar la conversación, de pasar de Aquiles a Odiseo, y de ver al héroe en casa. Los miembros del 2-16 no regresaron para firmar contratos editoriales ni ganar popularidad: eran unos soldados de infantería normales deseando volver a su vida normal. Pero para muchos de ellos el sueño se desvaneció. Finkel se ganó su confianza acompañándolos en sus batallas; yo me propuse hacer lo mismo. Ellos me mostraron su guerra, reviviendo cada recuerdo lacerante que aún resonaba en su interior. Al hacerlo, me confirieron el poder de dibujar un retrato personal de su sacrificio, con la esperanza de que pueda ayudar a comprender mejor el inimaginable sacrificio que todos nuestros veteranos han hecho por su país.

UN PERIODISTA, UN DIRECTOR, POSICIÓN DE FIRMES...
  Fue durante la convivencia de ocho meses del periodista David Finkel con los soldados del el 2.º batallón, 16.º regimiento de infantería (2-16) cuando conoció al hombre que haría principalmente de puente entre su narración de «la guerra» (detallado en su libro Los buenos soldados, 2010, Crítica) y «el regreso a casa» ('Gracias por sus servicios: El retorno de los soldados', 2014, Crítica). Diez años más tarde, su
recuerdo aún está fresco. 
  En palabras del autor: «Un día, en un momento de calma, yo iba preguntando por ahí: “¿Quién es un buen soldado?”, “¿A quién tengo que conocer?”, y alguien me dijo: “Tienes que conocer a Schumann, es el mejor que tenemos”. Pasaron un par de semanas antes de que pudiera dirigirme a él... aquel buen soldado era un hombre bastante flaco y demacrado, de aspecto huraño, y estaba sentado solo en su cama.
  Resultaba que el gran Schumann, tras dos misiones y media en Irak, tras 1.000 días de combate, había llegado al límite. No podía seguir más tiempo en la guerra, y se iba a marchar aquel día... y entonces fue cuando empecé a conocer a Adam».
  Cuando llegó el momento del segundo libro de Finkel, «Fue una decisión muy fácil la de construir el libro en torno a Adam y a sus intentos de recuperación. La verdad de la guerra es que estás ahí por el soldado que está a tu lado. La verdad de la posguerra es que estás básicamente solo. Recuperarse es un trabajo solitario, tanto si estás verdaderamente solo como si tienes una familia. Es un camino largo, duro y tortuoso, y con el ejemplo de Adam Schumann puedes ver lo largo que es y lo que se siente al recorrerlo».
  Finkel se apresura a señalar que el camino emprendido por Schumann y otros como él lo recorren todos los soldados que regresan, pero que desde el 11S, de los dos millones y medio aproximados de estadounidenses que han entrado en el servicio militar y de los dos millones que han sido desplegados en Irak, Afganistán o ambos, «aproximadamente 500.000 han vuelto con algún tipo de daño psicológico. Después pasan años, si no el resto de sus vidas, intentando escapar y recuperarse de las heridas invisibles de la guerra. Son muchísimas personas; es algo que no se debería pasar por alto, aunque tampoco hay que compadecerlas. Hay que prestarles atención y dedicar esfuerzos a comprenderlas».
  Finkel, que siguió acompañando a Schumann y a otros durante la posguerra, se fijó en la resiliencia de estos hombres y mujeres que luchan por aguantar. El escritor señala: «Cuanto más de cerca observas la vida de los soldados de este batallón que lucharon en esa época, te das cuenta de que la resiliencia trae consigo complicaciones.
  La vida es un acto diario de obligarse a pasar a la siguiente fase de lo que sea que venga una vez que has vuelto de la guerra».
El segundo libro de Finkel fue aclamado por la crítica (la red de radio NPR, los periódicos The New York Times, The Washington Post, USA Today, The Economist y otros medios lo nombraron «mejor libro del año») y los lectores, entre ellos el cineasta Jason Hall. Durante su colaboración en el largometraje El francotirador (American Sniper), Steven Spielberg le había dado un ejemplar a Hall, que recuerda: «Me pareció muy interesante, porque trataba sobre los héroes de a pie. Habla de nuestros soldados de infantería, de los currantes de la guerra, que vuelven a casa y tienen que asumir el papel de maridos, padres y hermanos. Es muy complicado bajarte de un avión y sumergirte inmediatamente en ese papel, sin que haya una comprensión por parte de la gente (e incluso de tu familia) de lo que se te ha pedido que hagas en la guerra. Solemos agradecerles sus servicios, pero en el fondo no sabemos lo que les estamos agradeciendo.
  »La historia se mete en la piel de un combatiente que regresa. Ser capaz de explorar eso desde casa fue fascinante para mí —prosigue el director—. Llevamos recibiendo a estos soldados desde que somos un imperio, pero también tenemos que comprender lo que han pasado, aprender a crear un espacio para los cambios que han tenido lugar en su interior, y aceptarlos. Ese es el reto para cualquier familia que recibe a un soldado de nuevo en casa».
  Hall pasó dos años adaptando la obra, que contiene varias historias, para convertirla en guion. Finkel comenta: «Al principio fue raro, porque yo hice un trabajo de reportero. Era periodismo: escribí un libro sobre lo que había pasado, pero el libro no se prestaba a convertirlo en película. Ver a Jason coger mi trabajo y convertirlo en cine ha sido fascinante. Es fiel a la intención de mi obra, y ha hecho un trabajo fabuloso». 
  Hall enfocó el guion con sus propios objetivos: «David había escrito lo que parecía una obra poética de periodismo: acompañó a estos muchachos durante 18 meses, vivió con ellos en sus casas y registró sus momentos más íntimos. Mi objetivo era conseguir lo mismo cinematográficamente hablando, reflejar la realidad tal y como es y mirar dentro de esas vidas. Quería que el público viera en toda su crudeza un mundo que nunca había visto antes. El cine tiene la capacidad de generar comprensión y tender lazos de empatía como ningún otro medio».
  Mientras atravesaba el terreno ampliamente psicológico de las historias de estos hombres y las trasladaba a la pantalla, Hall afrontó diversos retos: «La posguerra es la guerra que estos soldados traen a casa en su cabeza y en su corazón. Se marchan del campo de batalla, lo abandonan, pero él no siempre los abandona a ellos. Estos recuerdos, imágenes y traumas se graban y crecen durante la guerra, y los siguen desgarrando por dentro como cuchillos. El reto era dramatizar eso y recrear esa guerra interior que se produce en casa mientras ellos intentan encontrar el camino de vuelta a sí mismos».
  El productor Jon Kilik, que ha colaborado con el director Spike Lee desde su época de 'Haz lo que debas' (Do the Right Thing) hasta 2015, con Chi-Raq, y que ha capitaneado la franquicia de 'Los juegos del hambre' (The Hunger Games) desde sus comienzos, siempre se sintió fascinado por las historias de héroes anónimos (y humildes).
  El productor también se sintió conmovido por el libro de Finkel, que leyó poco después de su publicación y cuyos derechos intentó incluso comprar (se le adelantó DreamWorks). Mientras Hall estaba ocupado promocionando 'El francotirador', Kilik estaba trabajando en su última película, el conmovedor drama deportivo 'Foxcatcher' (que recibió cinco nominaciones al Oscar). Aunque los dos estaban en la misma onda, al principio no coincidieron. «Yo había oído mucho hablar de él, y de que él y Spielberg estaban en la fase de desarrollo de 'Deber cumplido', pero no pudimos conocernos», explica Kilik.
  Casi un año más tarde, en el verano de 2015, Kilik recibió una llamada de Hall, a sugerencia del agente de este último. El guionista y ahora director novel estaba buscando un socio para la producción. Kilik recuerda: «En aquel momento, yo no tenía intención de aceptar nada nuevo... pero a veces pasa que te llega una historia muy poderosa y especial. Me ilusionaba conocer a Jason, y saber adónde le había llevado su trabajo de preparación, y me entusiasmaba su pasión como director novel. La historia lo tiene todo: heroísmo, dentro y fuera del campo de batalla, compromiso, personas reales, la vuelta a casa...».
  El productor continúa diciendo: «Yo intento desarrollar mi carrera contando historias sobre personas que necesitan una voz, un foco sobre ellos... Como cineasta, es la única forma que conozco de mejorar o llamar la atención sobre una situación. Al llamarlo “posguerra”, para nosotros es un poco un llamamiento a las armas, para que entendamos lo grave y lo importante que es, que estemos presentes, que seamos parte de su regreso. Ellos están dispuestos a hacer el sacrificio definitivo, y eso merece que nosotros cumplamos con nuestra parte del trato».
  Los cineastas estaban de acuerdo en que la transición del libro a la pantalla estuviera regida por la consigna no oficial de la producción: la autenticidad. Kilik lo explica así: «Al llevar este libro a la pantalla, se llevaron a cabo las prácticas habituales de reestructuración y de compresión del tiempo, y a veces de los personajes. En eso tuvimos mucho cuidado, porque eran vidas de personas, y había una tragedia que acompañaba todo eso... teníamos que tratarlo todo con el mayor respeto posible, siempre. Al fin y al cabo, estamos contando una historia de una fuerza y un coraje increíbles».

TODOS LOS HOMBRES / UN HOMBRE...
  Jason Hall estaba decidido a trasladar con honestidad el material original a la pantalla de cine, y para el guionista y director eso significaba, antes de escribir una sola palabra del guion, ganarse la confianza (y el visto bueno) de los hombres y mujeres cuyas vidas había seguido David Finkel. Y la pieza central era Adam Schumann. Hall señala: «El hecho de que tuviéramos a personas de carne y hueso que habían pasado por aquello añadía peso e importancia al trabajo que estábamos haciendo, así que teníamos que hacerlo bien».
  Hall, que había pasado meses trabajando con los Navy SEAL mientras se documentaba para El francotirador, consideraba que aquella experiencia era una ventaja a la hora de tratar con los miembros del 2-16. El guionista y director recuerda: «Llamé a Adam y me presenté. Fue un proceso interesante. Tenía que superar el reto de llegar a conocerle, atravesar la barrera de la confianza, algo para lo que no estaba totalmente preparado. Al hablar con los Navy SEAL, llegué a entender la guerra a través de sus ojos. Pero pasar a una rama diferente del ejército en la misma guerra no era la progresión natural que yo di por sentado que sería. Tenía que desaprender todo lo que creía que sabía y empezar de nuevo. Es otro lenguaje y otro enfoque sobre las cosas. La guerra es diferente para cada uno, cambia de una rama a otra, de un batallón a otro, de un soldado a otro, no combaten en la misma guerra. Las tácticas, el lenguaje y las exigencias son distintas, pero, además de eso, llegué a entender de qué modo la guerra de cada soldado es personal. Pertenece a cada uno de ellos, y solo a ellos».
  Al proseguir el contacto con los soldados, Hall se encontró con una brutal sinceridad y una revelación: «Cuando lo volví a llamar, yo no estaba preparado para lo que este hombre había pasado y cómo eso influía en su existencia cotidiana. Le hice una pregunta que contenía una presunción incorrecta, no la planteé bien... y él me lo hizo saber. Inmediatamente sentí que no estaba cualificado para contar esta historia, que había sido insensible. Me planteé abandonar la película, porque no quería ser el  esponsable de infligir más daño a alguien que ya había sufrido tanto. Pero entonces me di cuenta de que si abandonaba en ese momento, existía la posibilidad de que nadie más tomara las riendas y de que aquella historia nunca se contara. También me di cuenta de que era reacio a implicarme emocionalmente demasiado con aquellos soldados; ya había intimado con Chris en 'El francotirador', y su muerte me afectó profundamente. Así que intenté usar aquella pérdida para comprenderlos mejor. ¿Qué habían perdido? ¿Y qué les había producido aquella pérdida, cómo la sentían? Entonces volví a lanzarme al proyecto, y esta vez de cabeza».
  Hall volvió a dirigirse a aquellos hombres con una apertura que favoreció una relación de mayor confianza con ellos. «Les dije que no entendía todo por lo que habían pasado, que no tenía ni idea, y que la historia que había contado antes había sido muy diferente. Empezamos desde cero a partir de ahí, y ellos me guiaron por todos esos momentos de su historia, por cada segundo del trauma que aún resuena en su interior.
  Es un viaje a un lugar duro y oscuro; hay culpa y remordimiento, y tremendos niveles de emoción. Hice todo lo que pude por adoptar e intentar revivir cada momento con ellos. 
  Fue duro. Pero salí de aquello con la esperanza de que estas personas se curen.
Necesitan alguien que las escuche y las comprenda... que las abrace y reconozca su experiencia. Con todo, son capaces de crecer y sobreponerse. Lo vi de primera mano, y siempre estaré agradecido de que confiaran en mí».
  Hall llegó a comprender el latigazo que estos soldados sintieron al pasar del campo de batalla a la vida civil. «Salen de estas experiencias cargados de adrenalina y de ansiedad... pero también de importancia, de tener un propósito y una misión —observa el cineasta—. Luego, vuelven a este mundo, en el que faltan muchas de esas cosas: les faltan sus hermanos, aquí no tienen ninguna misión y están separados de todo lo que conocían. Les quitamos todas esas cosas, y luego los empujamos a un mundo que ya no parece real, porque ha dejado de ser su mundo.
  »Cuando hablamos de una herida invisible —continúa diciendo Hall—, estamos hablando de trauma. Cuando se produce, queda grabado en el cerebro como una memoria procedimental. Esos segundos traumáticos, las imágenes que vieron, los pueden disparar visiones, sonidos o gestos. Dicen que el trauma destruye el tejido del tiempo porque hace que el tiempo no solo se mueva hacia adelante: te mueves en círculos, eres arrastrado de vuelta a esos acontecimientos traumáticos y luego lanzado otra vez al futuro, para volver a rebotar de nuevo. Esa es la lucha que libran personas como Adam o Solo, que regresan a casa con toda esa otra vida que han vivido, esa vida de riesgo y propósito que está más allá de todo lo que conocen sus familiares; ellos, por su parte, han oído los nombres de algunos de esos soldados, pero no los conocen. Saben que algunos han muerto, pero no saben cómo ni por qué. El soldado, pues, vuelve a casa con toda esa otra existencia. Sus familiares esperan que sean las mismas personas que mandaron a la guerra: el padre, el esposo... pero está esa otra vida fantasma, en la periferia. Gran parte de eso es invisible para la familia. Y yo quería dramatizar eso, poner al público en ese lugar. Cuando aparece Adam, sabemos muy poco sobre lo que le ha pasado a él o a los hombres de su unidad; pero a su regreso, de repente aparecen los nombres de personas a las que no hemos conocido y preguntas sobre cosas que no hemos visto, y toman la forma de una especie de misterio que muchas de estas familias vadean. A partir de ese desconocimiento, llegamos a entender el purgatorio del regreso de los soldados».
  El productor Jon Kilik enfatiza este punto añadiendo: «Yo me crié en la época de Vietnam, y todas las noches veíamos en la tele lo que estaba pasando... cosas que ahora no necesariamente se enseñan. Sentí la necesidad de explorar, de hacer lo que estuviera en mi mano para llamar la atención sobre ellos».
  Escuchar a Adam Schumann contar su primera reunión con David Finkel ilustra hasta qué punto estas experiencias influyen en la percepción de un soldado. Schumann recuerda: «Él siempre estaba cerca... pero sin hacerse notar, sin resultar invasivo. Justo antes de ser evacuado de urgencia a casa, cuando estaba recogiendo mis cosas, entró en mi habitación y se presentó. Que me mandaran de vuelta, lejos de mis compañeros, sin poder terminar con mi trabajo ni con la misión y, básicamente, desmoronarme cuando todo el mundo me necesitaba fue una gran carga de culpabilidad. Y cuando vino aquel periodista a mi habitación, yo di por hecho que quería registrar aquel momento tan patético de mi vida. Casi lo mandé a la mierda. Pero, en vez de eso, le pregunté: «Supongo que está aquí para cubrir mi evacuación y que quiere saber por qué me mandan de vuelta, ¿no?». Y él respondió: «No, no, en absoluto. Es que, cada vez que pregunto con quién debería hablar de este batallón, siempre me dan su nombre. Quería conocer al hombre del que todo el mundo habla». Me dejó alucinado. Sentí afinidad por David al instante, y casi me sentí culpable de mis prejuicios hacia él. Él me acompañó al helicóptero de evacuación aquel día en Irak.
  »Luego me hizo un par de visitas más —continúa Schumann—. Ni en un millón de años habría imaginado que volvería un año más tarde y me diría: “Quiero hacerte un seguimiento. Creo que la historia aún no está terminada... lo que estáis pasando tú y todos los demás tiene que ser contado, para que todos lo sepamos”. No tenía nada que perder. Confié en él».
  Schumann dio por hecho que Finkel «aparecería un fin de semana y que luego desaparecería». Él (y los demás) se quedaron verdaderamente sorprendidos con la cantidad de tiempo que Finkel dedicó a convertirse en un observador de sus vidas. 
  «Estaba en las peleas, en los viajes en coche. En mitad de la noche, cuando tenía la cabeza llena de mierda y no podía dormir y me iba a pescar... él siempre me decía: “Hagas lo que hagas, llámame”. Fue un soldado. Estábamos pleno invierno en Kansas, a la 2ª C, en mitad de la noche, y yo me iba a pescar. Me pasaba dos o tres horas de pie a la orilla del río, y él estaba sentado detrás de mí, haciéndome preguntas, hablando conmigo y escribiendo. Por aquel entonces, yo no me sentía cómodo hablando con el terapeuta que había conocido en el VA, ni con mi mujer, mis amigos y mis familiares. 
  Puedo decir con toda sinceridad que David fue quien me sacó de un montón de mierda después de regresar».
Aun así, toda la buena voluntad y la confianza que se creó entre ambos no animó a Schumann a leer el segundo libro de Finkel, que empieza con Schumann y con una mención de un episodio especialmente traumático que vivió con un compañero. Para Adam, aquello era demasiado. Explica: «Tuve que soltarlo, literalmente, y nunca llegué a leerlo. Lo viví. No necesito leerlo. Es su percepción, su versión imparcial de todas nuestras historias».
  Más tarde, Schumann, que seguía en contacto con Finkel, recibió un mensaje en el que le decía que estaban preparando una versión cinematográfica, y que el guionista se pondría en contacto con él. El soldado recibió un mensaje de voz de Jason Hall. «Era un tío de Hollywood, y yo me lo tomé a guasa... ¿cómo sería aquel tío? No sabía qué pensar», recuerda Schumann.
  Se produjo una primera conversación, y los dos hombres siguieron en contacto, intercambiando mensajes de móvil y correos electrónicos con preguntas y respuestas durante varios meses. Entonces se produjo una ruptura en la comunicación, durante el rodaje de El francotirador (American Sniper). Más tarde, Hall volvió a ponerse en contacto con Schumann, que recuerda que Hall fue «como un perro con un hueso. Jason dijo que seguían interesados en hacerlo, y yo le dije: “¿Pero a ti qué te pasa? Mejor olvídalo”».
  Saltamos en el tiempo, tras meses de más conversaciones profundas, «y en el fondo yo seguía pensando en cuántas ideas surgen en Hollywood que nunca llegan a la pantalla —recuerda Schumann—. Entonces, de repente, tengo la sensación de que haya estado allí, delante de mis narices, todo el tiempo, al alcance de mi mano, y decido participar en ello... y es algo inmenso».

EL ACTOR COM PUENTE: EL CAMINO HACIA LA HISTORIA DE SCHUMANN...
  Jason Hall buscaba un actor con el mismo aire que el reservado héroe que centra el guion, para proporcionar a los espectadores un punto de vista identificable. El director explica: «Miles Teller tiene esa aura de hombre corriente, pero al mismo tiempo es alguien que ha vivido; ha sufrido una pérdida que puedes leer en sus ojos, y las cicatrices aún marcan su rostro. Adam era un buen soldado, era valiente e intrépido, y le gustaba lo que hacía. Le gustaba luchar junto a esos hombres, hasta que ya no pudo más. Miles aporta ese sentido del honor, esa dignidad de hombre corriente, y transmite el peso de la pérdida».
  Jon Kilik afirma: «Miles es fuerte y de gran presencia física, con una sensibilidad, una profundidad y una humanidad muy similares a las de Adam. Además es muy trabajador, hizo los deberes. Su complexión, unida a su humanidad, es algo bastante especial... y nos pareció una elección perfecta».
  Teller era consciente de la reticencia inicial de Schumann a colaborar con Finkel, y luego con Hall, y respetaba que el hombre al que iba a encarnar necesitara su espacio para acostumbrarse también a él. El actor comenta: «Adam tenía un temor sano acerca de lo que iba a suceder, porque para él era básicamente como si estuviera vendiendo su vida. Hay momentos en el libro en que no es una persona perfecta: David mostró cómo eran estos hombres cuando volvían de la guerra, y no siempre daban la mejor versión de sí mismos. Fui muy cuidadoso con este material, y con la plasmación de la vida personal de Adam en la pantalla. Pasé muchos nervios cuando cogí un avión para conocerlo. Pero esos sentimientos se disolvieron rápidamente cuando nos sentamos en casa de Adam y empezamos a compartir historias».
  El actor y el soldado intercambiaron anécdotas durante la primera noche, y la conversación se prolongó hasta el día siguiente. Schumann recuerda: «Miles me impresionó, porque me hizo las preguntas correctas desde el principio. No preguntaba cosas que no hacía falta preguntar. Hacía las preguntas que yo habría hecho, y yo apreciaba lo mucho que quería implicarse. Al día siguiente, subí a Jason y a Miles a la camioneta y fuimos a cazar un poco, y a hablar un poco más. Por la noche se nos unieron mi tío y un buen amigo mío, y eso les dio la oportunidad de hablar con ellos sobre cómo era yo antes del ejército y antes de que me desplegaran. Los usé como barómetro para Miles y Jason. Estaba seguro que de que sus corazones y sus mentes estaban donde debían estar, y de que iban a llevar aquello en la dirección correcta».
  Teller comenta: «Adam era un libro abierto; estaba más que dispuesto a compartirlo todo. Muy al principio, Adam dijo que no había ningún tema tabú. Para mí, esta historia va sobre la hermandad entre estos soldados, el círculo íntimo, la fraternidad».
  La experiencia de Teller con el ejército está avalada por un largo historial de familiares y amigos militares. El actor explica: «Mi abuelo era marine. El hermano de mi abuela fue uno de los marines que tomaron las playas de Normandía. Mi tío tiene una Estrella de Plata del ejército, estuvo en la 196ª Brigada de Infantería Ligera. Algunos de mis mejores amigos pertenecen a los Navy SEAL. Hay que ser una persona especial para oír el fuego y caminar en dirección a las balas. Todas las cualidades que más aprecio, la lealtad, la valentía, el heroísmo y la dignidad, son valores absolutos para estos hombres».
  Tras tres despliegues, Schumann volvió a Kansas, a su esposa Saskia y a sus dos hijos. Y es al mundo de ellos al que regresa esta versión alterada del Adam esposo y padre. Hall declara con convicción: «Las mujeres son el corazón de esta película. Cuando los soldados regresan a casa, sus mujeres son las heroínas. A las mujeres se les pide que abran su hogar y vuelvan a acoger a esa persona... y que la hagan sentir útil, querida y como si nunca se hubiera ido. Eso es todo un reto.
  »Haley Bennett es del Medio Oeste, y aportó a su papel la sensibilidad de una mujer corriente que ha pasado lo suyo —continúa diciendo el guionista y director—. Es auténtica y franca. Cuando recibe a su marido de regreso, entiendes a través de sus ojos lo que ella está pensando y sintiendo en cada momento. Eso nos ancla a su experiencia.
  A través de ella, nos damos cuenta de que el hombre que cruza el umbral ha cambiado.
¿Cómo va ella a acoger ese nuevo aspecto desconocido de él y a salvar a su familia?». 
  Para Teller, es en estas situaciones donde la película se diferencia. Tal como explica: «Estamos abordando las cosas al nivel de la familia. Estamos mostrando cómo es recibir a hombres destrozados, que seguramente ya no puedan volver a ser los mejores maridos o padres. Son distintos. Mostramos cómo encajan eso, y cómo es el proceso de intentar obtener ayuda, con o sin el Departamento de Veteranos, lo que puede resultar exasperante».
  Para Kilik, Bennett fue elección magnífica, ya que las cualidades inherentes de la actriz encajan a la perfección con el personaje del guion. «Haley se grabó para optar al papel, y resultó un trabajo muy auténtico, real y emocional. Esa sensibilidad y vulnerabilidad, combinadas con su fuerza, fueron evidentes desde el principio.
  Teníamos la suerte de tener un estudio que nos apoyaba, que dejaba que manejáramos este proyecto correctamente sin presiones para buscar un paquete comercializable. Por aquel entonces, Haley no era tan conocida como ahora... pero era perfecta para interpretar a Saskia».
  Bennett enseguida se encariñó con el personaje. La actriz explica: «Saskia era una persona a la que comprendí inmediatamente, y me sentí imbuida por lo que ella estaba viviendo. Sentí que la apoyaba, y que quería que ganara. Me di cuenta de que esto no solo trataba de Adam; no era solo su historia. También era el camino y la lucha de ella».
  Al igual que en el caso de Teller, la familiaridad de Bennett con la vida militar le venía de familia: «Mi abuelo estuvo en el ejército, mi padre estuvo en la armada, y mi amigo de la infancia se convirtió en Navy SEAL. Fue interesante descubrir los efectos de la guerra sobre esos soldados, porque me ayudó a comprender a mi padre. Al desenmarañar a estos personajes, podemos entender la vida de los soldados y la realidad de lo que tienen que vivir. La tragedia no termina cuando se acaba su despliegue... vuelve a casa con ellos y toca la vida de sus esposas, sus hijos, sus familiares y todos los que les rodean. Me gusta cómo el guion de Jason se centra en ese proceso y cómo da lugar a algunas situaciones intensas».
  Jason Hall reconoce el compromiso de Finkel y su aguda observación cuando dice: «David vivió con Adam y Saskia durante su proceso de transición, y eso hizo que me resultara fácil dramatizarlo. Y los actores hicieron un trabajo espléndido aportando humanidad a esos momentos, porque no son los diálogos los que transportan el significado, sino lo que están haciendo, su comportamiento. Tienen que superar muchas pruebas; ella está intentando descubrir si realmente es su marido el que ha vuelto, cómo ha cambiado, qué es distinto ahora».

REFLEXIONES FINALES: LAS VOCES QUE RESPONDIERON A LA LLAMADA..
  «Lo que intenta Gracias por sus servicios: El retorno de los soldados es coger esta frase tan extendida, que todos decimos, y ponerle crudeza detrás. Cuando terminas de leer las historias de las personas que aparecen entre las cubiertas de este libro —y si he hecho bien mi trabajo—, esas personas estarán tan presentes que la próxima vez que pronuncies esa frase, tendrás una idea mucho más precisa de a quién estás dando las gracias... y por qué se las estás dando». David Finkel «Lo que experimentas como espectador es una historia que te lleva dentro de un mundo que no está lejos, en Afganistán o en Irak, sino en la casa de al lado. Estas son personas reales, que están sufriendo por cosas de las que nadie se preocupa. Nosotros estamos poniendo eso en el centro del objetivo. Estamos contando una historia que no es solo entretenimiento. Cuando termines de verla y te encuentres con alguien que te diga “Yo he servido en el ejército”, verás a este soldado desde muchos prismas nuevos». Scott Haze

  «Estas personas son unas luchadoras. Allá lejos, cada día es el día uno. No puedes reflexionar sobre lo que pasó ayer, o anteayer. Tienes que darle al botón de reinicio, porque si no estás muerto. Siempre tienes que ir hacia adelante. Estos hombres y mujeres vuelven de una guerra con heridas físicas, mentales y emocionales que son increíblemente complejas y difíciles de aceptar cuando vuelven a la vida civil. Nadie que no lo haya visto de cerca puede hacerse una idea, y, está claro que son cosas muy difíciles de gestionar una vez de vuelta. Lo que admiro de estas personas es que quieren mejorar. Adam, día tras día, sigue viviendo su vida y peleando por salir adelante. Valoro ese espíritu de superación... y en eso hay mucha esperanza». Miles Teller

  «Educar al público es algo que no puedes forzar, e igualmente no es lo que estamos buscando. Se trata de ofrecer una experiencia. Lo que intento hacer con mis películas que abordan cuestiones sociales es mostrar qué se siente al meterse en la piel de estas personas. No es algo que tengamos la oportunidad de hacer a menudo, estar en una habitación con dos personas que están pasando por algo, viviendo una crisis.
Pero si podemos estar en esa habitación, si es algo real y auténtico... esa experiencia es educación en sí misma. En definitiva, si entendemos mejor a las personas, seremos capaces de apoyar su situación de una manera más productiva, sin piedad ni lástima, sino con tolerancia y compasión». Jon Kilik

  « Deber cumplido se centra en el regreso de los soldados; en su vuelta al hogar.
Pero el hogar no son dos sofás y una tele. El hogar es un sitio dentro de nosotros donde nos sentimos a salvo. Para estas personas, encontrar el camino de regreso a sí mismas es un largo viaje. Antiguamente, tenías tu tribu: volvías de una guerra y te reincorporabas a la tribu. Había una comprensión por parte de la comunidad de lo que habías hecho, y un aprecio por las cosas que habías tenido que pasar. Esa comprensión comunal les ofrecía una manera de procesar el dolor y el trauma. Ahora, muchos de estos soldados vuelven a casa... y allí no les espera una vida. Sus hermanos ya no están; su identidad se ha quedado atrás junto con su uniforme. El trabajo que saben hacer ya no es útil en la sociedad. Han vuelto a casa solos, y ya no encajan. Es importante que encontremos la forma de volver a esa comprensión comunal de su experiencia, para que podamos ofrecerles una bienvenida mejor». Jason Hall

  «Cuando ves que no estás solo, que no eres el único que está jodido, puedes empezar a trabajar a partir de ahí. Cuanto más sabes sobre una máquina y su funcionamiento, mejor la entiendes: cuando se rompe, sabes cómo arreglarla. Yo tuve muchas dudas la mayor parte del tiempo. No quería dar mi aprobación, no quería que usaran mi nombre, porque para mí, mi carrera militar había terminado en fracaso.
Tampoco me importaba la película. Y ahí está. Pero después de estar ahí, viendo lo que hacen, conociendo a las personas que la han hecho... Entré en la sala de proyección y vi mi catre, como si hubieran cogido mi habitación de Irak y la hubieran soltado ahí.
Después de ver todo aquello no podía sentirme más orgulloso de la dirección que habían tomado los libros y de la forma en que había salido la película... y todo por haberme encontrado con ese periodista en medio de Bagdad». Adam Schumann

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