Es una historia moderna, rara, alocada, que lleva el marchamo del gusto por el cine negro casi inseparable del guionista Rafael Azcona. Es un juego constante con la muerte provocado por la forma de vida actual, el hastio, los desencantos y las pasiones. Unas cuidadas interpretaciones que la pareja protagonista en la que se nota la mano de Elías Querejeta, del que lleva su sello en la producción.
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