| Título: |
ASESINOS DE REEMPLAZO |
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Tit. Orig.:
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THE REPLACEMENT KILLERS |
| Nacionalidad: |
EE.UU., 1998
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| Dirección: |
ANTOINE FUQUA
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| Guión: |
KEN SANZEL |
| Fotografía: |
PETER LYONS COLLISTER |
| Música |
HARRY GREGSON-WILLIAMS |
| Interpretes: |
CHOW YUN-FAT, MIRA SORVINO, MICHAEL ROOKER, JÜRGEN PROCHNOW, TIL SCHWEIGER, CARLOS GOMEZ, DANNY TREJO, CLIFTON GONZALEZ, PATRICK KILPATRICK |
| Censura: |
NO RECOMENDADA PARA MENORES DE 18 AÑOS |
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| Duración: |
96 MINUTOS |
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Por PACO CASADO
El cine americano siempre ha sabido acoger en su seno a aquellos directores, actores y técnicos que les llegaban de otros países a los que rápidamente adaptaba a sus costumbres y forma de ver el séptimo arte.
Pero últimamente están arribando unas corrientes orientales que no nos gustan nada.
John Woo y otros compañeros están colonizando el género de acción imponiendo sus reglas, a base de violencia y montajes rápidos que en nada benefician al desarrollo del cine.
En esta ocasión es un actor, Chow Yun-Fat, que tras hacer una larga serie en la televisión de su país, se hizo famoso y comenzó a protagonizar películas de acción, entre ellas algunas dirigidas por John Woo, hasta convertirle en la máxima estrella del género. Esta es su primera producción americana.
Interpreta a un asesino profesional que a la hora de ejecutar un trabajo se arrepiente y se pone en contra al poderoso mafioso que se lo encargó, que le tiene cogido porque ha secuestrado a su familia.
Tan sólo cuenta con la ayuda de una falsificadora de documentos para lograr su objetivo.
Film llevado a gran ritmo, con abundancia de disparos y violencia por doquier que se beneficia de la química de la pareja protagonista, Chow Yun-Fat y la atractiva Mira Sorvino, pero no nos ofrece más que un tópico detrás de otro, realizado por un director proveniente del campo del video clip y los anuncios comerciales de la televisión, como Antoine Fuqua que hace su ópera prima, por lo que se le da muy bien la puesta en escena de esta cinta a base de planos cortos y montaje rápido.
Película para los amantes del cine de acción exclusivamente. Producida por Carlos Reygada, Carlos Serrano Azcona, Jaime Rosales y Jaime Romandía, hace su ópera prima el guionista y director madrileño Carlos Serrano Azcona, que fue ayudante de dirección de Carlos Reygada en su primer largometraje, Japón.
Antes estudió Filosofía en la Universidad Complutense y dirección en la London Film School, pero poco aprovecharía el tiempo a juzgar por los resultados de su ópera prima.
A la vista de quienes son los productores, del estilo de cine que suelen hacer, de la ayudantía de dirección con el que aprendió, no es de extrañar que el cine que lleva a cabo en su primera película este individuo sea exactamente igual que el de sus próceres, con las mismas características, de aburrido, de sin sentido, de sin argumento y de sin idea de lo que es el lenguaje cinematográfico en su afán de innovar o de epatar, siempre con la cámara a mano y pegada a la nuca del protagonista que deambula por las discotecas y las calles de noche, de día o duerme en un banco, sin la más mínima elipsis de tiempo.
El protagonista se ha divorciado de su mujer pero quiere ver a sus hijas, cosa que tiene prohibido por ley y a pesar de ello se empeña en hacerlo. Ha trabajado fugazmente en la discoteca de un amigo pero es expulsado a las primeras de cambio y se vuelve a quedar en la calle sin nada que hacer. Termina acercándose a ver a su abogado que le vuelve a decir que no haga nada y acaba por querer tirarse de un puente y ahí se corta la historia, si es que a eso se le puede llamar así, que está mejor contada en estas cuatro líneas que en las insoportables imágenes de esto ya que no nos atrevemos a llamarle película.
Esta misma técnica en las cintas de Reygada es aburrida, se ve crecer la hierba, observar íntegro un amanecer o una puesta de sol, pero al menos tiene una belleza que aquí no hay por ningún lado. Y se ponga como se ponga el director y sus patrocinadores esto es anticine, anticomercial y dudamos que encuentre quien lo estrene. Pasó por el Festival de San Sebastián en una de las secciones paralelas, que es donde se ha llegado a exhibir y los pocos que la vieron salieron echando pestes.