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CRITICA
Por: PACO CASADO
No es esta la primera vez que se lleva al cine la célebre y dramática novela de Emily Brontë, ya que ilustres antecedentes existen en la historia del cine. Ahí están, a bote pronto de memoria, la de 1939 de William Wyler, con guión de Ben Hetch y como intérpretes Merle Oberon, Lawrence Olivier y David Niven. En 1953 nuestro querido Luis Buñuel también hizo una adaptación con el título español de 'Abismos de pasión', que interpretaron Jorge Mistral e Irasema Dilian.
Y en 1973 fue Robert Fuest quien la llevó de nuevo a la pantalla con Anna-Calder Marshall y Timothy Dalton como principales protagonistas.
De todas ellas las dos primeras tenían su personalidad. La primera luchando Wyler con el dramático argumento imponía su carácter de gran investigador cinematográfico en aquella época y por su parte Buñuel no dejaba de dar su propio sello sobreponiéndose al culebrón que era su argumento. Robert Fuest no aportó nada más que una correcta y anodina realización sin más.
Esta vez un inglés el que se encarga de llevar de nuevo a cabo, en su ópera prima, este argumento de conductas tan deleznables, en el que el proceso interior de los personajes no está expresado ni en la novela ni en el guión, por lo que todo queda muy superficial y porque sí.
La tensión que existe en el comportamiento de los personajes, así como la truculencia sensiblera, originan altibajos de interés y desigualdades en la puesta en escena.
Su argumento es como si se desdoblara en dos y se volviera a repetir con la generación siguiente en la que el perverso Heathcliff lleva a cabo la venganza en sus hijos. Es poco menos que increíble tanto odio acumulado como para esperar una venganza tan a largo plazo y en unos seres que no son culpables.
La realización no es de lo más ecuánime con el paso del tiempo en los protagonistas, con un Ralph Fiennes que resulta con la misma cara de enfado toda la película y sin aparecerle una sola cana tras un cuarto de siglo. En cambio Juliette Binoche tiene ocasión de interpretar dos papeles muy distintos, la madre y la hija, en los que se demuestran las cualidades de la joven actriz de Herida y Azul.
Unos cortos resultados para una película que no aporta nada a las anteriores versiones, a la que se le añade un prólogo y un epílogo a cargo de la autora que no era necesario.
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