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CRITICA
Por: PACO CASADO
En Hollywood hubo un época en que estuvo muy de moda el melodrama, casi siempre centrado en las mujeres, porque ellas se identifican más fácilmente con el problema y son más fieles clientes cinematográficos que los hombres. En esta película, tercera versión de la famosa novela de Alan Paton, este drama se basa fundamentalmente en dos protagonistas masculinos, un pastor de color en la Sudáfrica de 1946, al borde del apartheid, en el que se ceban todas las desgracias, y un rico terrateniente blanco.
El primero es pobre, su parroquia se cae a pedazos, su hermana ejerce la prostitución en Sidney, su hermano es un sindicalista corrupto y su hijo ha matado al hijo del hacendado blanco.
Es interesante la presentación de los dos personajes, el cruce que se hace a lo largo del argumento en el que se ven sólo lo necesario y los diálogos entre ellos los precisos como para que la humildad y el dolor del sacerdote hagan cambiar el odio y el racismo del potentado blanco por humanidad y comprensión.
Se da la ironía de que mientras que el padre rico odia a los negros, su hijo monta un club en defensa de los jóvenes de color. Al tiempo existe el contrapunto de la bondad del sacerdote con su descarriado hijo que llega hasta el crimen, aunque sea de forma involuntaria.
No era fácil llevar a cabo este melodrama en el que como telón de fondo discurren los horrores del apartheid, el problema político, racial y social. En esta versión se ha tendido más a resaltar la parte del drama humano, a pesar de que los demás no han perdido vigencia.
El film resulta frío en algunos momentos debido a una funcional dirección que no pone sensibilidad en lo que se desarrolla en la pantalla, más preocupada por una reconstrucción histórica perfecta o por hacer una realización clásica y de lo más correcta, aunque impersonal.
Buena parte del peso de la cinta recae sobre los dos grandes actores, especialmente en James Earl Jones, para quien le viene el papel como un guante.
Posee una bella fotografía a lo que contribuye el paisaje africano realzado por la descriptiva música que ha compuesto John Barry ayudado por los temas negros de Miriam Makeba.
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