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CRITICA
Por: PACO CASADO
Conociendo que la educación de Paul Schrader se llevó a cabo en un seminario, donde no quiso ordenarse como sacerdote, y que actualmente pertenece a la religión episcopaliana, no nos puede extrañar que el tema de la culpa se apunte en casi toda su filmografía, aunque en la que ataca de forma más directa la cuestión religiosa sea en 'Touch' (1997), a través del hermano Juvenal que, tras salir de una congregación franciscana, descubre que se ha convertido en un estigmatizado que tiene poderes para curar, pero se empeña en mantenerse fuera de todo y apartado de la corrupción de un mundo donde nada es sagrado y todo tiene un precio.
Esto al ser conocido por los medios de comunicación tratan de sacarle partido, como también pretende ser monopolizado por un
representante de artistas para comercializar los hechos en su propio beneficio.
Paul Schrader hace su acercamiento al tema en clave de comedia, sin tomarselo demasiado en serio, ni profundizar de forma dramática
en la cuestión.
Pero eso no le impide criticar la manipulación religiosa de las masas a través de los medios de comunicación, los males de la sociedad yanqui, el fundamentalismo religioso, el misticismo basura, los comportamientos radicales o falseados por los mercantilistas más falaces.
Como buen guionista, adapta de la mejor manera la novela de Elmore Leonard, extrayendo de ella la estupenda descripción de los personajes y como director saca partido del gran reparto que posee, donde tal vez el más endeble sea el protagonista, Skeet Ulrich, frente a los demás actores más experimentados.
En unos momentos en que se habla tanto de cine independiente, Paul Schrader nos parece el que más de los directores norteamericanos, y no por el carácter de producción de su cine, sino por el espíritu de su obra.
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