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CRITICA
Por: PACO CASADO
Basándose en la novela de Robert Farrar, el cine americano ha construido una disparatada comedia en la que un pobre americano, empleado de un videoclub, va a Londres a celebrar su cumpleaños invitado por su hermano, que le va a hacer participar en un juego de rol titulado el Teatro de la vida. Pronto es confundido con un agente secreto que ha de llevar a cabo una peligrosa misión mientras cree que sigue representando el papel que le ha tocado en suerte.
El punto de partida parece inspirarse en el film de Alfred Hitchcock, 'El hombre que sabía demasiado', aunque nada tiene que ver, más que se trata de una sátira sobre el género de espías, agentes secretos y conspiraciones que van sembrando muertos por doquier.
Más se parece a otra reciente película titulada 'The Game'.
Las cinta tiene poca enjundia y la gracia en chistes y situaciones se echa a faltar en muchas ocasiones, ya que todo es previsible desde el principio. Tampoco los guionistas se han partido la cabeza para enriquecer el argumento, que resulta artificioso.
A conseguir algunas sonrisas contribuye la actuación de Bill Murray, siempre dispuesto a hacer el ridículo por el bien de la causa, aunque los resultados obtenidos por Jon Amiel son bastante descafeinados, como si no estuviera en muy buena forma este director, más preocupado por conseguir una buena ambientación que por obtener una interesante historia que contar.
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