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CRITICA
Por: PACO CASADO
Mel Brooks, cuando decidió ponerse detrás de una cámara para dirigir, se propuso hacer una parodia de cada uno de los géneros cinematográficos.
Ciertamente le salieron bastante bien el del 'El jovencito Frankenstein', el cine de Alfred Hitchcock con 'Máxima ansiedad', el Oeste con 'Sillas de montar calientes', y así podríamos seguir con algunos, pocos, títulos más.
Pero en los últimos tiempos parece que le ha abandonado la inspiración o algunos otros factores que ignoramos, pero la verdad es que las últimas realizadas en este sentido dejan bastante que desear, además de introducir en sus gags abundante sal gorda, con elementos burdos, zafios, cuando no incluso groseros.
Le toca ahora en suerte parodiar otro clásico del género de terror, Drácula, como antes lo hizo con Frankenstein, y toma para ello la figura última, que nos dio Francis Ford Coppola, coronando debidamente con una peluca semejante a Leslie Nielsen, que se ha convertido en el cómico por excelencia del actual cine americano, protagonista de todas las parodias habidas y por haber y las que aún nos quedan por ver en esta misma temporada.
El propio Mel Brooks se ha reservado un papel figurando así también en el reparto junto a las explosivas figuras decorativas de Ami Yasbeck y Lysette Anthony. No cabe duda de que se le podía haber sacado más partido al tema.
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