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CRITICA
Por: PACO CASADO
El director Franco Zeffirelli tuvo un buen comienzo en el cine.
Aprendió de un gran maestro como Luchino Visconti, haciendo de ayudante de dirección en 'Bellísima' (1951), entre otras, y adquirió incluso los mismos gustos por la ópera y el barroquismo como su maestro.
Su primera película fue 'La fierecilla indomable' (1967) y detrás vinieron 'Romeo y Julieta' (1968) y 'Hermano sol, hermana luna' (1972) y 'Campeón' (1979), film este último para el que se trasladó a Norteamérica donde ha realizado ahora 'Amor sin fin' (1981).
La cinta no es más que una nueva versión de Romeo y Julieta en moderno, con los problemas de una pareja de jóvenes que se quieren y han de luchar contra la incomprensión de sus padres y los inconvenientes, prejuicios y leyes de la sociedad norteamericana.
Basándose en la novela escrita por Scott Spencer, Franco Zeffirelli juega con los resortes precisos para conseguir un buen producto comercial, al que ha tratado de darle una estética muy a su estilo, con lo que cree poder salvar el melodrama lacrimógeno que ha puesto en pie.
Acumula desgracias en torno a la pareja, como si de una nueva 'Love Story' (1970) se tratara y juega las armas de tener como protagonista a la joven actriz Brooks Shields que tras su descubrimiento en 'La pequeña' (1978), de Louis Malle y la reciente película 'El lago azul' (1980), se ha convertido en una de las actrices más taquilleras en la actualidad.
Junto a ella el joven valor Martin Hewitt, arropados por la veteranía de actores como Don Murray, Shirley Knight y Richard Kiley.
Un film con una bellísimo fotografía de David Watkin y una buena música compuesta por Jonathan Tunich, completan el cuadro de valores escasos de esta cinta.
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