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CRITICA
Por: PACO CASADO
Cuando existe una censura los autores se las ingenian para decir las cosas y poderla burlar como se merece. Este truco fue el que empleó Arthur Miller para denunciar la caza de brujas que llevó a cabo el senador McCarthy en los años cincuenta contra los escritores, artistas, directores y guionistas a los que tachaba de comunistas.
Sacó una obra de teatro, 'Las brujas de Salem', escrita en 1952 y estrenada dos años más tarde, donde exponía a través de las formas inquisitoriales, un hecho real ocurrido en aquel lugar en 1692, en el que se ponía de manifiesto toda la falta de cordura, la intolerancia y el fanatismo religioso de una cerrada sociedad puritana, que vivía fiel a unos inamovibles principios, reprimida sexualmente, que de esta manera eliminó a aquellos miembros que creían podridos.
Con estas rígidas e irracionales creencias se cometieron graves errores, ya que murieron en la horca 21 ciudadanos, más o menos inocentes, frutos de la intolerancia de esta locura colectiva.
La obra de teatro ha quedado como un clásico de la escena americana, pero curiosamente nunca se había llevado al cine por esa cinematografía, aunque sí existe una versión franco-germana, de 1956, dirigida por Raymond Rouleau, interpretada por Yves Montand y Simone Signoret, así como un telefilm de 1967 protagonizado por George C. Scott, Twesday Welch y Colleen Dewhurt.
Esta primera versión norteamericana de la obra ha sido adaptada de forma brillante por el propio dramaturgo, Arthur Miller, lo que ya le ha valido una nominación al Oscar por el guión.
Ha contado con un director británico de procedencia teatral, Nicholas Hytner, que ya había llevado a cabo con acierto La locura del Rey Jorge, que conoce perfectamente el origen de la obra y hace una puesta en escena llena de elegancia, con la frescura y naturalidad requerida, dando su sitio y la importancia debida al texto, como igualmente una espléndida composición de cada personaje, a lo que contribuye notablemente el buen trabajo de todos ya cada uno de los actores, tanto los jóvenes, encabezados por Winona Ryder, como los veteranos comandados por Paul Scofield, o los maduros Daniel-Day Lewis, en el papel de John Proctor, y Joan Allen que hace de su esposa y que está nominada al Oscar como actriz secundaria.
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