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CRITICA
Por: PACO CASADO
Richard Quine es un director que por sus últimas obras está siendo muy apreciado y se intuye como una de las grandes promesas que puedan sustituir a los maestros de la comedia de Hollywood en estos momentos y tiempos en que todo está cambiando.
Quine es un buen hacedor de comedias, pero esta cinta aún estando en el camino y a pesar de su antigüedad nos paree que es un pequeño paso atrás en la filmografía del realizador.
Nos parece que está más en la línea de sus primeras comedias y si hemos de compararla con algún otro film de su filmografía nos inclinaríamos por "Un cadillac de oro macizo", realizada con anterioridad, pero sin la agilidad y gracia que tenía esta comedia.
La película nos parece lenta de planteamiento, quizá por una falta de chispa y una cierta desgana.
Parece una película realizada sin entusiasmo, por compromiso.
Se detiene el largometraje en una serie de problemas de tipo político originado por la democracia americana y con los pequeños trucos de que se valen las grandes empresas para impoer su capitalismo a ultranza.
En este sentido tiene una cierta valentía pero paradógicamente cae en unos convencionalismos manidos al final de la cinta, precisamente cuando ésta gana en agilidad, ritmo y gracia.
El film se salva en cierto modo por la idea que Quine tiene del cine. Él cree que el cine es como el jazz-man, que lo que tiene interés es la forma de la improvisación, de la interpretación y noi el tema.
Desde este punto de vista sí apunta ya un estilo y forma de hacer que cuajaria más adelante en otras películas realizadas posteriormente, y siempre siguiendo a sus maestros admirados como Stanley Donen, Vincente Minelli o Billy Wilder.
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