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CRITICA
Por: PACO CASADO
La famosa espía Mata-Hari, cuyo verdadero nombre no era otro que el muy largo de Margarita Gertrudis Max Leod Zelle, que murió fusilada el 15 de octubre de 1917, ha sido siempre un personaje atractivo para el cine, aunque no ha gozado de muchas versiones.
Se recuerdan dos antecedentes ilustres como los interpretados por Greta Garbo en 1932 bajo la dirección de George Fitzmaurice y el de Jeanne Moreau en 1964, dirigida por Jean-Louis Richard.
Tal vez estos hayan frenado el hacer nuevas versiones, pero ahora los incansables Menahem Golan y Yoran Globus, propietarios de la Cannon, se han atrevido con esta nueva versión dirigida por el norteamericano Curtis Harrington y protagonizada por la erótica Sylvia Kristel.
La película cuenta una vez más las aventuras de esta espía de origen holandés, bailarina exótica en los ratos libres, y apasionada amante, que fe de un bando a otro durante la Primera Guerra Mundial, cosa que no está muy claramente expuesta en el guion de la cinta, que parece más bien dirigida hacia la personalidad y figura erótica de Krystel, que no pierde ni un solo minuto en estar en pantalla y de hacer el amor en múltiples ocasiones, en escenas eróticas como si de cualquier película de la serie Emmanuelle se tratara.
El film ha sido rodado en Budapest aprovechando los edificios de la época que ha sido recreada a base de automóviles antiguos y vestidos además de mobiliario de la época.
Curtis Harrington, en otros momentos discípulo de Roger Corman y autor de notables largometrajes de suspense y terror como "La muerte llama a la puerta", no logra sacar del hecho y el desastre la cinta con una Sylvia Kristel que no logra ser actriz y que una vez más se dedica al exhibicionismo, que es lo que saber hacer muy bien, ni tampoco le secundan sus compañeros de reparto.
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