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LOS COLONOS
INFORMACIÓN
Titulo original: Los Colonos
Año Producción: 2023
Nacionalidad: Argentina, Chile, Inglaterra, Taiwán, Alemania, Suecia, Francia, Dinamarca
Duración: 97 Minutos
Calificación: No recomendada para menores de años
Género: Drama
Director: Felipe Gálvez Haberle
Guión: Antonia Girardi, Felipe Gálvez Haberle, Mariano Llinás
Fotografía: Simone D'Arcangelo
Música: Harry Allouche
FECHA DE ESTRENO
España: 11 Octubre 2023
DISTRIBUCIÓN EN ESPAÑA
Sideral Films


SINOPSIS

Chile, principios del siglo XX. Un rico terrateniente contrata a tres jinetes para delimitar el perímetro de su extensa propiedad y abrir una ruta hacia el océano Atlántico a través de la amplia Patagonia. La expedición, compuesta por un joven mestizo chileno, un mercenario estadounidense y dirigida por un temerario teniente británico. Esta misión se convirtió en un violento genocidio de Los Selk’nam...

INTÉRPRETES

MARK STANLEY, SAM SPRUELL, ALFREDO CASTRO, MARIANO LLINÁS, MARCELO ALONSO, LUIS MACHÍN, CAMILO ARANCIBIA, BENJAMÍN WESTFALL, AGUSTÍN RITTANO, ADRIANA STUVEN, EMILY ORUETA, MISHELL GUAÑA

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ENTREVISTA AL DIRECTOR...
¿Por qué decidió hacer una película sobre la colonización de Chile y contar este episodio concreto de la historia?...
Los acontecimientos de la película no forman parte de la versión oficial de la historia de Chile.
Tampoco figuran en los programas escolares.
Nunca había oído hablar del genocidio de Los Selk’nam, a los que los blancos de nuestro país llaman Onas. Leí sobre ello hace quince años en un artículo que mencionaba la realidad oculta del genocidio. En la escuela aprendemos la historia de Chile hasta 1973. No se menciona la dictadura militar que siguió. Todavía no existe una versión oficial de la historia del régimen autoritario. ¿Merece la pena contar esa historia? Y, lo que es más importante, ¿cómo se hace para contarla? Estas preguntas me llevaron a pensar en los acontecimientos anteriores, a principios del siglo XX, que también fueron ignorados. ¿Qué le ocurre a un país cuando se borra una página entera de su historia? ¿Por qué no remontarse a ese otro episodio, unos cien años antes, en lugar de la supresión actual de la dictadura militar?
La isla Dawson, en Tierra del Fuego, fue utilizada por el régimen de Pinochet para detener y posteriormente exterminar a presos políticos, entre ellos ministros del gobierno y amigos íntimos de Salvador Allende. Una matanza anterior de poblaciones indígenas tuvo lugar en la isla y ha sido totalmente olvidada. Para entender la historia reciente de Chile, hay que remontarse más atrás en el tiempo, a la colonización de las tierras ancestrales de los pueblos indígenas. Hoy, en Chile, las autoridades quieren hacernos olvidar la dictadura de Pinochet de la misma manera que intentaron hacernos olvidar el exterminio anterior de los pueblos indígenas. Irónicamente, los Selk’nam forman parte hoy del imaginario popular chileno. En el aeropuerto se venden muñecos Selk’nam, y el pueblo de Tierra del Fuego está representado en las etiquetas de vinos y chocolates. Lo que me interesaba de todo esto, lo que buscaba con mi película, era cómo la historia de una población casi desaparecida se ha convertido en parte de una narrativa nacional. La película se basa en esa realidad, en esa paradoja.

¿Cómo fue la investigación entre Antonio Giraldi y usted para escribir el guion? ¿Existieron realmente los personajes de la película?...
La película es una mezcla de personajes reales e imaginarios. El Presidente Montt y Menéndez existieron realmente. Casi todas las tierras que aparecen en la película pertenecen a los descendientes de la familia Menéndez, que se establecieron en la Patagonia chilena y argentina. En los créditos finales aparecen varias fotos de la familia, incluido el verdadero José Menéndez, interpretado por Alfredo Castro en la película. El capataz de Menéndez, Chancho Colorado, es un personaje de la vida real. MacLennan, que también aparece en algunas de las fotografías, es hoy una figura legendaria en Chile. Calles y ríos de Tierra del Fuego llevan su nombre. Moreno, el hombre designado para trazar la frontera entre Argentina y Chile, también es un personaje real. También sabemos que el juez Waldo Seguel fue enviado a Punta Arenas a finales del siglo XIX para llevar a cabo la primera investigación sobre la matanza de las poblaciones indígenas. Como en esa época la neutralidad no era un problema, el juez se alojó en la casa de José Menéndez. Estas primeras diligencias judiciales, que nunca llegaron a nada, fueron descubiertas hace unos veinte años por una pareja de antropólogos chilenos que localizaron y transcribieron las actas originales de la investigación. Cientos de testimonios relatan la matanza y persecución de las poblaciones autóctonas, pero nunca se llegó a ninguna condena. Los personajes de la película se inspiraron en esa historia, en los testimonios y entrevistas contenidos en los archivos recientemente recuperados.
Pero la idea era producir también una ficción.
La película se inspiró en novelas, leyendas populares, pinturas y cine, y no sólo en estos acontecimientos. Los colonos no es una verdadera reconstrucción de la historia. Es más bien una reflexión sobre cómo la ficción, y especialmente el cine, pueden modificarla y distorsionarla, e incluso reescribirla.

Los colonizadores de América Latina suelen asociarse con los conquistadores españoles del siglo XVI. Su relato de la colonización se sitúa mucho más tarde, a principios del siglo XX...
Todos conocemos a los conquistadores del siglo XVI y la barbarie con la que impusieron su modelo de civilización a las poblaciones indígenas.
Hoy en día, estos relatos son la versión oficial de la historia chilena, explorada en obras de escritores, historiadores y artistas.
Pero una de las perspectivas únicas que ofrece la película es la idea de que nosotros, los chilenos, fuimos colonizadores en nuestra propia tierra. ¿Cómo se forjan las identidades nacionales en los países recién formados?
¿Y por qué se repite el horror de la conquista, infligida, en este caso, por los chilenos y no por los españoles? Hay pocos relatos sobre este periodo de la historia de Chile. En Argentina, el exterminio militar de las poblaciones indígenas, ordenado por el general del ejército y presidente, Julio Argentino Roca, está ampliamente documentado. En Chile, la matanza de los pueblos indígenas, perpetrada por los estancieros de Tierra del Fuego y apoyada indirectamente por el gobierno chileno, ha sido borrada de la historia oficial del país. Nunca se mencionan los hechos. Se silenciaron por completo.
La industria cinematográfica siempre ha promovido la imagen del colonizador. Con el cine de aventuras surgió toda una cultura fascinada por la imagen del extranjero, del colonizador -genio, científico o loco- que descendía sobre América Latina. Luego, el western convirtió el proceso de colonización en una forma de entretenimiento, en la que los “indios” se confunden con el peligro y la barbarie hasta el punto de ser una herramienta casi propagandística de los nuevos estadosnación y sus ideales de civilización y progreso.
Me interesaba retratar a los colonos como gente corriente. En realidad, los colonizadores eran pobres, ignorantes y groseros. No eran héroes. En mi película no hay héroes, sino una diversidad de perspectivas que obligan al espectador a tomar partido, a decidir con qué personajes puede identificarse o puede rechazar.

La historia se cuenta en dos partes, en dos periodos de tiempo y en dos registros distintos. Primero, las escenas exteriores, con la expedición de tres personajes en una misión -conquistar tierras y exterminar a las poblaciones indígenas- y al final, los personajes en sus respectivos hogares: Menéndez en su gran residencia de Punta Arenas, y el mestizo Segundo, miembro de la expedición, con su mujer en su sencilla choza de la isla de Chiloé, más al norte...
Quería que la primera parte transcurre al aire libre: un viaje a caballo en compañía de tres personajes con los que empatizamos o refutamos. Y a través de ellos, mostrar las diferentes perspectivas y mentalidades de los colonos, en función de las responsabilidades y la autoridad de cada uno. Por eso la historia se abre con Menéndez, que es el motor de todo lo que ocurre en la película, y por eso termina con él en su casa, donde se ve claramente la riqueza que adquirió con sus grandes propiedades de tierras y ovejas, construidas a base de actos de barbarie y muerte en nombre de la “civilización”.
Los impresionantes paisajes de colores vivos y atrevidos quedan atrás para adentrarnos en un interior oscuro y helado.
La primera parte muestra lo sucedido, los actos de violencia. La segunda parte se compone de palabras. La violencia, a partir de ahí, está en el lenguaje, en las palabras pronunciadas por Menéndez, cuya brutalidad asume con clara conciencia. También está en la actitud cínica de Vicuña, el enviado del presidente de Chile.
El clérigo de la casa de Menéndez apenas habla y mantiene un perfil bajo.
En el exterminio de las poblaciones indígenas participaron tres grupos: los hombres como Menéndez, que se apropiaron de sus tierras ancestrales; las autoridades gubernamentales, representadas por Vicuña, cuyo silencio o no intervención concedió sus tierras; y la Iglesia, que actuó como cómplice pasivo. El sacerdote es un representante de la congregación de la Misión Salesiana, centro educativo y religioso de Tierra del Fuego. Pero sobre todo es la encarnación de la apatía en el seno de la familia Menéndez. Está ahí, pero permanece en silencio.
Los mercenarios y los cazarrecompensas tienen orígenes diferentes. Bill es americano y luchó contra los Comanches. MacLennan, en cambio, procede del ejército británico.
Antes de la apertura del Canal de Panamá en 1914, el único paso del Atlántico al Pacífico pasaba por la región. Tierra del Fuego atrajo a numerosos extranjeros de muy diversas nacionalidades. Los terratenientes y ganaderos necesitaban mano de obra, y la importaban: Bill, que había trabajado como vaquero en Texas, estaba entre ellos. Bill representa el Nuevo Mundo. Y MacLennan, el Viejo Mundo. Bill puede o no ser más racista que los otros, pero a diferencia de ellos, no trata de ocultarlo.
Su misión es claramente matar a los nativos.
Formaba parte de la “limpieza” del territorio, para dar paso al desarrollo de la ganadería.
El exterminio de las poblaciones autóctonas estaba ligado a la preservación de la economía ganadera ovina y, por tanto, a los intereses de los ganaderos. Había que eliminar todo lo que pudiera matar o comerse a una oveja, ya fuera un animal salvaje o un indígena. Un tercer personaje completa el triángulo: Segundo, un mestizo de la isla de Chiloé. Mapuche por parte de madre y español por parte de padre, fue elegido por su conocimiento del clima de la región. En aquella época, en Chiloé, la tierra ancestral de los mapuches, había una gran población mixta. La isla fue la última zona de Chile colonizada por los españoles, la última región en unirse a la recién formada nación...
Fue la iglesia, en Chiloé, la que convenció a la población nativa de romper con la corona española para unirse a la nación de Chile.
La mayor parte de la población chilena es mestiza. El triángulo inicial, formado por Bill, MacLennan y Segundo, evoluciona a lo largo de la película. Está la larga escena, por ejemplo, con el coronel Martin, Bill y MacLennan, y la escena final, con Vicuña, Segundo y su mujer, Kiepja.
Segundo, que es mitad mapuche y mitad español, está en el lado equivocado de la historia. A la vez que traiciona a su pueblo y sus orígenes, es víctima del racismo de los cazarrecompensas, y en particular del de Bill.
Esto explica el malestar de Segundo durante las escenas de la masacre y la violación. Es el testigo de lo que se hizo a los indígenas, la memoria viva de la tragedia, del genocidio…
Los mestizos formaban parte del proceso de colonización. Su papel, como guía y explorador, es fiel a la realidad. El papel, la posición y el punto de vista de Segundo añaden una capa de complejidad a todo. Necesitaba que fuera joven. Su madre, mapuche, podría haber sido violada por un español. Segundo, cuyo nombre de pila es español, es a la vez hijo de una víctima de la colonización e hijo de la conquista. Las acciones de los demás personajes se ven a través de sus ojos. Empatizamos con él. Nos hace comprender el horror. Viaja por tierras cuyos habitantes ancestrales están siendo asesinados. El conflicto interior al que se enfrenta como persona mitad blanca y mitad indígena le permite comprender su lugar en el
mundo. Veo su regreso a Chiloé y su renovación con el modo de vida indígena -no tiene caballo; vive de la pesca- como un regreso a la patria.
Para mí, está relacionado con su linaje materno. El personaje de vicuña es muy contemporáneo.
Denuncia la masacre de los indígenas y las acciones de los colonos. Quiere que los pueblos indígenas formen parte de la imagen nacional, pero, como demuestras claramente, escenifica la narración, dando visibilidad a las poblaciones nativas de Chile y privandolas de voz. Quiere lograr la reconciliación a costa del olvido, negando la verdad y la masacre.
No estoy seguro de que sea un personaje contemporáneo. Más bien diría que su personaje existió en el pasado y sigue existiendo hoy en día. Incluso es un arquetipo en Chile. También el carácter de Bill -está persuadido de que tiene razón, confía en todo lo que hace y dicees muy contemporáneo. Chile no reconoce a los indígenas en su constitución como lo hace Canadá. Se les priva de sus derechos. Vicuña era especialmente consciente del poder del cine, y de la puesta en escena, como herramienta de propaganda y para escribir una narrativa nacional. En las primeras versiones del guion, la segunda parte era más corta, apenas existía, y se situaba varios años después. Se limitaba a relatar el viaje de los tres hombres, y su historia tenía un final violento: Bill es asesinado, Martin viola a MacLennan, Segundo se marcha con Kiepja... y la masacre continúa. Faltó un periodo de reflexión, los discursos, una ideología que justifique o condene... Por eso escribimos en el guion el personaje fuera de pantalla del presidente chileno. Tras la adjudicación de las tierras, el Presidente de la República envía a su enviada, Vicuña, para ver cómo se habían desarrollado los acontecimientos y sacar conclusiones. Vicuña tiene una cámara, los indígenas no.

La película hace un amplio uso de la violencia, es decir, de la violencia gráfica. ¿Fue una elección voluntaria desde el principio?...
¿Hay alguna otra forma de retratar ese tipo de mundo? ¿Un mundo en el que la vida sólo vale el trabajo para el que sirve? La escena inicial con el empleado mutilado es un ejemplo de ello: se ha vuelto no apto para el trabajo y, por lo tanto, es eliminado. La escena marca el tono de todo lo que sigue. Y la inutilidad de la vida se aplica tanto al hombre blanco como al nativo. Esto es algo que quería subrayar, y que Bill descubrirá más adelante. La violencia es un poco como la banda sonora de la película. Establece el tono.
Contar esta historia silenciada sin retratar la brutalidad y la violencia de los hechos habría sido imperdonable, un compromiso inaceptable con respecto a la historia como a las víctimas. Los cineastas chilenos han tenido muy pocas oportunidades de contar la historia de cómo un pueblo pacífico fue brutalmente perseguido. Tardé nueve años en hacer esta película y nunca me lo planteé de otra manera.
Sentí el deber de mostrar con todo detalle lo que realmente ocurrió. Era parte de mi responsabilidad como cineasta.

Al mismo tiempo, la peor masacre de la película se relata pero no se muestra. Segundo se la describe a Vicuña, que no toma ninguna medida...
Esa es la otra realidad violenta, la de las autoridades que, tras aceptar la matanza de los pueblos originarios, les niegan su historia, deliberadamente borrada. Segundo soporta todo el peso, primero como testigo y luego cuando Vicuña hace oídos sordos al horror de su relato. En cierto modo, es un doble del espectador. ¿Quién comete los mayores actos de violencia en la película? Es una pregunta interesante, y la respuesta puede variar según el espectador. La escena final, cuando Vicuña aparece dirigiendo a Kiepka para su película, podría percibirse como especialmente violenta. Porque la violencia puede ser física y, por tanto, visible a simple vista, pero también puede adoptar otras formas, como la violencia que sufre Kiepja cuando Vicuña la obliga a comportarse de forma antinatural. Vicuña es el dueño de la cámara y tiene el poder de reescribir la historia. No le importa lo que les ocurrió a las poblaciones nativas. Sólo necesita capturar su imagen. Estamos menos acostumbrados a ver este tipo de violencia que la otra.

Además de Alfredo Castro, que interpreta a Menéndez, ¿quiénes son los demás actores y por qué los elegiste?...
Desde el principio supe que quería un reparto de actores con y sin experiencia. Los actores se mostraron increíblemente comprometidos y entregados, así que la mezcla tuvo mucho éxito. La mayoría son actores profesionales, excepto el argentino Mariano Llinás, director de La Flor (2018), que interpreta a Moreno. En la película, su personaje es enviado a resolver el tema limítrofe argentino chileno. Marcelo Alonso, que interpreta a Vicuña, es un conocido actor. Retrató al sacerdote en El Club (2015), de Pablo Larraín. En cuanto a Mishell Guaña, la actriz que interpreta a Kiepja, fue su debut en el cine, al igual que Adriana Stuven, que interpreta a la hija de Menéndez. Bill fue interpretado por Benjamin Westfall, que actuó en mi cortometraje Rapaz. Los actores ingleses, Sam Spruell y Mark Stanley, interpretaron al coronel Martin y a MacLennan, respectivamente. Mark tiene 35 años, pero ya ha actuado en varias películas. Tenía que encarnar a un personaje muy oscuro y complicado que hablaba tanto inglés como español. Pasamos mucho tiempo trabajando juntos en su papel, y Mark fue muy abierto e inventivo en su interpretación de MacLennan.
Buscábamos un actor muy joven para interpretar a Segundo. Cuando elegimos a Camilo Arancibia, le pedimos que recitara el monólogo final, cuando cuenta a Vicuña la masacre de los nativos en la playa. Hay algo hipnótico y misterioso en el rostro de Camilo.
Podemos vivir la historia a través de sus ojos.

¿Cómo cree que serán recibidos Los Colonos en Chile?...
Tengo la sensación de haber desatado otra tormenta con la película. Rapaz, mi anterior cortometraje, premiado en la Semana de la Crítica, causó polémica. Y va a ser más o menos lo mismo, me imagino. Se repetirán las discusiones y los puntos de vista. En Rapaz, algunas personas se indignaron por la forma en que una noticia sin importancia se convirtió en violencia, cuando una multitud captura y lincha a un hombre por robar un móvil. Otros lo vieron como el merecido del ladrón. Mostré Rapaz a alumnos de secundaria. Para ellos, no hay nada malo en tomarse la justicia por su mano y castigar a un ladrón en el acto. Algunos llegaron a decir que había que cortarle el brazo. Chile es un país muy dividido. Algunos dirán aún hoy que Menéndez, a pesar de las masacres, tenía buenas razones para hacer lo que hizo. Otros replicarán con un “¡Bravo Vicuña!”. Puede que Segundo sea una figura central en la película, por la postura que adopta y por su percepción de la realidad, pero es una figura minoritaria en la sociedad chilena actual. Segundo es el espejo en el que la sociedad chilena no quiere mirarse.
Me gusta pensar en Los colonos como una película que refleja el presente contando una historia del pasado. pasado. Tengo muchas ganas de ver cómo se recibe en Chile la escena final, cómo se recibe en Chile el personaje de Kiepja, que cambia su nombre por el de Rosa cuando tiene una relación con Segundo. el personaje de Kiepja, que cambia su nombre por el de Rosa cuando mantiene una relación con Segundo. con Segundo. Tengo la sensación de que su personaje, para los chilenos, es la encarnación de un viejo debate. Una herida profunda.

Este es su primer largometraje. Háblenos un poco de su trayectoria y de cómo llegó al cine...
Soy un cinéfilo apasionado, completamente enamorado del cine. Estudié en la Universidad del Cine de Buenos Aires, donde tuve la suerte de compartir mi tiempo con una generación de cineastas latinoamericanos que se han convertido en grandes amigos para toda la vida.
Mi formación viene de ese lugar, de ver películas y discutirlas con ellos. Hace casi 15 años empecé a trabajar como montador. La idea de cortar, pegar y borrar es algo que me obsesiona profundamente en el cine. Me encanta crear dispositivos narrativos y artefactos que tengan una estructura original. A través del montaje, aprendí a escribir guiones y a dirigir. El cine es un oficio que se transmite, y de cada película que he montado he aprendido algo nuevo.

La fotografía es particularmente impactante: ¿cómo trabajó con su director de fotografía y en qué se inspiró visualmente? ¿Algunas de sus inspiraciones visuales?...
Lo primero que necesito para escribir una historia es una imagen que me obsesione.
Las fotografías en blanco y negro de hombres matando selk’nams me impactaron por su brutalidad. Al principio, tuve el impulso de hacer una película en blanco y negro, ya que sentía que esta historia borrada no existía en color. Sin embargo, por el camino descubrí que el blanco y negro me situaba en un lugar realista.
Mi objetivo era hacer una película que hablara del cine, del artificio y cuestionara la idea de verdad que a veces propone el cine. Por eso decidí basarla en los primeros experimentos de la fotografía en color. Junto con el director de fotografía Simone d’Arcangelo, empezamos construyendo la paleta de colores a partir del vestuario y, con esa premisa, empezamos a trabajar en la imagen de la película. Queríamos crear algo particular y visceral que transportara a los espectadores a ese momento de la historia y les provocara extrañeza. No buscábamos ser preciosistas, sino construir una imagen diferente. Por eso elegimos la relación de aspecto 3:2, el nuevo full frame de las cámaras digitales, que hace referencia a la fotografía y también al western y su necesidad de estar siempre utilizando la última tecnología de su tiempo.

Las localizaciones de la película también son
impresionantes, ¿dónde rodó en Chile y cómo las
seleccionó?...
Cuando escribo una escena, lo primero que tengo en cuenta es el lugar, la localización. Los colonos se rodó en Tierra de Fuego, una isla de Chile que consideramos el fin del mundo.
Es un lugar hermoso pero inhóspito. Tierra del Fuego sigue siendo en su mayor parte propiedad de la familia Menéndez hasta el día de hoy. No fue fácil encontrar localizaciones que nos permitieran filmar. Tierra del Fuego es una isla extensa de 47.992 km². Buscamos localizaciones en las que pudiéramos trabajar con cierta comodidad. Aunque los paisajes son hermosos, estar allí es bastante hostil.
Filmamos con vientos de hasta 70 kilómetros y mucho frío. Intentamos construir una imagen de la isla filmando sólo una pequeña parte de ella. A medida que buscábamos localizaciones, surgían nuevas escenas en la película. Para mí, el guión siempre se termina en el rodaje.
Llegas al plató con un guía, pero es allí, en el territorio, con los actores y todo el equipo, donde terminas de escribir una escena. La primera idea siempre fue empezar en el lugar de rodaje con la construcción de las vallas, luego filmar los bosques y el mar. La película tenía que empezar en amarillo, pasar al verde, pasar por el azul y terminar en rojo.

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