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NOTAS DEL DIRECTOR...
Hace años no habría creído que escribiría y dirigiría una película llena de sueños. Son muchas las películas que ensalzan el valor de este recurso.
La naturaleza intrascendente de los sueños ha permitido que funcionen como visiones literales del subconsciente de los personajes, o incluso del corazón irracional del impulso del creador. Pero, de niño, recuerdo enfadarme al ver la revelación al final de muchas secuencias oníricas: el personaje sudoroso que se despierta horrorizado o contento, y la película que vuelve a la normalidad. Incluso en los casos en los que el sueño era obvio desde el principio, siempre me sentía traicionado.
Quería que "eso" ocurriera, aunque eso significara que la película se había roto irremediablemente. Como si los propios símbolos y temas cobraran vida de repente, destruyendo la lógica del guión y el propio lenguaje de la película. No quería que la película me engañara con un surrealismo momentáneo; quería que explotara y ardiera ante mis ojos.
No estoy seguro de si este deseo temprano de caos me ha guiado en la realización de Daniela Forever, este montón de sueños que amenazan con devorar la película que los contiene. Soy más consciente de mi necesidad de sumergirme en el duelo, el dolor, la soledad, la entrada en la segunda mitad de nuestras vidas y todo lo inevitable que nos espera allí, pero dejando la puerta abierta a las sorpresas y a algo que algunos podrían considerar un final feliz.
Siempre me impongo dirigir cada película como si fuera la última, como una forma de mantener la honestidad por encima de los miedos mundanos que impone la industria (y supongo que está bien convertir un miedo creciente en un método creativo).
Dicho esto, me siento muy afortunado de haber podido combinar cámaras estándar con la tecnología Betamax SP de la vieja escuela que yo utilizaba cuando hacía cortometrajes en el instituto. Abrazar el pasado y las mismas limitaciones a las que nos enfrentábamos como equipo cuando empezamos a rodar juntos en el siglo pasado, ha sido una verdadera aventura y una oportunidad para comprobar cuánto hemos crecido con los años. Me encantaría hacer cien películas más, pero de momento, me contento con que exista este testamento.