Por PACO CASADO 

     El gran público descubrió el cine de Juan José Campanella a través de uno de sus mejores éxitos internacionales, la comedia 'El hijo de la novia' (2001), aunque ignorara que con anterioridad había hecho 'El niño que gritó puta' (1991) o 'El mismo amor, la misma lluvia' (1999). Posteriormente haría 'Luna de Avellaneda' (2004) y ahora nos sorprende con un cambio de registro distinto a todo lo anterior de su filmografía argentina con 'El secreto de sus ojos'. En EE.UU. dirigió algunos episodios de series como 'El guardián', 'House', 'Ley y orden'.
 Para ello se basa en la novela La pregunta de sus ojos, de Eduardo Sacheri, en la que Benjamín Expósito, funcionario judicial, recién jubilado, decide escribir una novela sobre un caso que quedó sin resolver debido a la torpeza de los tribunales y la policía que lo cerró en falso.
 El guión juega así a buscar la solución a esta historia en dos tiempos, en los saltos atrás que transcurren en la Argentina de  1974 en vísperas de comenzar el horror de la dictadura, y en el presente.
 Cuenta dos relatos que corren de forma paralela, el de la investigación policial que lleva a cabo el protagonista y el de su amor frustrado por Irene Méndez, la joven secretaria judicial que llegó a su juzgado penal convirtiéndose en su jefa, de la que siempre estuvo enamorado pero nunca se atrevió a confesárselo, y acabó casándose con otro.
 El argumento mezcla el drama amoroso con la trama policiaca y el suspense en donde no falta la sorpresa final, mientras que a lo largo de la misma se salpican los apuntes de corrupción, la ambición de poder, el dinero, la muerte, la amoralidad política, el amor y la amistad con Sandoval, el borrachín compañero de trabajo que le ayuda en la investigación criminal, todo en la medida justa.
 Con estos mimbres se logra atrapar al espectador sin soltarlo en ningún momento y haciéndole vibrar con el latir de los protagonistas, envueltos en violaciones, asesinatos y violencia política, aunque este último aspecto queda muy al fondo.
 Cine policiaco hecho con calidad y fuerza, como nunca hasta ahora había logrado Campanella, aunque no sea perfecto en sus logros pero funciona bien mezclando los hechos del pasado con el presente con habilidad, con unos personajes normales bien delineados en una situación extraordinaria que encajan como un auténtico puzzle, con un admirable equilibrio y con sensibilidad en una intriga interesante.
 En el aspecto interpretativo destaca la serenidad en la pareja protagonista, con un sobrio Ricardo Darín y una excelente Soledad Villamil, y también el trabajo del resto del estupendo reparto que actúa con gran eficacia.
 La puesta en escena utiliza los primero planos de forma interesante, especialmente de los ojos con los que los actores a veces hablan, mostrando su interior, con una notable fuerza.
 Compitió en el Festival de San Sebastián 2009 siendo la favorita del público y de la crítica pero injustamente se quedó sin premio. Ha sido elegida para representar a Argentina en los Oscar.