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CRITICA
Por: PACO CASADO
Cuando un artista urbano, Alex El Melódico, joven cantante colombiano, es brutalmente asesinado en la ciudad de Panamá, por un poderoso y despiadado narcotraficante colombiano, se origina una sangrienta guerra entre los jefes del narcotráfico que trabajan entre Miami, Panamá, Nueva York y Colombia a los que la DEA los tiene a todos bajo vigilancia.
Esto origina un caos que deja al descubierto al crimen organizado.
Mario San Clemente, un agente encubierto de la DEA, lidera la peligrosa operación para atrapar a los responsables, que se ven obligados a optar por la supervivencia.
La película es una especie de documental, que va constantemente entre Miami, Cuba, Cali, Costa Rica, Nueva York, Bogotá, Panamá, Río de Janeiro, Colombia... son muchas las localizaciones que se visitan donde operan los narcotraficantes y todo ello está salpicado con constantes canciones de salsa, reggeton y otros ritmos sudamericanos que alegran con su sonido la complicada trama de este film.
Nunca se sabe donde se está si no fuera por los rótulos que lo indica antes de cada acción.
Pero la verdad es que no hay una trama con un protagonista y con los diferentes jefes del cártel bien identificados y eso hace que el espectador pierda el rumbo en todas las ocasiones.
Los momentos en cada lugar son tan breves que apenas si da tiempo a tomarles el rumbo.
La historia comienza con la detención de uno de estos traficantes a los que el agente federal Robert le ofrece la posibilidad de poder colaborar para acabar con el tráfico de droga o se pudrirá en la cárcel y cuando salga será un viejo al igual que su esposa.
Una cinta típica de los países sudamericanos en donde la producción no suele ser abundante ni las cinematografías de esos lugares lo suficientemente potentes como para filmar muchas películas al año.
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