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CRITICA
Por: PACO CASADO
También los productores se pasan a la dirección. Es el caso de Pieter Jan Brugge, candidato al Oscar por 'El dilema' (1999), que hace su debut basándose en un secuestro ocurrido en su Holanda natal.
William y Eileen forman un matrimonio de apariencia feliz con sus hijos.
Él es un ejecutivo, un hombre que se ha hecho a sí mismo, que disfruta del triunfo y de una vida acomodada, hasta que un día es secuestrado a la puerta de su casa por un antiguo empleado perjudicado por un despido traumático y desea vengarse por ello.
El guion, del debutante Justin Haythe, traza dos líneas paralelas en la narración.
Una con lo que ocurre en la casa del secuestrado donde el FBI investiga y destapa algunos aspectos de su pasado, hasta ahora ocultos, de infidelidad matrimonial, asumida por la esposa, que espera estoicamente su liberación, junto a sus hijos.
La otra es la relación que llevan a cabo los dos hombres en espera del distinto desenlace deseado por cada uno.
William siente la incertidumbre y la soledad, ante un secuestrador que nada tiene que perder.
La historia de amor es el auténtico eje de la película.
Pieter Jan Brugge descarta desde el inicio hacer un thriller violento.
Su narración transcurre lenta, como las interminables horas de espera, quizá con algo de frialdad, propia del carácter holandés.
Una contenida y maravillosa Hellen Mirren y un buen duelo interpretativo de los dos actores, junto a una bella fotografía de Denis Lenoir y música de Craig Arnstrong, completan el buen debut de este incipiente director que hace una austera puesta en escena.
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