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CRITICA
Por: PACO CASADO
Max Bernal trabaja haciendo monólogos en los bares nocturnos de esa manera tira por la borda su exitosa carrera y su matrimonio con Jenna, por su hijo Ezra, un inteligente crío de once años, que es autista, para convertirse en un cómico algo menos exitoso, que fue incluso llamado por la televisión.
El matrimonio está roto, ambos cónyuges, Max y Jenna, están separados y se disputan la posesión de su hijo Ezra, que prefiere estar con su padre antes que con su madre, que vive con su nuevo novio.
La madre quiere meter a su hijo en un colegio especializado en niños que tienen el mismo mal que su hijo Ezra, autismo, pero ni el niño ni el padre quieren separarse.
Por medio de este lío está también el abuelo Stan, que era un estupendo cocinero y ahora trabaja como portero de un hotel, que trata de poner paz entre ambos y al mismo tiempo defender a su nieto para el que desea lo mejor.
Aunque por fin Jenna consigue meterlo en un colegio especializado, el padre lo rescata y se lo lleva una noche.
Ambos se embarcan en una huida en la que recorren parte del país para no ser encontrados, lo que le llevará al padre a conocer mejor a su hijo y a sí mismo.
Cuando la madre se entera acude al abuelo para buscarlos, en lugar de ir a la policía y poner una denuncia del secuestro de su hijo.
Estamos ante un drama en el que no faltan algunos puntos de comedia que nos presenta la lucha de dos hombres contra una mujer por defender a una criatura que a pesar de su enfermedad razona mejor que los adultos y resalta tan inteligente o más que los mayores.
El guionista Tony Spiridakis, que es padre de un hijo autista, mete en esta historia algunas de sus experiencias con su hijo que bien conoce sobre este tema.
La película posee un buen trabajo del cuarteto protagonista en el que destaca la labor del pequeño autista William A. Fitzgerald en el sorprendente papel de Ezra, que resulta básico en este drama y al mismo tiempo da cierta pena ver a un gran Robert de Niro (que también tiene un hijo autista) reducido ya a papeles menores como ocurre en esta ocasión, sin que hay olvidado cómo hacer una buena actuación aunque sea en un personaje secundario.
El polémico drama que se nos presenta en esta cinta llevará a los espectadores a reflexionar sobre situaciones similares, especialmente a familias que tenga alguno de sus miembros afectado por esta enfermedad y también manifiesta el conmovedor poder del amor paternofilial que resulta conmovedor.
Hay una buena relación entre los dos actores que encarnan al padre y al hijo entre los que se establece un buen vínculo que ayuda a apreciar más la narración de esta historia.
Tony Golduyn con su dirección evita en determinadas escenas caer en este conmovedor, tierno y honesto melodrama realizado.con la seriedad necesaria.
Gran premio del jurado en el Festival de Boulder. Premio del público y al mejor actor para Bobby Cannavale en el Festival de cine de Sun Valley. Premio de la audiencia de la Fundación Familia Ruderman a la mejor representación.
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