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CRITICA
Por: PACO CASADO
El actor Steve Buscemi se pasó a la dirección con 'Trees lounge. Una última copa' (1996) y ahora con 'Animal factory' (2000) hace su segunda película, esta vez basada en una novela autobiográfica de Edward Bunker que cuenta sus propias experiencias vividas en la prisión de San Quintín.
Ron es un chico de 21 años, condenado a dos años de reclusión por un asunto de drogas.
Allí es acogido por un duro recluso veterano que le protege de forma casi paternal de las ansias sexuales de los demás internos, y lo toma bajo su protección como su mentor.
Esta relación de amistad entre los dos hombres se complementan y se manifiestan en la protección para el joven y la satisfacción moral para el adulto.
Este drama carcelario no ofrece muchas novedades dentro del thriller judicial, aunque refleja algunos problemas de la población reclusa, como el mal enfocado sistema de educación y reinsercción, en un planteamiento bastante realista del ambiente penitenciario.
Refleja bastante bien los clanes carcelarios, las mafias que dominan los distintos aspectos, de droga, corrupción, homosexualidad, violencia racista, sin mucha originalidad, pero con una puesta en escena de gran corrección y tensión dramática, aunque un poco fría en otros momentos de la narración.
En la interpretación destaca la carismática actuación de Willem Dafoe (premio del público en Sitges), un convincente Edward Furlong y el sorprendente e irreconocible Mickey Rourke en un papel de travesti.
Una producción independiente hecha con dignidad y pocos medios.
Steve Buscemi fu candidato al premio Caballo de bronce al mejor actor en el Festival de Estocolmo.
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