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CRITICA
Por: PACO CASADO
Estamos ante una película sobre la que han corrido ríos de tinta, desde que su realizador concibiera el proyecto hace tiempo, hasta la finalización de su filmación, pasando por la sustitución de varios actores como Jason Robards o Mick Jaegger, lo que le llevó a tener que repetir casi la mitad del largometraje.
Hay incluso un documental rodado sobre los múltiples peligros físicos que corrió el equipo de rodaje en las selvas amazónicas.
Porque realmente no es menos loco Werner Herzog en su empeño de rodar esta cinta, que el del propio protagonista Brian Dweeney Fitzgerald, llamado Fitzcarraldo, de querer construir un teatro en Iquitos, en plena selva del Amazonas, a principios del siglo XX, para llevar allí a cantar ópera a Enrico Caruso, para lo que hace cruzar unbarco de un río a otro a través de una montaña.
Esto hizo que las dificultades del rodaje fueran abundantes y que ya de por sí hacer el film fuera una aventura mayor que la que se nos relata en la película, lo que al mismo tiempo proporciona imágenes insólitas nunca vistas en una pantalla.
En este sentido de film aventurero y al mismo tiempo al haber sido también rodada en Perú, la película nos recuerda en buena medida a una obra anterior de Herzor, "Aguirre o la cólera de Dios".
A pesar de la belleza formal de la película, de la calidad del cine que Herzog derrocha en sus imágenes, la cinta queda algo fría en su realización, como que de un film alemán se trata.
A Herzog le ha faltado calor en su realización, emoción en el desarrollo de la aventura, pero quizás fuera tarea poco menos que imposible la de que el espectador se identificara con la propia locura del protagonista.
Posiblemente el director quisiera ganarlo por la poesía, por la belleza de sus insólitas imágenes, pero no ha reparado que la película pierde ritmo en la parte central.
Klaus Kinski, una vez más, cuelve a ser, por cuarta vez, protagonista de una película de Werner Herzog, cinta espectacular, que dista muy mucho de sus primeras realizaciones, más conocidas y con menores presupuestos que esta, en la que ha tenido que empelar toda su fortuna personal, y lo hace de forma distante y fuera de sí, como el propio personaje, un tanto loco, que exigía.
Un buen acierto la contratación de Claudia Cardinale, que pone una nota alegre y bella, incorporando a la dueña de un burdel que ayuda a Fitzcarraldo en su insólita empresa.
En cuanto a los demás actores son prácticamente desconocidos por estos lares.
"Fitzcarraldo" es una película defendible por la calidad de su cine y la belleza de sus imágenes y el increíble esfuerzo de su realizador, lo que posiblemente hiciera que le otorgaran en el Festival de Cannes el premio al Mejor director.
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