Antonio Serrano, tras debutar con 'Sexo, pudor y lágrimas' (1999), una discreta comedia, basada en su propia obra teatral, que obtuvo...
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CRITICA
Por: PACO CASADO
Antonio Serrano, tras debutar con 'Sexo, pudor y lágrimas' (1999), una discreta comedia, basada en su propia obra teatral, que obtuvo un gran éxito de taquilla en su país, con nueve millones de espectadores, alcanzando la máxima recaudación de esa temporada, que tuvimos ocasión de ver en el Festival de cine iberoamericano de Huelva y que posteriormente se pasó en las salas comerciales españolas.
Ahora se traslada al cine histórico encarando la biografía de uno de los llamados padres de la patria, el cura Miguel Hidalgo y Costilla.
Está realizada esta historia para Televisión Española y en concreto para la serie Los libertadores, a pesar de lo cual fue la elegida para inaugurar la 36 edición del Festival de cine Iberoamericano de Huelva.
La película comienza en una celda del hospital militar de Chihuahua, convertido en cárcel, donde el protagonista reconsidera algunos momentos de su vida en los que se enfrentó a la sociedad puritana de su tiempo, por las tendencias subversivas y sus poses festivas, presa de la pasión de las viejas del pueblo, debido a su carácter sacerdotal.
Obligado a dejar su magisterio, a su mujer y a sus dos hijas, fue trasladado como párroco de San Felipe Torres Mochas donde se relacionó con las clases bajas y nació la idea emancipadora; tradujo y montó en escena el Tartufo, de Moliere, influido por las tendencias francófonas del momento, se enamoró de Josefa Quintana y se alejó por algún tiempo de la vida eclesiástica.
Tras ser rector de la Universidad de Michoacán fue obligado a abandonar a su mujer y a sus hijas.
Posteriormente triunfó como caudillo y sacrificó su vida por defender sus convicciones.
Gustaba del buen vino, la música, las mujeres y los toros; defendía a los indios, a los que les enseñó, entre otras cosas, el oficio de la alfarería y la libertad, para conseguir un México sin esclavitud, ni diferencia de razas y la igualdad de castas.
No se trata de un documental sino de un film entre histórico y ficción, sobre el retrato humano y heroico de un hombre con sus vicios, miedos, debilidades y fortalezas, realizado con motivo del Bicentenario de la independencia de México, que resulta algo largo, lento, pesado al detenerse demasiado en determinadas cuestiones, como los ensayos teatrales que llevaba a cabo.
Destaca la excelente fotografía, la ambientación, el buen trabajo de Demián Bichir, que carga sobre sus hombros todo el peso de la cinta, que fue justamente recompensado con la obtención del Colón de plata al mejor actor del certamen, seguido de cerca por Ana de la Reguera que le da una interesante réplica.
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