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SINOPSIS
¿Cómo puede tener éxito un grupo de rock, ser infravalorado, influyente y vergonzosamente ignorado a la vez? The Sparks Brothers es una odisea musical a través de cinco extrañas y maravillosas décadas con los hermanos y componentes del grupo, Ron y Russell Mael, acompañada de apasionados homenajes por parte de Beck, Flea, Jack Antonoff, Patton Oswalt y muchos más...
INTÉRPRETES
Documental con RON MAEL, RUSELL MAEL, EDGAR WRIGHT, BECK, FELA, STEVE JONES
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CRITICA
BANDA SONORA
CÓMO SE HIZO
VIDEO ENTREVISTAS
PREMIERE
INFORMACIÓN EXCLUSIVA
LA PELÍCULA...
No hay muchos grupos que celebren su decimoquinto aniversario en plena vena creativa, atrapando a una nueva generación de fans, con álbumes colocándose entre los diez primeros puestos de las listas y consiguiéndolo porque componen temas tan estimulantes e ingeniosos como en sus primeros tiempos. De hecho, puede que solo haya uno, Sparks.
Ron y Russell Mael son la perfecta “extraña pareja” del rock, tan inescrutable como fascinante. Nunca satisfechos con lo que han conseguido y sin seguir jamás la moda musical del momento, han logrado un éxito comercial intermitente y casi podría decirse que a pesar suyo. THE SPARKS BROTHERS, el documental musical de Edgar Wright, no solo nos muestra a los pioneros del art-pop en un improbable gran logro de su carrera, sino que nos cuenta cómo llegaron hasta aquí, pregunta por qué no consiguieron el reconocimiento que se merecían, y revela cómo se convirtieron en el grupo favorito de nuestros grupos favoritos.
“Si quieres ver Ron y Russell, hay que verles a través de un prisma. Y ese prisma es el cine”.
- Alex Kapranos, Franz Ferdinand
“Comunicamos por medios no verbales porque llevamos trabajando juntos mcho tiempo”.
- Ron Mael, Sparks
Una especie de mística inefable rodea las asociaciones fraternales en las artes. En el cine, desde los Lumière a los Boultings, los Coen y muchos más, la línea divisoria entre las tareas asignadas a cada hermano es de lo más opaca para el que mira desde fuera. En la música, al contrario, la dinámica entre hermanos es a menudo díscola, llena de fricciones, y suele verse como un psicodrama público.
Pero Sparks se parece más a un dúo cinematográfico que a uno musical. Ron y Russell Mael llevan más de cincuenta años lanzando discos innovadores, influyentes y, en ocasiones, de éxito. La vida privada de ambos es muy privada, nunca se han peleado o separado. Como cualquier gran dúo de directores, dan la impresión de complementarse como las piezas de un reloj suizo, pero hasta la fecha nadie ha ofrecido la menor explicación en cuanto al perfecto funcionamiento de los dos hermanos. Hasta THE SPARKS BROTHERS.
Su música también tiene mucho que ver con el cine. Los Mael, que empezaron a componer y a tocar bajo la influencia de Bergman y de la Nouvelle Vague mientras estudiaban en UCLA, crean temas que pueden describirse como pequeñas presentaciones de tres minutos para un drama romántico o una comedia negra. Se sirven frecuentemente de técnicas cinematográficas metanarrativas, como retirar de golpe la cortina del mago o romper la cuarta pared. Ron compara su sentido fracturado de la narrativa a entrar en una sala con una película a medias e intentar entender lo que pasa (algo que Russell y él hacían a menudo de niños). También son cineastas, pero eternamente frustrados: varios proyectos con Jacques Tati y Tim Burton nunca llegaron a la pantalla (aunque Annette, una colaboración con Léos Carax, se estrenará muy pronto). A pesar de todo el celuloide en su ADN, nunca ha habido una película de los Sparks. Hasta THE SPARKS BROTHERS.
Edgar Wright, eterno fan de Sparks y director inglés conocido por la “Trilogía del cornetto de tres sabores”, compuesta por Zombies Party (Una noche de… muerte), Arma fatal y Bienvenidos al fin del mundo, el sitcom de culto “Spaced”, la comedia romántica de acción Scott Pilgrim contra el mundo y, más recientemente, la trepidante Baby Driver, siempre ha integrado la música popular en sus películas, pero nunca se había dedicado a un documental musical. Hasta THE SPARKS BROTHERS.
Cualquier amante serio de la música conoce a Sparks, al menos algún tema del grupo. Pero ningún fan de la música conoce a los hermanos Mael más allá de que Russell es el cantante guaperas y Ron el teclista impasible de mirada intimidante y bigotito al estilo Hitler/Chaplin. Nunca dan la impresión de tener canciones autobiográficas (aunque esta película quizá nos haga cambiar de opinión), sus “verdaderas” personalidades siempre están escondidas por cortinas de humo y espejos y – tal como se ve en los créditos de salida – detrás de máscaras. Y estas máscaras caen por fin en THE SPARKS BROTHERS.
La película de Edgar Wright recorre desde la niñez de los hermanos en California hasta su posición actual de estadistas talluditos del art-rock, pero no sigue el arco habitual del documental de rock de auge y caída. Si se expresara mediante un gráfico, la carrera de Sparks se parecería más al electrocardiograma de un paciente con hipertensión crónica o a un sismómetro cercano a la falla de San Andreas: una eterna secuencia de subidas y bajadas (en cuanto a popularidad, no a calidad musical).
Frutos del baby boom de la posguerra, bañados en igual medida por el rock and roll y Hollywood, Ron y Russell empezaron a hacer música a finales de los sesenta, primero con el nombre de Urban Renewal Project y luego como Halfnelson. Tachados por la industria de imposibles rarillos dada su sensibilidad inclasificable que nada tenía que ver con la entonces prevaleciente psicodelia, no parecía que los Mael llegaran nunca a algo hasta que Todd Rundgren se hizo cargo de ellos. Después de cambiarse – por tercera vez – el nombre a Sparks, empezaron a darse a conocer a principios de los setenta después de mudarse al Reino Unido, donde el tema “This Town Ain’t Big Enough For Both Of Us”, un delirante spaghetti western con forma de tema pop, se convirtió en su primer hit en 1974 después de una sonada interpretación en el veterano y tremendamente popular programa musical de la BBC “Top of the Pops”, por la que un atónito John Lennon llamó a Ringo Starr diciéndole: “No vas a creerte lo que estoy viendo en la tele: ¡Marc Bolan está cantando con Adolf Hitler!”
La histeria adolescente fue inmediata, pero de corta duración. Siempre reacios a explotar un estilo durante mucho tiempo, Sparks perdió gran parte de su público al alejarse del glam con el álbum “Indiscreet”, que se nutría mucho más del charleston de los años 20 y de las big bands de los 40 en vez del rock and roll. Sus intentos por derribar las puertas del mercado estadounidense con el sonido más duro de “Big Beat” tampoco tuvieron éxito, pero Sparks volvió a encontrar un filón al unirse con el productor de electro-disco Giorgio Moroder para sacar en 1979 “Number One In Heaven”, un álbum fundamental que ha servido de patrón para cualquier dúo con sintetizador a partir de los años 80.
Siempre que Sparks parecía desvanecerse en un país, aparecía de pronto en otro. Por ejemplo en Francia, donde “When I’m With You” se colocó en el primer puesto en 1981. O en su tierra natal, Estados Unidos, cuando se convirtieron en habituales de la emisora de radio KROQ, de alguna cadena musical de televisión e incluso siendo cabezas de cartel en el Hollywood Bowl a principios de los ochenta. También en Alemania, donde el elegante y melancólico single “When Do I Get To Sing ‘My Way’?” se colocó entre los diez primeros puestos y por el que recibieron varios premios en 1994.
En ocasiones, las discrepancias entre su aparente importancia y su verdadera situación económica se hacía muy patente: en el documental, Ron recuerda a una cajera de supermercado entusiasmada al descubrir que eran los chicos a los que había visto en el programa “American Bandstand” la noche anterior y pidiendo ayuda por megafonía cuando los Mael sacaron vales de comida para pagar la compra.
Sparks entraron en el nuevo milenio rejuvenecidos con “Lil’Beethoven”, de 2002, usando ritmos de sintetizador casi clásicos, al que siguió toda una serie de álbumes que se colocaron en dos ocasiones entre los diez primeros de las listas del Reino Unido, “Hipopotamus” (2017) y “A Steady Drip, Drip, Drip” (2020). Superando los estándares habituales de Sparks, aprovecharon el ingreso en el siglo XXI para explorar su creatividad artística con más innovación y atrevimiento. En 2008 lanzaron “Exotic Creatures Of The Deep” con una serie de espectáculos en Londres en los que interpretaban sus 21 álbumes en noches consecutivas, lo que les supuso, tantos a ellos como a sus músicos, tener que aprenderse casi 200 canciones. En 2009 estrenaron su primera ópera, “The Seduction Of Ingmar Bergman”, en la radio sueca. En 2015 se fusionaron con otro grupo, Franz Ferdinand, para “FFS”, un proyecto que empezó cuando Ron mandó a la banda escocesa la irónica “Collaborations Don’t Work” (Las colaboraciones no funcionan).
Todo esto lo cuenta THE SPARKS BROTHERS, pero además, Edgar Wright hace con el documental lo que los Mael hacen con el pop, obviar las reglas y jugar con el género. THE SPARKS BROTHERS mezcla los géneros hasta la promiscuidad al mismo nivel que la discografía de Sparks, con las habituales características del realizador: un montaje muy rápido, diversos estilos de animación así como el uso tradicional de imágenes de archivo y de “cabezas parlantes”.
Los entrevistados son notables admiradores y colaboradores de Sparks, como Beck, Vince Clarke y Andy Bell de Erasure, Chris Difford de Squeeze, Alex Kapranos de Franz Ferdinand, Nick Rhodes y John Taylor de Duran Duran, Stephan Morris y Gillian Gilbert de New Order, Nick Heyward, Bjork, Flea de Red Hot Chili Peppers, Bernard Butler, Martyn Ware de The Human League/Heaven 17, Roddy Bottum de Faith No More, Jane Wiedlin de The Go-Go’s, Steve Jones de Sex Pistols, “Weird Al” Yankovic, Mike Myers; Thurston Moore de Sonic Youth, así como los productores Todd Rundgren, Muff Winwood, Tony Visconti, Giorgio Moroder y James Lowe, además de varios ex y actuales miembros de Sparks.
Muchas de las imágenes de archivo son auténticos tesoros muy poco visto o nunca vistos, desde películas caseras de su infancia, pasando por una tarjeta del Día de la Madre escrita por Russell, los Mael entre el público de “The Big TNT Show” en 1966, hasta Ron cayéndose del taburete durante la grabación de “Something for The Girl With Everything”.
Pero puede que las imágenes más conmovedoras sean las rodadas por el propio Edgar Wright de los hermanos Mael realizando sus habituales y mundanas ocupaciones, lo que trae a la mente la famosa máxima de Flaubert: “Sé constante y ordenado en tu vida para ser violento y original en tu obra”.
Este original trabajo está perfectamente reflejado en THE SPARKS BROTHERS.
EMPIEZA UNA OBSESIÓN...
Para numerosos fans de Sparks, entre ellos las productoras Nira Park y George Hencken, la obsesión empezó con la interpretación en directo del tema “This Town Ain’t Big Enough For Both of Us” en el programa “Top of the Pops” el 9 de mayo de 1974. En el caso de Edgar Wright, fue el resurgimiento como dúo electrónico cinco años y un día después en el mismo programa, el 10 de mayo de 1979, lo que despertó su amor por Sparks.
“Recuerdo perfectamente la imagen de Sparks tocando ‘The Number One Song In Heaven’ en 1979”, dice Edgar Wright. “Mis padres sabían que me encantaba la música y siempre me compraban recopilaciones, y al poco ya tuve en mi poder ‘Beat the Clock’ con algunos temas de Sparks. Luego, de adolescente, compraba recopilaciones de glam-rock, y ahí estaba Sparks también, pero esos Sparks no sonaban para nada como los Sparks de después. Incluso llegué a preguntarme si era el mismo grupo. Pero claro, en la era pre-Internet, jugar al detective musical era más complicado que ahora. Unos años después, en los 90, volvieron a aparecer en la televisión británica con ‘When Do I Get To Sing My Way’. No conseguía entender que fueran los mismos. Es más, parecía que casi no habían envejecido. Sparks se había convertido en un misterio para mí”.
“Era alucinante que Sparks sacaran un nuevo álbum cada año y que ninguno se considerara como un testamento”, sigue diciendo el cineasta. “No era habitual – sobre todo por parte de la prensa musical británica – que pospusieran su ejecución. Revistas como New Musical Express, Melody Maker, Q Magazine o MOJO trataban a Sparks como a una empresa activa. Fue entonces cando empecé a preguntarme cómo conseguían conservar semejante frescura, ser innovadores y provocadores. Eran totalmente diferentes a los grupos que ya llevan cuarenta o cincuenta años tocando y se limitan a hacer giras estilo ‘Grandes éxitos’ o a volver a sacar las viejas glorias. Ellos seguían teniendo el mismo espíritu rebelde y malvado que en sus primeros temas. Me parecía increíble”.
¿QUIÉNES SON SPARKS?...
Ron y Russell Mael nacieron en California – el primero en 1945 en Culver City y el segundo en 1948 en Pacific Palisades – y fueron alimentados por padres con inclinaciones artísticas con un abundante régimen de rock and roll americano, grupos de la invasión británica, cine de la Nouvelle Vague, arte surrealista y mucho humor satírico.
“Es fascinante pensar que son el producto de su educación, pero también su antítesis”, explica Edgar Wright. “Para las personas que no sepan de dónde vienen, enterarse de que nacieron en Culver City y Pacific Palisades puede parecer sorprendente. Tienen pinta de europeos, no sé, de ser un grupo británico o alemán como mucho”.
“Parte del enigma de Sparks se debe a su dicotomía”, sigue diciendo. “Desde sus comienzos han sido algo como unos comentaristas culturales. Siempre están un poco alejados, y creo que es exactamente eso lo que les ha impedido lograr auténticos éxitos comerciales. Pero por otra parte, si no fueran así no estaríamos hablando de ellos ahora”.
“Sparks nunca han hecho lo que se esperaba de ellos”, añade Edgar Wright con admiración. “En vez de ser un grupo con sonido californiano, querían ser un grupo británico. Lo irónico es que realmente tuvieron que ir al Reino Unido para convertirse en estrellas. No conectaron con Estados Unidos al principio”. De hecho, incluso hoy, suele sorprender a los fans enterarse de que no son británicos.
“Ron y Russell nunca han dejado de creer en sí mismos, y eso les da la fuerza para seguir adelante”, dice la productora George Hencken. “Es un poco como si estuvieran fuera del tiempo y del espacio. Puede que todo esto se deba a que han sido capaces de mantener algo que tenían de pequeños, un universo secreto”.
“Sparks es una de esas bandas, ya lo dice Beck en el documental, que ayudan a construir el mundo, aunque no disfruten de los beneficios”, explica Edgar Wright. “Dejan una marca. Jack Antonoff dice que la primera vez que los escuchó le vino Depeche Mode a la mente. Luego, después de haberse documentado, se corrigió y dijo: ‘No, Depeche Mode es como ellos’. Lo mismo ocurre con Queen y con muchos otros grupos. Son anteriores a Queen y “This Town Ain’t Big Enough For Both Of Us” fue compuesta antes que “Bohemian Rhapsody”.
George Hencken sigue diciendo: “Sparks hacian cosas diferentes, plantaron la semilla y otros cosecharon, pero ellos ya se habían ido en otra dirección. Abrieron nuevos caminos musicales”.
¿POR QUÉ NO SE CONOCE MÁS A SPARKS?...
“Sé algo que puede aplicarse al mundo del cine y probablemente también funcione en el mundo de la música”, dice el cineasta. “Para ser exitoso y popular, hay que ser sincero, quizá no completamente sincero, pero al menos fingir serlo. Hay que pretender ser sincero cuando, en realidad, es puro cinismo. Y tengo la impresión de que mucha gente cree que Sparks solo son muy suyos o incluso irreverentes, pero a mí me parece que su irreverencia es de lo más sincera. Puede que sean demasiado complicados para un público medio. También son un grupo que no transige y puede que eso sea un freno al éxito. Pero son intransigentes, deben serlo. Después de 25 álbumes siguen siendo Sparks. Me parece admirable”.
“Ron y Russell son de lo más auténtico, son ellos mismos y me parece inspirador”, explica George Hencken. Cuando un obtuso ejecutivo de una discográfica les pidió que hicieran ‘música para bailar’, su respuesta fue sacar el single ‘Music That We Can Dance To’ (Música para bailar). Me encanta ese rasgo malvado”.
“No dudo de que cuando David Lynch apareció en la escena cinematográfica, con sus camisas abrochadas y su precisión, muchos dijeron: ‘¿De dónde sale este?’ Y puede que pase lo mismo con Ron y Russell”, sigue diciendo Edgar Wright. “Crees que si retiras la cortina, verás realmente quiénes son. Pero si miras detrás de la cortina, siguen siendo los mismos. No sé dónde empiezan Ron y Russell y donde acaba Sparks, pero creo que ellos tampoco. Cuando entrevistamos a Amy Sherman-Palladino, dijo riendo que ‘Sparks siempre son Sparks porque así todo lo que hagan puede deducirse en la declaración de la renta’. No me parece desacertado”.
Cuando han pasado casi 50 años de la primera grabación, muchos músicos reconocen abiertamente que les encanta lo que hacen. Por fin se incluyó “Kimono My House” en una de las recientes listas de “Mejores 500 álbumes de todos los tiempos” de Rolling Stone. “En cierto modo, esto es la verdadera prueba del éxito”, dice el director. “Han pasado 46 años desde que el álbum salió a la venta, y siguen descubriéndolo”.
¿CÓMO FUE HACER EL DOCUMENTAL?...
La idea de hacer el documental no fue nada convencional y estuvo impulsada en parte al ver a Sparks en concierto después de muchos años de ser un superfan. Por suerte, a Ron y a Russell también les gustaba el trabajo de Edgar Wright, y cuando este buscó si tenían Twitter, descubrió que le seguían.
“Me sorprendió mucho que tuvieran una cuenta en Twitter. Para mí eran un poco los JD Salinger del rock; a pesar de ser omnipresentes, también eran esquivos y enigmáticos. Un poco como si no existieran en la realidad, como si fueran personajes ficticios”, explica Edgar Wright. “Les mandé un mensaje y me contestaron inmediatamente. Les dije que la mayoría de grupos no se encargan de su cuenta de Twitter y la contestación fue: ‘Pero nosotros sí’. Al día siguiente estaba desayunando en casa de Russell en Beverly Hills y fue el comienzo de una maravillosa amistad”.
Poco tiempo después, el director y unos amigos, entre ellos el productor y director Phil Lord, estuvieron en un concierto de Sparks en Los Ángeles. Fue otra revelación. “No solo eran asombrosos, sino que la voz de Russell seguía siendo alucinante”, dice el cineasta. “Muchos cantantes de los 70 ya no suenan igual, puede que por las drogas y el alcohol, pero es como si Ron y Russell hubieran tenido la intuición de que la fama tardaría en llegar y se han mantenido en forma desde sus comienzos. Demuestran una energía asombrosa para ser dos personas de más de setenta años, y Russell no tiene problemas con las notas altas. Me quedé asombrado al descubrir lo buenos que eran, no me parecía posible. En 2017, Phil y yo volvimos a verlos en el teatro El Rey de Los Ángeles. Estábamos en un palco y podía ver el patio de butacas, había gente de 16 y de 60 años, y eso me interesó mucho”.
“Fue entonces cuando le dije a Phil que lo único que necesitaban para ser tan famosos como se merecían era un documental, una explicación, porque alguien que quiera escuchar a Sparks no sabe por dónde empezar. Veinticinco álbumes pueden echar atrás a cualquiera. Además, son un grupo que tuvo éxitos en diversos países en diferentes décadas. No tienen un solo ‘periodo dorado’ sino varios, uno en el Reino Unido, otro en la costa Oeste de Estados Unidos, en Alemania… pero ninguno coincide en el tiempo. Phil me miró y dijo: ‘Tú deberías hacer el documental’. Y entonces contesté: ‘Voy a hacerlo’. Al día siguiente les dije: ‘Quiero hacer un documental acerca de Sparks, vuestra historia merece ser contada”. Me dijeron que varias personas les habían ofrecido hacerles un documental, pero que siempre se habían negado porque no les parecían las personas idóneas. Y añadieron: ‘Pero si quieres hacerlo, tú eres la persona idónea’. Y contesté: ‘Quiero hacerlo’. Lo había dicho, equivalía a un contrato de verbal y debía plasmar su historia en la pantalla”.
Según la productora George Hencken, la integridad y longevidad del grupo es tan importante como su música, que no falta en el documental. “Ojalá creemos un montón de nuevos fans para Sparks”, dice. “También creo que es importante mostrar que mantenerse fiel a uno mismo es un camino mucho más gratificante que correr detrás del éxito y de la popularidad”.
Pero además de su música, también oiremos a Sparks contar su propia historia. “Hicimos doce horas de entrevistas con Ron y Russell en dos años”, explica la productora Laura Richardson. “Los seguimos en una gira desde Londres a México vía Tokio, los rodamos en su casa de California, pero el mayor reto fue condensar una carrera de cinco décadas en un solo documental. También estaba la dificultad de encontrar imágenes de archivo inéditas. Los miembros del equipo de investigación se comportaron como auténticos detectives y consiguieron encontrar imágenes en sótanos de particulares o cintas que las emisoras habían tirado”.
Luego están las 80 entrevistas realizadas en Londres, Los Ángeles, San Francisco, Bruselas y Nueva York a colaboradores, amigos, fans famosos y no tan famosos. Edgar Wright hizo 79 en persona; solo una fue por Skype con Jane Wiedlin, de The Go-Go’s.
“No sabía que muchos directores de documentales no hacen todas las entrevistas”, dice, riéndose. “Pero quería que la película tuviera el mismo espíritu que la música, no que resultara estirada, sino contar su historia con el mismo humor que tiene su música, mediante entrevistados divertidos, que conectasen”.
“Reconozco que no lo planteé como quizá hubieran hecho otros, quería hacer las preguntas que siempre me habían rondado por la cabeza”, sigue diciendo el cineasta. “Los entrevistados son muy diversos, no todos son músicos, y me divertí mucho no solo intentando contar la historia a través de Ron y Russell, sino también a través de sus amigos y fans. Incluso encontramos imágenes de archivo de un fan que se tiró desde el escenario en un concierto en 1975. Al contar su historia, también contamos la historia de la cultura pop de los últimos 50 años”.
La productora George Hencken añade: “Los fans de Sparks son evangélicos. Hay una especie de código secreto. Ves a alguien y piensas: ‘Hmmm, podría ser un fan de Sparks’. En el momento que los conoces, no paras de hablar. Edgar hizo un montón de contactos conversando con fans. Todos estaban felices de poder hablar de su amor por Sparks. Demuestra claramente lo que Ron y Russell inspiran y lo importantes que han sido para muchos otros artistas. Todos hicieron lo posible para estar disponibles, para darnos el tiempo necesario. Tenemos entrevistas de hora y media, incluso dos horas”.
Para unir diversas secciones y añadir un toque visual gracioso, Edgar Wright habló con los animadores Joseph Wallace y Greg McLeod con el fin de añadir un toque pop multidimensional a la narración.
“Siempre había tenido la idea de hacerlo así. Los hermanos son muy cinematográficos, les interesa mucho el cine. Me pareció que añadir animación visual e incongruencias visuales encajaría a la perfección”, explica Edgar Wright. “No había dirigido un videoclip de Sparks, pero quería imágenes que merecieran estar en uno de sus vídeos”.
“También ayuda a la película a representar el eclecticismo de la carrera de Sparks”, comenta George Hencken. “El uso de imágenes de archivo, de grabaciones originales, animación y ‘cabezas parlantes’ refleja la diversidad de su producción de 50 años y la ramificación de su influencia. Lo típico de Sparks es que no tienen nada de típico, y la película lo demuestra”.
¿QUÉ PLANES TIENE SPARKS?...
“Tal como se describirían ellos mismos, tienen siete vidas, como los gatos”, contesta Edgar Wright. “Hay momentos en su carrera en que otros grupos habrían desaparecido, pero Sparks aguantó, y no debido a la suerte sino al talento. Algunos creyeron en ellos, como Todd Rundgren, Island Records, Giorgio Moroder y otros en diversos momentos de su carrera. A menudo han conseguido un aplazamiento de última hora gracias a alguien que se ha dado cuenta de su objetivo y les ha ayudado a llevarlo a cabo. Se han reinventado en más de una ocasión. Cada vez que Sparks parecía a punto de desmoronarse, era la señal esperada para que el fénix renaciera de sus cenizas. Es fascinante ver a dos personas con la fuerza de voluntad necesaria para hacerlo”.
La productora George Hencken dice: “En la película se ve cómo salieron de momentos muy difíciles, cómo se enfrentaron a personas que no tenían ni idea de lo que hacer con ellos, a otras que no entendían por qué daban la espalda a un futuro potencialmente lucrativo y preferían seguir su imparable ímpetu creativo. Siempre han creído en su trabajo sin que les importase la recepción que tuviera. Me parece inspirador y mucho más gratificante que correr detrás del éxito y de la popularidad”.
“Están en el ADN de numerosos músicos, cineastas y actores”, sigue diciendo, “y eso se ve claramente en la película”.
“Existe la sensación de que Sparks son indescifrables, pero en realidad son muy sinceros en cuanto a su trabajo”, explica Edgar Wright. “Su persistente visión abarca cinco décadas y me emociona. Ron y Russell han jugado al juego más largo como nunca se había hecho antes. Es un poco el equivalente de la fábula de la liebre y la tortuga, son el éxito después de una noche de 50 años”.
ACERCA DE LOS HERMANOS SPARKS...
El pionero e innovador grupo pop Sparks, compuesto por los hermanos Ron y Russell Mael, es el perfecto ejemplo de cómo seguir siendo interesante después de cincuenta años de carrera. Aclamados internacionalmente, Sparks tienen en su haber nada menos que veinticinco creativos y atrevidos álbumes desde su debut en 1972. Dejaron Los Ángeles por Londres en 1974 y lanzaron el influyente álbum “Kimono My House”, que no tardó en convertirse en un fenómeno internacional, marcando el camino creativo que seguiría el grupo. Desde entonces, los enérgicos pioneros han dejado un legado irrepetible tanto en discos como en actuaciones en directo.
Sparks, los eternamente jóvenes maestros de la viñeta musical, parecen seguir hambrientos de más aventuras sónicas. Después del éxito comercial y de crítica del álbum de 2017 “Hipopotamus”, que estuvo en un sinfín de listas “Álbumes del año”, lanzaron en 2020 “A Steady Drip, Drip, Drip”, su segundo disco que entraba en la lista de los diez mejores álbumes en Gran Bretaña desde 1974, cuando “Kimono My House” y “Propaganda” alcanzaron los puestos 4 y 9 respectivamente.
A punto de su sexta década como Sparks, Ron y Russell Mael han escrito el guion original, compuesto la música y escrito las letras del drama musical Annette, la primera película en inglés del director francés Léos Carax (Holy Motors, Pola X), protagonizada por Adam Driver, Marion Cotillard y Simon Helberg, que inauguró el Festival de Cannes. Asimismo, se explora y homenajea la singular carrera de Sparks en el documental THE SPARKS BROTHERS, dirigido por Edgar Wright (Zombies Party/Una noche de… muerte, Baby Driver), estrenado con gran éxito en el Festival de Sundance 2021.
Actualmente, Sparks está preparando un nuevo álbum de estudio y una segunda película musical.
GALERÍA DE FOTOS
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