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ENTREVISTA AL DIRECTOR...
¿QUÉ LE LLEVÓ A SER DIRECTORA DE CINE?...
De niña, me encantaba ver películas.
Sentí el poder del cine y me sorprendía lo mucho que podía cambiar a las personas.
Pero nunca me atreví a decirle a mi familia que quería ser cineasta. Soy la mayor de la familia, y el arte generalmente no se considera una opción con perspectivas de futuro. Era buena en matemáticas y física, y me gustaba participar en todos los concursos de ciencias. Pero nunca gané una medalla. Me preguntaba quién ganaba la medalla de oro, y generalmente era un estudiante de una muy buena escuela privada llamada Shine Mongol High School. Así que le pedí a mi madre que me dejara ir a ese instituto, utilizando sus ahorros para pagar mi matrícula universitaria. Le prometí que obtendría una beca para estudiar en el extranjero.
Así que ingresé en esa escuela secundaria.
Era una escuela excelente con muchos clubes que las escuelas públicas generalmente no tienen. Me uní al club de arte dramático, me enamoré del arte y dejé el mundo de las ciencias. En mi último año de secundaria, la Universidad de Obirin, ubicada en Tokio, estableció un acuerdo especial con mi escuela, ofreciendo una beca completa a dos exalumnos de Shine Mongol. Esta universidad tenía una nueva facultad de cine, así que hice todo lo posible para obtener esa beca y fui seleccionada para estudiar realización cinematográfica en Japón. Cursé mi licenciatura de 2008 a 2012 y regresé a Mongolia porque todas las historias que quiero contar tienen lugar en mi país.

¿SE PUEDE DECIR QUE SU PRIMER LARGOMETRAJE SIGUE LA LÍNEA DE SUS DOS CORTOMETRAJES, CON UN ENFOQUE PRECISO SOBRE LA REALIDAD CONTEMPORÁNEA Y UN TOQUE DE REALISMO? EL PRIMERO, STAIRS (2020), SOBRE UNA PERSONA CON DISCAPACIDAD EN ULÁN BATOR, Y EL SEGUNDO, YELLOW BUS (2022), SOBRE UNA JOVEN QUE LLEGA A LA CAPITAL EN BUSCA DE TRABAJO Y TERMINA PERDIÉNDOLO...
Cerca del 60 % de los habitantes de Ulán Bator vive en el distrito de yurts. Yo misma crecí allí y sigo viviendo en ese lugar. Sin embargo, hay muy pocas películas contadas honestamente desde la perspectiva de los habitantes de este distrito. Nuestra ciudad enfrenta numerosos problemas sociales, como todas las ciudades del mundo. Pero si no nos ponemos en el lugar del otro, ¿cómo podemos resolver nuestros problemas juntos?
Por eso suelo hacer películas ambientadas en este distrito que puedan dar voz a sus habitantes. Quiero que mis películas se conviertan en un puente que aporte amor, comprensión y paz, elementos que podrían llevarnos a soluciones reales.

¿QUÉ INSPIRÓ ESTA HISTORIA Y LE HIZO QUERER CONTARLA?...
Ulán Bator es la capital más contaminada del mundo, porque más del 60 % de sus habitantes vive en el distrito de yurts, donde no hay sistemas de calefacción ni infraestructura, y donde se quema carbón para sobrevivir al invierno brutal de -35 °C. En 2016, tuvimos la primera gran manifestación contra la contaminación del aire. Las redes sociales se llenaron de mensajes y comentarios de odio, y los manifestantes fueron muy duros con los habitantes de mi distrito.
Sé que nadie quema carbón para envenenar al otro lado de la ciudad. Lo que respiramos no es humo, es pobreza. Me sorprende que muchas personas en nuestra ciudad no entiendan esto y simplemente deseen que desaparezcamos, en lugar de protestar por soluciones como paneles solares o una nueva planta de producción de energía. Vivimos en la misma ciudad y enfrentamos los mismos problemas, pero no nos comprendemos.
Entonces, ¿cómo podemos resolver nuestros problemas juntos? Por eso quise hacer una película sobre un adolescente que vive en el distrito de yurts y que sueña con un futuro brillante, pero que está profundamente afectado por sus relaciones familiares y su situación social. Con esta película, quería que mis conciudadanos comprendieran, sintieran y abrazaran las luchas y las alegrías de los demás.