INFORMACIÓN EXCLUSIVA
LA PRODUCCIÓN...
La realidad siempre acaba colándose dentro del proceso creativo abriéndose camino para acabar encontrando su propio sitio. Durante la reciente crisis sanitaria saltaron a la luz el aumento de casos de maltrato sufrido durante el confinamiento. En paralelo, durante los momentos más oscuros y críticos, hubo familias que debido a la saturación de morgues y casas funerarias, debían permanecer con los cuerpos de sus familiares fallecidos durante un período de tiempo mientras los reubicaban. ¿Alguien se paró a pensar alguna vez que significa realmente eso? Tener el cadáver de tu madre, de tu padre, de tu hijo, de tu mujer en casa mientras intentas pasar tu duelo. Eso no se supera fácilmente. Si a eso le subimos un nivel más y hacemos que ese cadáver sea el maltratador de la protagonista, tenemos como resultado una historia muy potente. Mucho.
Todas las emociones que son capaces de surgir en una situación así.
Remordimiento, miedo, dolor, rabia, tristeza... un buen caldo de cultivo para un descenso a los infiernos y el caminar de la mano junto a la locura. Las consecuencias psicológicas y emocionales de cualquier persona que haya sufrido abusos, son dramáticamente horribles y en alguna ocasión, irreversibles.
Añadamos a la mezcla la obligatoriedad de permanecer aislada con tu maltratador durante cuarenta y ocho horas. ¿Cómo sobrevives?, ¿Qué consecuencias tiene?, ¿Qué haces durante ese tiempo a solas para mantener la cordura?.
Siempre he defendido que cualquier película se tiene que poder definir en una sola palabra. Una sola. Una que reúna todos los temas, conceptos e ideas sobre lo que la película quiere contar. Así de simple. Así de complicado.
Cuando empecé a escribir SinÉl, todos los conflictos de la protagonista giraban en torno a la relación malsana que había desarrollado con su pareja.
Con su maltratador. Todo tenía que ver con ese vínculo de Dependencia de la que ella no es consciente y sin embargo no puede escapar. Una dependencia a todos los niveles, física, emocional, mental… y sobretodo inconsciente, lo que la hace tan poderosa. Una dependencia de la que ella no es capaz de librarse ni aunque quiera y la anula como persona.
Para que el drama sea creíble, tenemos que conocer como ha llegado a ese nivel de desesperación. Saber como era Inma antes, y sobretodo quien era su pareja. Humanizarlos, darles una vida, una historia. Por eso la historia tiene la estructura de los dos tiempos alternándose y alimentándose el uno al otro.
No se trata de flashbacks al uso que muestren momentos pasados, sino que las consecuencias de uno son las acciones del otro. Dos tiempos que funcionan como un engranaje donde las piezas encajan al final. Donde cada pieza tiene su momento y su lugar.
Ésta no es una película sobre el maltrato. No pretende ser un referente ni un punto de inflexión. Es una historia, la de Inma, con sus luces y sus sombras, sus contradicciones y sus buenas y malas decisiones, pero es al final una película de ficción que trata sobre la dependencia y sobre como la vive y lleva una persona.
Tampoco es una película sobre la pandemia, sus consecuencias o tragedias.
La pasada crisis sanitaria es un marco, un contexto. Una excusa para ser el detonante de la acción. Ésta es una película sobre una mujer durante la pandemia que sufre maltrato. Con sus acciones, sus reacciones y sus consecuencias. Sin entrar a juzgarla, tan solo a comprenderla.
SinÉl cuenta una historia que merece ser cuidada y bien tratada, como ella.