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EL TRIO EN MI BEMOL
INFORMACIÓN
Titulo original: O Trio Em Mi Bemol
Año Producción: 2022
Nacionalidad: Portugal, España
Duración: 126 Minutos
Calificación: Autorizada para todos los públicos
Género: Drama
Director: Rita Azevedo Gomes
Guión: Rita Azevedo Gomes. Basada en la obra de Éric Rohmer
Fotografía: Jorge Quintela
Música: 
FECHA DE ESTRENO
España: 5 Mayo 2023
DISTRIBUCIÓN EN ESPAÑA
Atalante Films


SINOPSIS

Paul y Adélia, antiguos amantes, se encuentran regularmente para filosofar sobre su pasado como pareja, charlar sobre las nuevas aventuras amorosas de ella o discutir sobre música: Adélia adora el rock y Paul se desvive por la música clásica. A lo largo del año se verán siete veces. Encuentros, desencuentros y una melodía que va uniéndoles cada vez más... Jorge, un lunático director de cine, rueda en una luminosa casa costera una adaptación de El trío en mi bemol, la única obra de teatro que escribió Éric Rohmer. Una película que esconde otra...

INTÉRPRETES

ADO ARRIETA, OLIVIA CABEZA, RITA DURAO, PIERRE LÉON

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¿QUÉ ES EL AMOR? por Rita Azevedo Gomes...
   ¿Qué es el amor? Basta una pasión colectiva para que exista una película. Y estaba el demonio de la posibilidad. La hice empujada por algo que necesitaba sacar de dentro. No quería esperar las respuestas de los financiadores (que nunca llegaron. ¿Llegarán algún día? Quién sabe…). Había que rodar sí o sí. Los actores (Pierre Léon, Rita Durão, Olivia Cábez, Ado Arrieta) y los responsables técnicos (Jorge Quintela, imagen; Olivier Blanc, sonido), que en su mayoría ya habían trabajado conmigo, en La venganza de una mujer, Correspondencias o La portuguesa, me respondieron todos: «Adelante». En noviembre del año pasado nos fuimos al norte de Portugal, a Moledo do Minho; éramos doce en total. Llevábamos una bolsa llena de bitcoins que venían del bolsillo mágico de un amigo, el bueno de Gonzalo García Pelayo, y nos permitió pagar los gastos básicos del rodaje.
  Eso y los test de la covid. El cielo de Moledo no podía esperar; la casa que habíamos encontrado para la película era perfecta. No había nada previsto ni demasiado seguro, solo lo que presentíamos y lo que esperábamos. Le trio en mi bémol, la única obra de teatro escrita por Rohmer en los años ochenta, fue el punto de partida para inspirarnos, e hicimos algunos ensayos por Zoom antes de viajar. Nunca una película ha sido tan colectiva, inspiradora, deseada. Fuera, el mundo cerrado. Nadie salía y nadie entraba, como en Delos, donde nadie muere y nadie nace. Trabajábamos intensamente, pero en una especie de idilio, en un feliz mutuo acuerdo. Una comedia sentimental. Fue un breve periodo, en estos tiempos envejecidos y roncos, tres semanas que se han dilatado hasta hoy, cuando el montaje de la película llega a su fin. Hay una contradicción: puertas que se cierran/puertas que se quieren abrir. Yo, que soy un ser contradictorio, estoy destinada a crear contradicciones, y no a detectarlas. Estas grandes contradicciones me obligan a posicionarme siempre de forma extremadamente ambigua frente a lo real. Lo que creo que soy es lo que puedo ser en lo que hago.

EL TRÍO EN MI BEMOL: DOS AÑOS DESPUÉS por Rita Azeveco Gomes...
  Todavía hoy, cuando vuelvo a pensar en
El trío, mi cabeza vuela inmediatamente a Moledo do Minho, el pueblo encantado del norte de Portugal que fue durante el rodaje campo de batallas y de danzas.
  Lo que pasa, al final, no es el tiempo, somos nosotros.
Al pensar en El trío en mi bemol, fabricada bajo interregno del confinamiento, en el auge de la pandemia en 2020, no deja de estremecerme el hecho de que vaya a verse ahora en España gracias de nuevo al gesto de Atalante - ¡cuánto les agradezco todos sus ánimos! - y de que ya en breve oigamos el eco de los espectadores en las salas del país vecino.
  Cuando filmábamos, en noviembre de ese año, los cines permanecían cerrados en todo el mundo. ¿Para qué una película que se dirigía a ellos? La perspectiva de futuro era un absoluto incógnito.
  De eso mismo quise hacer una película.
A todo el mundo pareció entusiasmarle la idea, así que nos reunimos, sin dinero y sin ninguna certeza, aunque poseídos por la energía vital que otorga la confianza y sumergidos en una irresistible e irrepetible atmósfera de creatividad plena.
  En medio del horror de aquella época, al mismo tiempo se daba un encantamiento sublime que el silencio y la absoluta quietud proporcionaban. El trio en mi bemol, una comedia sentimental, plena de Mozart y de luz, de enredos amorosos rohmerianos, parecía un feliz contrapunto a la época inédita que vivíamos.
 
Todo lo ocurrido en ese período de tres semanas y dos días de rodaje -en aquella casa luminosa que parecía extrañamente levitar y dejarse llevar por los aires, con su anverso y reverso entre el interior y el exterior- terminó adhiriéndose irreversiblemente a la película, hasta el punto de moldearla, o casi mejor, de arroparla. Había magia, había confianza.
  Y así la película se iba tricotando con una alegría que espantaba al agotamiento, y los pequeños conflictos y tensiones que surgían no iban más allá de lo que la mordedura de un caniche, tan ridículamente minúscula que te la sacabas de encima con un puntapié.
  La película es todo eso, tejida sobre el telón de fondo del texto esculpido al milímetro por Rohmer; un dueto sentimental bordado entre Paul (Pierre Léon) y Adélia (Rita Durão). Un camino labrado entre dos. Prisioneros el uno del otro, confinados en aquel enredo, desconfiados del resto del mundo, queriendo desvelar la verdad profunda que habita en cada uno. No siempre es firme el paso, pero siempre se retoma la marcha hasta la próxima encrucijada del destino. ¿No es también así el camino de quien hace una película?¿O el de los personajes (añadidos al original) del realizador (Ado Arrieta) con su asistente (Olivia Cábez)?
  El trío es también, en suma, una reflexión sobre el acto creador en sí mismo, sobre el gesto que construye la película, sobre la afinación entre actor y personaje, sobre el deseo de tocar el enigmático presentimiento que habita entre la Vida y la Representación de la vida.
 
El trío fue ese milagro, un estado de inesperada gracia que depositó en mí una incandescencia que reaparece cada vez
que pienso en la película, más vulnerable a la ternura, más dócil a la confianza, que es al final la verdadera naturaleza del hombre.
  Y otra vez en la vida, pueden creerlo, no sabré verdaderamente qué hacer. Verdaderamente no lo sabré. Aunque Tríos siempre podrán surgir.

TARDES CON RITA por Ado Arrieta...
  Al inicio, no conocía la obra de teatro
de Éric Rohmer. Después la vi en youtube. Rita se inspiró en el diálogo de Rohmer para hacer una película que nada tiene que ver con la obra original excepto el título. El personaje de Jorge, que Rita inventó, que yo interpreté, y que no aparece en la obra de teatro, da sentido a la película. Aunque me parezco bastante a Jorge (un cineasta que se encuentra atrapado en su propio rodaje, sin saber cuándo empieza ni cuando termina) no tengo la sensación de haber hecho un personaje, ni siquiera de haber actuado.
  Me parece haber sido la piedra angular en una arquitectura. El verdadero sujeto de la película es el espacio, en el que los actores habitan, no importa tanto lo que hagan ni lo que digan -el diálogo entre Ella y Él es un homenaje a Rohmer-, y como ese espacio se organiza, mágicamente, hasta convertirse en una arquitectura de Rita Azevedo.
  La película se filmó en la casa de un arquitecto amigo de Rita, Alexandre Alves Costa, diseñada por Álvaro Siza en Moledo do Minho, en el mes de noviembre, durante la pandemia, en una calma extraña. Nos levantábamos a cualquier hora, sin seguir un horario. Nos reuníamos, para comer y cenar, estupendamente.
  Nada nos remitía a una idea de “trabajo”. El rodaje fue lo más parecido a una vacación ideal, que Rita había organizado para nosotros, en un espacio ideal.
Mis diálogos se improvisaban. No existía la menor química con los otros actores.
  Nos movíamos independientemente, en un laberinto, sin saber lo que íbamos a encontrar en nuestro recorrido. Mi principal “partenaire” en la película fue un cerdito, llamado Alvarinho, que Rita hizo aparecer y con el que bailo una extraña danza. Había actuado en varias películas y nos llevamos bastante bien.

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