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ENTREVISTA CON JEAN-PIERRE JEUNET...
Tras "Largo domingo de noviazgo", pero antes de "Micmacs", tu nombre se asociaba a otros dos proyectos, "Harry Potter" y "La Vida de Pi" . ¿Por
qué no funcionaron?...
.- Cierto, justo después de "Largo domingo de noviazgo", Warner me ofreció la quinta parte de "Harry Potter". Les dije que no. La verdad es que no veía cómo podría encajar ahí o cómo podría hacer mía la película. El mundo de Potter ya existe, los escenarios están ahí, los trajes, los actores saben exactamente cómo interpretar a sus personajes porque ya han hecho cuatro películas juntos, sabía que la carga sería muy pesada y ni siquiera era excitante. "Alien es distinto". Me eligieron porque querían que le diera mi toque personal a la película, que creara una especie de híbrido con mi propio mundo. También, para ser honesto, las historias sobre brujos y varitas mágicas donde todo es posible no me interesan mucho. Así que dije que no aunque mi agente me dijo que si lo hacía, ¡tendría la vida resuelta para siempre!.
¿Y "La vida de Pi"?...
.- Eso me interesó y trabajé en ella durante dos años. Hace unos años leí el libro de Yann Martel, que comienza en la India y prosigue en alta mar para contar la historia, tras un terrible naufragio, de la confrontación entre dos pasajeros solitarios, un joven y un tigre. Y en ese tiempo pensé que no se podía adaptar. Demasiado rico, demasiado detallado, demasiado lleno de trampas: el mar, el chico, un tigre, todos elementos incompatibles. Y entonces Fox, con quien hice "Alien" me llamó para pedirme que la adaptara.
Era una premisa demasiado hermosa para dejarla pasar. Es una historia increíble sobre la voluntad y la supervivencia. E incluso si es un mundo completamente distinto al mío, incluye los temas de todas mis películas, el tema de Tom Thumb: un huérfano contra un monstruo. Esta vez tenía la apariencia de un tigre. Así que releí el libro y acepté su oferta con la condición de que me dejaran escribir el guión y hacer la película a mi manera.
Inmediatamente fui a trabajar con Guillaume Laurant, mi socio habitual. Y al momento, después de dos versiones conseguimos escribir un guión que le gustó a todo el mundo. Después realizamos el storyboard. Tenía modelos del bote y el tigre, como haces para una película de animación, y con mi camcorder saqué 3500 fotos. Lo monté todo con iPhoto y se lo envié a Maxime Rebiére, quien lo redibujó todo. Así que a día de hoy tenemos un storyboard con fotos y otro dibujado a mano.
Empezamos a buscar localizaciones en la India y visité los enormes estudios donde rodaron "Titanic". Para mí, no había duda alguna de que la película se iba a hacer. Entonces llegaron los números, 85 millones de dólares.
Todo por un chico indio con un tigre en un bote, no tenía sentido. Pensamos en todas las maneras de bajar a 60 millones y no encontramos la solución, hasta que uno de los directivos de Fox me dijo: “prodúcela tú mismo”. Era totalmente absurdo. Yo creía que podríamos hacerla más barata en Europa que en Hollywood. Estudiamos el problema, fuimos a los estudios donde se rodó "Astérix", nos reunimos con montones de gente, trabajamos en máquinas que simularan el oleaje, pensamos técnicas de rodaje específicas. Y conseguimos 59 millones de euros, así que con el cambio de moneda salían básicamente los mismos 85 millones de dólares. De repente no volví a saber de ellos. Hasta el día que el productor Gil Netter me dijo que estaban pensando nuevas soluciones. Pero yo había pasado dos años trabajando en ese proyecto y no quería estar así el resto de mi vida. Necesitaba rodar. Y justo con Guillaume empezamos "Micmacs", que ya la tenía en mente más o menos. En tres o cuatro meses terminé el guión.
¿Cuál fue la idea inicial para "Micmacs"?, ¿El héroe con una bala en la cabeza?, ¿Los vendedores de segunda mano?, ¿Los vendedores de armas?...
.- Como siempre todo vino al mismo tiempo. Siempre ha estado en mí la historia de Tom Thumb que mencioné antes. En cuanto a los de los traficantes de armas, también ha rondado mi cabeza durante bastante tiempo.
Cuando estábamos montando La ciudad de los niños perdidos en Saint Cloud, junto a las fábricas de Dassault, a menudo comíamos en un restaurante donde los ingenieros de Dassault iban también. Eran gente muy estirada, traje y corbata, con buen aspecto, pero no podía evitar pensar que fabricaban increíbles armas para matar y destruir a otros seres humanos en el planeta. No parecía afectarles lo más mínimo. Eso me sorprendía y me molestaba.
Al mismo tiempo, no quería hacer una obra intelectual, quería hacer una comedia. ¿Y qué podía ser más distinto a unos fabricantes de armas que unos traperos?. A partir de ahí fue fácil imaginar que esa banda iba a unir sus fuerzas contra esos mercaderes de la muerte. David y Goliath, una vez más. La idea vino de manera natural, especialmente porque quería enfrentar a los vendedores de armas con una panda de personajes como los juguetes de "Toy Story", admiro mucho el trabajo de Pixar.
Gente única, marginal, un poco naif, pero cada uno con su carácter, algo que les hace distintos y que sirve a la historia, que hace avanzar el argumento.
Excéntricos vengadores, torpes, a veces poéticos, siempre unidos y por encima de todo, profundamente humanos. Nuestra otra gran influencia es "Misión Imposible", soy fan incondicional de toda la serie. Es obvio que en la construcción de la historia, en sus giros, en la historia de las manipulaciones, el falso viaje al desierto, por ejemplo, son momentos que recuerdan a "Misión Imposible".
Y también recuerda a veces a las películas de Sergio Leone...
.- Si, por supuesto. En cuanto cuentas una historia de venganza, de equilibrar las cosas, ciertas secuencias de Leone te vienen a la cabeza siempre. Y me divertí rindiendo tributo con pequeñas referencias a su trabajo.
Tampoco se puede evitar pensar en "Delicatessen", bien por la cueva donde viven los tenderos o por la bondad y la inocencia de Bazil.
De hecho, Micmacs es un poco una mezcla entre "Delicatessen" y "Amélie". Es cierto. No fue algo deliberado, claro, pero un animal no puede cambiar sus costumbres. De cualquier forma desde el momento en que tuve la idea, hicimos lo que siempre hacemos, llenamos nuestra caja de las ideas con personajes, escenas, diálogos, recuerdos de cosas que hicimos de pequeños, expresiones, escenarios y localizaciones que nos gustan hasta que la caja se desborda y todo lo que tenemos que hacer es usar lo que hay en la caja para crear los personajes, construir la historia y escribir el guión.
¿De forma os complementáis Guillaume y tú?...
.- Es difícil de decir. Es una alquimia misteriosa. Una verdadera asociación, donde trabajar juntos da gusto, y sobre todo nos compenetramos tan bien que ya no sabemos decir quien tuvo qué idea. Es un juego de ping pong interminable. Está claro que nuestros mundos están en la misma onda. A mí me gusta jugar con el idioma, a él también.
Si he elegido rodar en Francia y en francés pase lo que pase es para poder jugar con el lenguaje. Mi mayor influencia, por supuesto, es Jacques Prévert. Todo empieza ahí. Es una fuente constante para mí. Guillaume y yo tenemos la misma pasión por Prévert, por el realismo poético que tanto le gusta a él y a Carné. Intento esa perspectiva poética en todas mis películas, y él tiene la tendencia a moverse en esa dirección también. De hecho cuando el dialogo se hace demasiado ordinario para mi gusto, le digo, necesitamos “prevertizar” esto… No hace falta decir que lo pasamos en grande con el diálogo de Omar.