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LA VOZ DE HIND
INFORMACIÓN
Titulo original: The Voice Of Hind Rajab 
Año Producción: 2025
Nacionalidad: Francia, Túnez
Duración: 89 Minutos
Calificación: No recomendada para menores de 16 años
Género: Drama
Director: Kaouther Ben Hania
Guión: Kaouther Ben Hania
Fotografía: Juan Sarmiento G.
Música: Amine Bouhafa
FECHA DE ESTRENO
España:  28 Noviembre 2025 
DISTRIBUCIÓN EN ESPAÑA
Caramel Films - La Zona


SINOPSIS

29 de enero de 2024. Los voluntarios de la Media Luna Roja reciben una llamada de emergencia. Una niña de 6 años está atrapada en un coche bajo fuego en Gaza, suplicando ser rescatada. Mientras intentan mantenerla en la línea, hacen todo lo posible por enviarle una ambulancia. Su nombre, Hind Rajab...

INTÉRPRETES

SAJA KILANI, MOTAZ MALHEES, CLARA KHOURY, AMER HLEHEL

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ENTREVISTA A LA DIRECTORA...
La última llamada de Hind Rajab es una de las historias más desgarradoras y emblemáticas que han surgido de Gaza, un momento que fue investigado meticulosamente por medios como The Washington Post, Sky News y Forensic Architecture. Resonó a nivel mundial como tragedia íntima y acusación pública. ¿En qué momento decidió que esta historia debía convertirse en una película?...
La primera vez me encontré con un breve fragmento de audio de Hind Rajab pidiendo ayuda. Su pequeña voz atravesando el caos, pidiendo simplemente no quedarse sola.
En el momento en que la escuché, algo dentro de mí cambió. Sentí una oleada abrumadora de impotencia y tristeza: no intelectual, sino física.
Como si el mundo se hubiera inclinado ligeramente fuera de su eje.
La voz de Hind, en ese instante, se convirtió en algo más que el ruego desesperado de una niña. Se sintió como la propia voz de Gaza, pidiendo ayuda en el vacío, recibiendo indiferencia, recibiendo silencio. Era una metáfora hecha dolorosamente real: un grito de auxilio que el mundo podía escuchar, pero al que nadie parecía dispuesto o capaz de responder.
Me puse en contacto con la Media Luna Roja Palestina para escuchar la grabación completa. Duraba más de setenta minutos, setenta minutos de espera, de miedo, de intentar resistir. Fue una de las cosas más difíciles que he escuchado en mi vida.
Luego empecé a hablar con la madre de Hind y con las personas que estaban al otro lado de esa llamada, quienes intentaron, contra toda probabilidad, salvarla. Hablamos durante horas.
A partir de sus palabras y de la presencia estremecedora de la propia voz de Hind, empecé a construir una historia. Una historia enraizada en la verdad, sostenida por la memoria y moldeada por las voces de quienes estuvieron allí.

¿Por qué sintió la necesidad de contar esta historia a través del cine?...
Incluso con el acceso denegado a Gaza, ha surgido cierto periodismo de investigación, como usted mencionó. Pero creo que el cine ofrece algo diferente. No informa, recuerda. No discute, hace sentir.
Lo que me perseguía no era solo la violencia de lo que ocurrió, sino el silencio que siguió. Eso no es algo que un informe pueda contener. Eso es algo que solo el cine, en su quietud e intimidad, puede intentar abarcar.
Así que recurrí a la única herramienta que tengo (el cine), no para explicar o analizar, sino para preservar una voz. Para resistir la amnesia. Para honrar un momento que el mundo nunca debería olvidar. Esta historia también trata de nuestra responsabilidad compartida, de cómo los sistemas fallan a los niños gazatíes y de cómo el silencio del mundo forma parte de la violencia.

Esta es una película basada en una pérdida real y devastadora: la muerte de una niña cuya voz fue escuchada en todo el mundo. Usted ha hablado de escuchar la grabación completa y de contactar con quienes estuvieron directamente implicados. Pero abordar una historia tan sensible y personal inevitablemente plantea preguntas sobre el consentimiento, la confianza y la representación. ¿Cómo respondió la familia de Hind Rajab, y en particular su madre Wessam, a su deseo de contar esta trágica historia a través del cine? ¿Y de qué manera su apoyo dio forma al proceso de creación?...
Después de escuchar la grabación completa de la Media Luna Roja Palestina, supe al instante (en mi cuerpo, no solo en mi mente) que tenía que hacer esta película. Pero también tuve una certeza absoluta: si la madre de Hind decía que no, yo me retiraría. Esa conversación no era una formalidad, era la base. Sin su consentimiento, nada avanzaría.
Rana, de la Media Luna Roja, fue quien me puso en contacto con ella.
Rana había estado al teléfono con Hind durante horas aquel día y, desde entonces, ella y la madre de Hind habían desarrollado un vínculo. Se habían hecho una promesa mutua: cuando terminara este horror, irían juntas a visitar la tumba de Hind. Ese gesto sencillo me dijo muchísimo sobre el tipo de cuidado y confianza que ya rodeaban la memoria de Hind.
La madre de Hind es una mujer extraordinaria, llena de gracia, inteligente y profundamente bondadosa. Desde la primera llamada fui transparente. Le dije: “Esta película solo sucederá si tú quieres que suceda. La decisión es tuya”. Ella me contó todo sobre Hind, su personalidad, sus sueños, su manera de reír. Sentí que, al compartir todo esto conmigo, estaba intentando mantener viva a su hija, asegurarse de que su memoria no desapareciera ni se convirtiera en una simple noticia más.
La madre de Hind habló con su familia sobre la película y todos dieron su total apoyo y consentimiento. Su voz, marcada por una silenciosa resiliencia, un amor infinito y un dolor indescriptible, atraviesa cada momento de la construcción de esta película.
Esta película no es solo mía. Lleva el peso de la confianza de la madre de Hind, la memoria de una niña cuya voz el mundo no puede permitirse ignorar y el valor de quienes intentaron llegar hasta ella: el equipo de la Media Luna Roja que permaneció en la línea, el médico y el conductor de la ambulancia que murieron en el intento. Contiene la gracia de quienes lo han perdido todo y, aun así, encontraron la fuerza y la generosidad para abrir sus corazones y compartir conmigo su duelo, su dignidad y su inquebrantable humanidad.

Aunque la voz de Hind sigue siendo el latido emocional de la película, la narración se desarrolla a través de los ojos de quienes intentaron salvarla: el equipo de la Media Luna Roja al otro lado de la llamada. ¿Cómo moldearon sus testimonios el proceso de escritura? ¿Y cómo navegó entre el desafío creativo y ético de traducir sus experiencias vividas al lenguaje del cine?...
Cuando empecé a hablar con la verdadera Rana, Omar, Nisreen y Mahdi, me di cuenta rápidamente de que ninguno de ellos había escuchado jamás la grabación de sus propias voces de aquel día. Yo tenía acceso al audio completo a través de la Media Luna Roja Palestina, pero ellos no lo habían vuelto a escuchar desde que fue archivado. Así que cuando me hablaban, no relataban lo que habían dicho, sino lo que habían sentido.
Esa distinción era increíblemente importante para mí, tanto ética como cinematográficamente. Sus testimonios no eran solo transcripciones fácticas, sino relatos profundamente personales y subjetivos de miedo, impotencia, confusión y urgencia moral. Eso me ofreció una capa única con la que trabajar: mientras la grabación sirve como columna vertebral fáctica de la película, sus recuerdos me permitieron centrarme en sus experiencias interiores.
El proceso de escritura, para mí, consistía realmente en navegar entre estos dos mundos: el archivado y el emocional, lo documentado y lo vivido.
El cine me dio el lenguaje para sostener ambos.

Uno de los aspectos más impactantes de la película es la presencia cruda y sin filtros de los actores. Hay una autenticidad palpable en sus reacciones. ¿Se debe a que estaban escuchando la voz real de Hind durante el rodaje? ¿Y cómo influyó eso en sus interpretaciones?...
Sí, lo que se percibe es real. Los actores no estaban simplemente interpretando líneas de un guion. Estaban volviendo a habitar un momento vivido. Durante el rodaje, cada actor repetía, casi palabra por palabra, lo que su homólogo real había dicho una vez a Hind. Y en sus auriculares, escuchaban la voz real de Hind, tomada de la grabación original. Todos los actores son palestinos (al igual que la mayoría de los extras) y esta película significaba mucho para ellos. No estaban simplemente interpretando una historia, estaban cargando con algo que los tocaba en lo personal, lo histórico y lo político. No era algo abstracto. Era real, cercano, inmediato.
Fue emocionalmente abrumador, no solo para ellos, sino para todo el equipo. Se podía sentir una especie de silencio colectivo en el set, una reverencia. Los límites habituales entre actuar y ser testigo parecían disolverse.

Su trabajo siempre ha navegado la frontera porosa entre el documental y la ficción: una tensión que encontró una culminación impactante en Las cuatro hijas. Con La voz de Hind vuelves a ese espacio liminal, pero en una forma aún más radical e íntima. ¿Cómo describirías esta película en términos de género? ¿Es una dramatización basada en hechos o un documental envuelto en narrativa?...
Esta pregunta toca el corazón mismo de mi práctica. Nunca me he sentido del todo cómoda con definiciones de género fijas, especialmente cuando se trata de historias que cargan un profundo peso emocional y político. La voz de Hind es, en efecto, una película dramatizada. Está guionizada, construida e interpretada. Pero también está anclada a una verdad innegable y dolorosa y, más aún, está construida alrededor de una voz real, la de la propia Hind, captada en los últimos momentos de su vida.
Para La voz de Hind tuve que encontrar una forma cinematográfica donde la narración no tratara de invención, sino de una transmisión de la memoria, del dolor, del fracaso.
En ese sentido, no sentí que estuviera inventando nada. Sentí que estaba recibiendo algo (algo urgente, algo sagrado) y que mi papel era dar forma a un espacio cinematográfico capaz de sostener esa voz con dignidad.
Así que no diría que esta película “desdibuja” las líneas entre géneros. Diría que las intensifica, que estira los límites de lo que la dramatización puede contener y de lo que el documental puede proteger. Todas estas fueron formas de resistir las convenciones narrativas e intentar acercarme a otro tipo de verdad: no solo lo que ocurrió, sino lo que se sintió, lo que significó.

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