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   En palabras de la directora, el origen de LA CHICA QUE SANABA surgió durante el montaje de su anterior película, Home: “Sentí el deseo de buscar una mayor libertad, de hacer una película más alejada de la narración. A lo largo de los años había reunido un montón de ideas para escenas divertidas -me gusta el humor de situación- que no había podido utilizar en mis anteriores películas. En realidad, sólo quería juntar esas escenas y ver si con eso podía hacer una película. Mi compañero Nico (Leunen, que también edita mis películas) me sugirió que necesitaba un escenario en el que ambientar todas esas escenas. Así nació la idea de una comunidad de luto tras el incendio de una escuela. Dentro de ese escenario quería mostrar varias historias humorísticas que enfatizaran lo absurdo de cómo la gente se enfrenta a un trauma así. Pero no funcionó. El guión seguía siendo un batiburrillo. Así que tuve que abandonar esa idea. Pero había un personaje con el que siempre me quedé: Holly. Una chica muy normal a la que de repente se le atribuye un talento especial, en una comunidad muy receptiva a algo "sobrenatural" debido a un trágico suceso. Acabé construyendo toda la película en torno a ella”.

ENTREVISTA A LA DIRECTORA...
¿Cómo surgió la idea de la película?...
Durante el montaje de mi anterior película, ‘Home’, sentí el deseo de buscar una mayor libertad, de hacer una película más alejada de la narración. A lo largo de los años había reunido un montón de ideas para escenas divertidas -me gusta el humor de situación que no había podido utilizar en mis anteriores películas. En realidad, sólo quería juntar esas escenas y ver si con eso podía hacer una película. Mi compañero Nico (Leunen, que también edita mis películas) me sugirió que necesitaba un escenario en el que ambientar todas esas escenas. Así nació la idea de una comunidad de luto tras el incendio en una escuela. Dentro de ese escenario quería mostrar varias historias humorísticas que enfatizaran lo absurdo de cómo la gente se enfrenta a un trauma así. Sólo que no funcionó. El guion seguía siendo un batiburrillo. Así que tuve que abandonar esa idea. Pero había un personaje con el que siempre me quedé: Holly. Una chica muy normal a la que de repente se le atribuye un talento especial, en una comunidad muy receptiva a algo “sobrenatural” debido a un trágico suceso. Acabé construyendo toda la película en torno a ella.

Holly ayuda a sobrellevar el dolor de los demás, y también se ofrece voluntaria. La caridad y la ayuda son los temas centrales de la película. ¿Qué le interesa de eso?...
Es una pregunta que me preocupa en general: ¿qué significa hacer el bien? ¿Y por qué lo hace la gente? También pienso mucho en lo que puedo hacer en mi vida cotidiana para mejorar algo. Sobre todo si vives en grandes ciudades como Bruselas, a menudo te enfrentas a la dureza de la calle. Eso a veces se me mete mucho en la cabeza. A menudo me preocupo por lo que puedo hacer y, sobre todo, lo que no hago. Pero, por extraño que parezca, eso apenas se había trasladado a mis películas hasta ahora. En LA CHICA QUE SANABA, ese tema se coló orgánicamente en la historia por primera vez. El personaje de Anna, una profesora que también dirige una organización de voluntariado, representa mis sentimientos encontrados sobre ese tema. Es una auténtica bienhechora. Por un lado admiro enormemente a la gente así, pero por otro siento inmediatamente la necesidad de cuestionarlo, porque ¿por qué quieres hacer eso? ¿Existe el altruismo auténtico? Además, la gente como Anna adopta a menudo una actitud bastante pedante, como si supiera más. Esa zona gris me interesa.
Pero que quede claro: siento un enorme respeto por las personas comprometidas socialmente.
Y prefiero a alguien que sólo hace lo correcto para poder dormir mejor por la noche que a alguien que simplemente no hace nada en absoluto.

“Holly” no suena a “santa” por casualidad: cada vez más gente comienza a creer que tiene poderes especiales. ¿Quería jugar conscientemente con esa dimensión religiosa?...
No quería hacer demasiado hincapié en la religión, pero casi se coló de forma natural.
Me imagino que el mismo mecanismo estaba en juego hace mucho tiempo, cuando Jesucristo fue etiquetado como el Mesías. Esas son también las preguntas que me hago: ¿por qué la gente cree en algo? ¿Y lo creen de verdad, o simplemente es cómodo seguir la corriente de algo así en un momento difícil?

¿Hay elementos de hechos reales que hayan inspirado la historia?...
La primera semilla de este personaje se plantó hace mucho tiempo. Una anciana me contó una vez que su marido había sufrido un infarto, pero se había salvado gracias a su nieta de seis años. Ella lo había encontrado y corrió hacia su abuela diciendo: “El abuelo está durmiendo en el suelo”. Lo que me fascinó de aquello fue que la mujer alababa tanto a su nieta, repitiendo constantemente que había “salvado” a su abuelo. Mientras que la propia niña probablemente pensaba: “Acabo de decir que el abuelo estaba durmiendo en el suelo”. A partir de esa anécdota, empecé a adentrarme en historias sobre héroes y milagros. Y en eso también suelo ver a personas que por casualidad estaban en el lugar adecuado en el momento oportuno, y así de repente se convierten en alguien que podrían no haber sido en absoluto. Ese es el caso de Holly: un día llama a la escuela para informar de su ausencia, y justo en ese momento la escuela se incendia. Puede que sólo estuviera bromeando. Pero debido a eso de repente se convierte en alguien, y no puede salir de esa situación.

¿Hay algo tuyo en el personaje de Holly?...
Sí, como ella, soy muy receptiva a las emociones de los demás. A veces es un poco molesto, porque cuando entro en un sitio, enseguida sé quién está triste, y entonces casi me siento obligada a hablar con esa persona. Tengo que evitarlo conscientemente, porque absorbo gran parte de la tristeza del mundo. Por otra parte, siempre me ha ayudado con mis películas: me permite meterme fácilmente en la mente de mis personajes.

La película está en la línea de sus películas anteriores, pero también se siente diferente debido a la presencia de un elemento sobrenatural (verdadero o no). ¿Quería tomar conscientemente una nueva dirección?...
No lo busqué obsesivamente, pero sobre todo porque quería romper con ‘Home’ y fue agradable encontrar un elemento que realmente diferenciara a LA CHICA QUE SANABA.
Al mismo tiempo, pronto me di cuenta de que no quería ir demasiado lejos en ese aspecto sobrenatural. Porque entonces ya no parecería mi tipo de película. Quería que la historia se mantuviera anclada en la realidad y que siempre existiera esa duda: ¿ocurre algo sobrenatural o no?

Como en ‘Home’, jóvenes debutantes toman papeles protagonistas. ¿Cómo encontraron a Cathalina Geeraerts que hace el personaje de Holly?...
Vimos a un montón de chicas para el papel principal y, de hecho, Cathalina fue una de las primeras en presentarse al casting. Nos impresionó de inmediato, tenía un talento natural. Pero seguimos haciendo castings durante seis meses, sobre todo porque aún no estaba segura de cómo debía ser Holly. Puede que tuviera en mente a una chica aún más frágil. Pero al final optamos por el talento de Cathalina: sabía que podía pedirle mucho, porque realmente sabe actuar. Ni siquiera es consciente de que es tan buena, un poco como Holly, en realidad...

¿Por qué escogió a Felix Heremans como Bart, el mejor amigo de Holly, que parece que parece estar en el espectro autista?...
Fue una búsqueda larga e imprevisible encontrar al actor adecuado para ese papel.
Yo había escrito el personaje como un chico con discapacidad. Así que organizamos castings en escuelas de educación especial, y también lanzamos convocatorias para personas con discapacidad, en cualquier sentido. Vimos a gente con dislexia, pero también con síndrome de Down. Y al final nuestra elección fue para Felix. Es neurodiverso, pero va a un colegio normal y allí funciona perfectamente. Es súper independiente, y hace cosas en la ciudad que yo no le permito hacer a mi propio hijo, que tiene la misma edad. En el plató, como director, a veces tenía el impulso de pedirle que interpretara una escena de forma diferente, pero luego me daba cuenta: ‘no, es Felix, y si yo quisiera que fuera diferente, debería haber elegido a otro’. Es muy simpático y muy gracioso. Cuando enseñaba el primer corte de la película a la gente, a menudo recibía la respuesta: ‘Bart es genial, pero no tiene suficiente tiempo en pantalla’. Así que cuando volvimos a rodar más tarde, me inventé especialmente una escena nueva y divertida con él, en la que le echan de clase.

Ha colaborado estrechamente con el DOP Frank Van Den Eeden. ¿Puede hablarnos de su trabajo juntos?...
He rodado todos mis largometrajes anteriores con Frank. Desde mi primera película, ‘Someone Else’s Happiness’, en 2005, hubo un clic instantáneo, tanto artístico como amistoso, y eso nunca se ha ido. Nuestra colaboración es tan natural que no me imagino haciendo una película con otra persona. Con cada película quiere que yo sepa primero cómo la veo y luego él empieza a pensar. Y eso es fundamental para mí. Él no dice cómo cree que debería ser, yo tengo que determinarlo y sólo entonces se sumerge y hace algo improbable de ello. Se mete de lleno en el mundo que has creado y luego busca lo que visualmente mejor cuenta la historia, sin ego. Es increíblemente generoso y sólo está satisfecho cuando yo lo estoy. Él determina en gran medida la identidad de mis películas. Lo bueno es que, a la larga, nos conocemos tan bien que la comunicación no supone ningún esfuerzo. Podemos ser sinceros y directos el uno con el otro incluso cuando las cosas no van bien y a veces basta una mirada para saber lo que pensamos.

Otro nombre familiar es la música americana de Johnny Jewel, conocido por Chromatics. Él también realizó la soundtrack de ‘Home’. ¿Cómo fue la colaboración esta vez?...
Para ‘Home’ nos había dado música ya existente, pero con LA CHICA QUE SANABA, se implicó en la fase de guion. Enseguida se dio cuenta de la dirección que quería tomar. Hay algo inquietante en su música, que recuerda a las viejas películas de terror. Pero también algo muy dulce, que suena un poco distorsionado. Además, Johnny confió en nosotros hasta el punto de permitirnos retocar su música como nos pareciera. Nos entregó algunas canciones como una especie de bloques de construcción: si queríamos, podíamos desmontarlas y construir otra cosa con ellas en el montaje.

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