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SINOPSIS
La vida de un padre de familia da un giro tras la inesperada pérdida de su mujer. Él y sus dos hijos pequeños tendrán que superar su duelo para recuperar la paz interior y mirar al futuro con esperanza...
INTÉRPRETES
BENEDICT CUMBERBATCH, SAM SPRUELL, DAVID THEWLIS, JESSIE CAVE, LEO BILL, MAX PORTER, VINETTE ROBINSON, ADAM BASIL, GARRY COOPER, RICHARD BOXALL, LIZZIE CLARKE, TIM PLESTER, HENRY BOXALL, KEVIN HOWARTH, CLAIRE CARTWRIGHT
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SOBRE LA PELÍCULA...
Esa cosa con alas (The Thing with Feathers) supone el debut en la ficción del guionista y director Dylan Southern.
La trayectoria previa de Dylan incluye tres aclamados largometrajes documentales, y ha sido reconocido por su capacidad para construir narrativas auténticas y centradas en lo humano. También ha recibido varios premios como director de publicidad y videoclips.
El germen de Esa cosa con alas surgió cuando Dylan recibió como regalo el libro El duelo es esa cosa con alas, de Max Porter. La profunda conexión emocional que sintió con la novela le hizo tener claro de inmediato que quería adaptarla, y se propuso convencer a Max de que él era la persona adecuada para llevar la historia al cine.
La poética novela corta de Max Porter es un relato profundamente conmovedor narrado desde tres perspectivas: la de un padre viudo al que se denomina “PADRE” sin más; la de sus dos hijos pequeños (CHICOS); y la de un CUERVO gigantesco, chamánico e indomable, que parece cobrar vida a partir de las páginas del trabajo del padre como autor de cómics. El libro ha sido celebrado como una de las novelas británicas más imaginativas y singulares de la última década.
La adaptación corrió a cargo del propio Southern, en desarrollo junto a Film4. Al adaptarlo, los cineastas quisieron respetar el espíritu, la extraordinaria inventiva y la forma no lineal de la obra de Porter, que construye un retrato íntimo y profundo de una familia en un proceso de transición extraordinario. La obra se considera ya un clásico moderno y fue incluida por The Sunday Times entre las 100 mejores novelas del siglo XXI. Ganó el Premio Dylan Thomas en 2016 y fue finalista del Premio Guardian al Primer Libro. Se ha traducido a 31 idiomas y adaptado al teatro en numerosos países.
El proyecto requería tres intérpretes extraordinarios capaces de sostener el peso de la historia, y Dylan los encontró en Benedict Cumberbatch, nominado al Óscar en dos ocasiones, y en los gemelos Richard y Henry Boxall, que debutaban en el cine con siete años de edad, en los papeles de los dos hijos de Padre. El reparto lo completan Eric Lampaert, Vinette Robinson, Sam Spruell y la voz de David Thewlis como Cuervo.
NOTAS DEL DIRECTOR...
Esa cosa con alas empezó cuando leí un libro que me conmovió profundamente.
En la adolescencia perdí de forma inesperada a mi mejor amigo, y un año después murió otro amigo mío. Aquellas muertes me dejaron desconcertado. Estoy seguro de que ahora estoy mucho mejor, pero entonces, así de joven, no disponía de las herramientas para afrontar la enorme magnitud de ese tipo de pérdida. Lo guardé. Lo llevé conmigo. Sin saberlo, dejé que creciera.
Años más tarde, leer la novela corta de Max Porter, El duelo es esa cosa con alas, fue una de las experiencias más catárticas de mi vida. Me dio perspectiva sobre emociones que los hombres (y quizá, en particular, los británicos de cierta edad) no aprendemos a gestionar. Me dio el lenguaje para hablar de lo poco sutil, desordenado, caótico y persistente que puede ser el duelo. Y, lo más importante, lo hizo entrelazándolo con maestría con ese mismo tipo de absurdismo, humor negro y honestidad, con la misma huida del sentimentalismo con la que afronté mi propia experiencia de pérdida.
El libro es, deliberadamente, nada sentimental respecto a la muerte y la pérdida; es áspero, tierno, violento, delicado… es genuinamente divertido, compasivo y, por momentos, incluso ridículo. Me dejó asombrado la manera en que esos tonos tan dispares se combinaban para abrir paso a verdades humanas genuinas como no había experimentado antes.
Estamos muy acostumbrados a que nos presenten el duelo como un “proceso”. Se nos dice, en el lenguaje de la autoayuda, que es algo que debemos atravesar en cinco etapas bien definidas para, finalmente, salir curados e íntegros. Y aquí había un libro que desmontaba de un plumazo esa simplificación manida. Una historia que no intentaba apartar la mirada de la realidad desordenada y, aun así, conseguía ser esperanzadora, divertida y enormemente entretenida.
Con esta adaptación, mi objetivo y prioridad era crear un lenguaje cinematográfico que honrase el ADN del libro de Max y, al mismo tiempo, fuese una obra propia. Igual de poco convencional, pero accesible para el público que quizá no esté al tanto de su origen literario.
La película tiene momentos influidos por el género; el primer acto está lleno de fragmentos de terror deliciosa y deliberadamente desconcertantes que alteran el sistema nervioso y funcionan como un contrapunto tonal a la realidad doméstica (donde reside el auténtico horror de la situación de la familia).
No podía usar la estructura exactamente del mismo modo que lo hace el libro de Max, pero sí sabía que quería jugar con la estructura de una forma análoga, que reflejara las cualidades temporales del duelo. Quería explorar cómo el tiempo puede dilatarse, examinar los puntos de inflexión que la pérdida crea entre el recuerdo y el presente; quería abarcar el tiempo del duelo, más que el tiempo real.
Y luego estaba el tema de Cuervo: esa criatura quizá real o quizá imaginaria, pero siempre hipnótica, que guía a la familia durante este periodo tumultuoso de sus vidas.
Parte Mary Poppins desquiciada, parte Tyler Durden, con ecos del punzante cantante Mark E. Smith de The Fall, la violencia volcánica apenas contenida de Don Logan en Sexy Beast y la desfachatez de Withnail, Cuervo es además un personaje como nunca habíamos visto antes.
Su función en la historia —obligar a Padre, de maneras cada vez más ingeniosas y a veces crueles, a enfrentarse a que su mujer ya no está— me parecía la de un personaje de cuento o de una película de Studio Ghibli. De hecho, durante mucho tiempo, cuando alguien me preguntaba en qué estaba trabajando, lo describía en esos términos: una especie de película de acción real para adultos, al estilo Ghibli. Mezclar lo doméstico y cotidiano con momentos de fantasía e invención visual.
Soy un niño de los ochenta; me encantan las películas de monstruos y los efectos in-camera. Dejando a un lado las limitaciones presupuestarias, por gusto personal Cuervo nunca iba a ser una criatura de CGI. Tenía que ser táctil, orgánico, hecho a mano. Debía tener un toque de Jim Henson. Debía ser una presencia real.
El truco siempre iba a consistir en abrazar lo insólito de la premisa con total convicción. El público tenía que creer en Cuervo como personaje. Para que eso sucediera, los actores tenían que creer en Cuervo en el set y para mí, como cineasta, tenía que ser tangible. Podríamos haber tenido el CGI más sofisticado del mundo, pero no creo que las interpretaciones de los Chicos y de Padre hubieran estado tan conectadas con la presencia de Cuervo.
Para mí, la única persona que podía diseñar a Cuervo era la escultora Nicola Hicks, cuyo trabajo como artista plástica y escultora siempre he admirado. Y la única voz posible era la de David Thewlis (cuyas diatribas vitriólicas en Naked, de Mike Leigh, resonaban en mi cabeza mientras leía y escribía el personaje). Nace en papel a partir de los febriles dibujos de Padre, para los que contamos con la fenomenal novelista gráfica Lucy Sullivan, y cobra vida en pantalla gracias a la brillante interpretación física de Eric Lampaert.
Benedict Cumberbatch abrazó el papel de Padre con una convicción y un abandono salvaje que resultaba hipnótico y trascendente de presenciar. Los debutantes Richard y Henry Boxall encarnaron a sus hijos de una forma de la que es imposible no enamorarse. Max Porter se sumó al viaje como el embajador y defensor más entregado de la película e incluso aparece en pantalla en un cameo autorreferencial.
Quería que la película fuese un documento visceral de una experiencia humana: catártica para quienes hayan vivido lo que retrata, e iluminadora para quienes no. Salvaje. Caótica. Desordenada. Divertida.
Este no era un libro obvio (ni fácil) de adaptar, así que estoy increíblemente orgulloso de la película que hemos hecho juntos, con un compromiso absoluto con la amabilidad, la artesanía y el amor.
Estoy agradecido por el tiempo que pasé con Cuervo y espero que el público también lo esté. Gracias a él, esta es una película que atraviesa varios registros: da miedo, es violenta, es tierna, es absurda, puede romperte el corazón; pero, en última instancia, es esperanzadora.
Quiero que sea una película de la que la gente salga sintiendo cosas que quizá no esperaba al entrar.
Igual que me ocurrió a mí cuando leí por primera vez el libro de Max.
NOTAS DE MAX PORTER (AUTOR DE LA NOVELA)...
En las colaboraciones creo en una especie de transacción de confianza instintiva. No busco control ni implicación sobre cómo se adapta mi trabajo a otros medios o idiomas, pero me encanta estar involucrado. Me gusta estar presente, responder preguntas. Desde la primera reunión con Dylan Southern supe que para él era importante, que lo entendía, que quería proteger el extraño corazón de mi libro. Estaba claro que lo mantendría “con alma de ave’” Dylan entiende a Cuervo. Lo necesita y lo aprecia.
Hemos hablado mucho durante los años en los que ha ido construyendo pacientemente esta película tan especial. Ha compartido sus ideas conmigo. Hemos hablado de música, poesía, novela gráfica, instrumentos esotéricos, vídeos de pájaros, desahogos sobre las dificultades de ser padre y sobre la cursilería de las tarjetas de la industria del duelo. Me preguntaba sobre decisiones importantes y, en casi todos los casos, me gustaba su intuición. No quería ilustrar el libro al pie de la letra: quería dejarlo libre en el espacio cinematográfico. Ha creado una película que se siente artesanal y vivida. Había sinceridad en todos los implicados, atención al detalle, porque Dylan permitió que cada persona aportase una sensibilidad propia a su parte del proyecto. Literalmente, cada marca, cada pluma, cada calcetín caído, cada taza rota, cada elemento construido, iluminado o etalonado representa la experiencia de vida de alguien, su pérdida, su amor. Una vez, lloré después de una visita al rodaje porque el calor humano y el cuidado que había en la sala eran tan potentes, tan abrumadores, que era increíble que hubieran surgido del pequeño libro que escribí sobre la muerte de mi padre, y a la vez era increíble cómo ya no tenía nada que ver con eso. Se había liberado para convertirse en patrimonio de todos.
Creo que ha hecho una película que significará cosas distintas para cada espectador. Cuervo es cambiante, indómito; es como tú decides que sea, salvajemente cómico y mortalmente serio al mismo tiempo. Los Chicos son tremendamente reales: los dirige con una ternura y una compasión extraordinarias, y ellos responden con una de las mejores interpretaciones infantiles que he visto nunca. La interpretación de Benedict como Padre es un análisis salvaje que se hace sobre el propio espectador: eres parte de ello, estás con él, eres él. No existe la distancia segura a la que estamos acostumbrados al ver actuar. Está más allá del virtuosismo, es un milagro.
La película es desgarradora porque trata sobre perder a la persona que amas, pero, en esencia, también es muy divertida y muy extraña. En ese sentido, pese al pájaro de dos metros y al demonio asesino, resulta profundamente real; fiel a la vida.
Max Porter, autor de la novela adaptada, El duelo es esa cosa con alas.
NOTAS DE BENEDICT CUMBERBATCH...
La novela de Max es una obra excepcional. Lírica, herida, salvadora, majestuosa, mundana, real y surreal. Es un prisma extraordinario a través del que reflejar el duelo: su estructura, su intimidad. Al leerla, me imaginé una película increíble. La naturaleza del material original te empuja a imaginarlo, a conectar con algo muy personal. Es difícil adaptar un libro tan completo en tantos sentidos. Quieres hacer algo diferente con él, pero sin deconstruir por completo su ADN. Yo quería conservar la humanidad de Padre, poder mostrar a alguien muy humano en sus carencias, alguien que afronta las cosas instante a instante. Creo que todos en la película, desde Max hasta nosotros, sabemos que el duelo es una experiencia universal. Y es raro en la cultura explorar eso desde una experiencia masculina.
La pasión de Dylan por el proyecto fue lo que realmente me impulsó a querer hacerlo. Es una de las personas más afables que he conocido y, además, con un talento enorme. Su motivación para hacer esta película viene de algo muy personal: cómo el libro conectó con él en el momento de su vida en que lo leyó. Él me acompañó. Me escuchó. Me sentí capaz de ir más allá y ser muy honesto. Como productor, es muy emocionante encontrar a alguien con tanta motivación para contar una historia. Ama el arte, no deja de inspirarse en él y de hablar de él. Se rodea constantemente de cultura, pero sin un ápice de egocentrismo.
Cuervo lo es todo para Padre. Es un provocador. Es un heraldo airado de duelo e ineptitud. Es el peor crítico interior. Es un ángel de la guarda. Es un protector. Es un caos de duelo encarnado en forma de Cuervo. La relación entre Padre y Cuervo es maravillosa: la sospecha, el descubrimiento, el horror, la locura, la vergüenza, la confrontación, la ira.
Esta película es importante en cualquier momento, pero creo que lo es especialmente ahora, porque habla de la vulnerabilidad masculina y de lo que significa afrontar el duelo y la pérdida. Analiza cómo somos múltiples hebras que tejen nuestro ser y qué sucede cuando nos desgarra algo tan devastador como la pérdida de un ser querido. El desmoronamiento que sucede y cómo, de esas cenizas, puede reconstruirse y renacer algo bello y honesto. Seguimos viviendo en una cultura en la que no se habla mucho de morir, de la muerte y del duelo. Se guardan en un cajón. Pero, como sabemos, la realidad es inexorable, y acaba formando parte de nosotros. Inevitablemente, amar significa perder, porque no puedes amar sin pérdida. Nada dura para siempre. Esta película es una manera extraordinaria, sobrecogedora, hermosa y profunda de explorar la pérdida.
GALERÍA DE FOTOS
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