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SINOPSIS
En un viaje por carretera, una pareja se queda atrapada en Eddington, un pequeño pueblo de Nuevo México durante la pandemia. Inicialmente son bien acogidos, pero todo da un giro siniestro al caer la noche. El enfrentamiento entre el sheriff y el alcalde desata el caos cuando los vecinos se enfrentan entre sí...
INTÉRPRETES
JOAQUIN PHOENIX, PEDRO PASCAL, LUKE GRIMES, DEIRDRE O'CONNELL, MICHEAL WARD, AUSTIN BUTLER, EMMA STONE, AMÉLIE HOEFERLE, CLIFTON COLLINS JR., WILLIAM BELLEAU, CAMERON MANN, MATT GOMEZ HIDAKA, LANDALL GOOLSBY
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ACERCA DE LA PRODUCCIÓN...
El guionista y director Ari Aster nos ofrece una historia mitad wéstern moderno mitad thriller paranoico que transcurre en el suroeste estadounidense durante el tumultuoso verano de 2020. Aislado y protegido durante la pandemia global, un país bajo presión intenta reencontrar la realidad a través de la confusión de los medios y acaba por perder el juicio colectivo.
EDDINGTON está protagonizada por Joaquín Phoenix en el papel de Joe Cross, el sheriff de un pequeño pueblo que se presenta para alcalde cuando el progresista y alcalde en funciones Ted García (Pedro Pascal) intenta modernizar el polvoriento lugar trayendo un centro de datos de inteligencia artificial. El cuarto largometraje de Ari Aster adopta la forma del clásico enfrentamiento entre dos fuerzas opuestas que luchan por el futuro de Eddington, Nuevo México (2.345 habitantes), mientras las crecientes conspiraciones y disputas sacan de quicio a unos ciudadanos llevados al límite.
“Todos sabemos que vivimos en una caja de resonancia porque estamos atrapados en un sistema basado en la retroalimentación”, dice Ari Aster. “El problema reside en que la gente no parece poder acordarse de eso. EDDINGTON cuenta lo que ocurre cuando la retroalimentación se intensifica más allá de nuestro control y las burbujas colisionan”.
El reparto coral de habitantes de EDDINGTON que intentan adaptarse a un mundo cambiante incluye a Emma Stone, Austin Butler, Luke Grimes, Deirdre O’Connell, Micheal Ward, Clifton Collins Jr., William Bellean, Amélie Hoeferle, Cameron Mann y Matt Gomez Hidaka.
“EDDINGTON es un microcosmos de los primeros días del Covid, algo que todos vivimos, y las consiguientes repercusiones”, explica el actor Luke Grimes, que da vida a Guy Tooley, el ayudante del ofuscado sheriff Joe. “El pequeño pueblo es una representación de Estados Unidos, y asistimos a los acontecimientos de un verano que nos atemorizaron a todos y llevaron al país al punto de ebullición”.
Pero sobre todo, la película se ve impulsada por lo absurdo de lo que pasó aquel verano y los cinco años siguientes. EDDINGTON puede tomarse como una comedia negra porque, desde luego, si uno no puede reírse del circo estadounidense actual, más vale llorar.
“No se equivoquen, nada de lo que pasa actualmente me parece gracioso, pero es absurdo”, dice el director. “Lo más insidioso de nuestra cultura es el hecho de que es aterradora, peligrosa y catastrófica, además de estúpida y ridícula. Es imposible tomársela en serio”.
A pesar de lo absurdo, añade: “Quería hacer una película que plasmase el país donde vivimos sin señalar a nadie como el malo y sin apoyar a nadie. Espero que sea democrática al conceder la misma importancia a cada uno de los instrumentos que participan en la cacofonía. Al fin y al cabo, por muy diferentes que sean nuestras opiniones, debemos encontrar una forma de unirnos de nuevo. El poder tecnológico y financiero nos ha mantenido congelados en total aislamiento, pero todos estamos en la misma situación. Todos sabemos que pasa algo realmente grave”.
Joaquin Phoenix se limita a decir que para bien o para mal “espero que el público reconozca a nuestro mundo en esta película”.
UN VERANO CON CONSECUENCIAS...
Hacía tiempo que Ari Aster, que nació en Nueva York y creció en Santa Fe antes de estudiar Cine en Los Ángeles, quería rodar una película en Nuevo México. Pensó hacerlo con su primer largometraje, pero esperó y se decantó por la innovadora película de terror Hereditary, estrenada en 2018.
A principios del confinamiento, al vivir de nuevo en Nuevo México (su familia reside a las afueras de Albuquerque), la idea regresó bajo un nuevo prisma. Con una gran parte del país encerrada en casa teletrabajando y socializando a través de la red en lo que parecía ser un periodo volátil y único en la historia de Estados Unidos, eligió situar la historia en junio de 2020, un periodo que, a sus ojos, era similar al estallido de un polvorín.
“Con el Covid y el terrible asesinato de George Floyd, sentí que había llegado el momento de volver a visitar EDDINGTON y de utilizar la confluencia de acontecimientos para intentar sacar algún sentido a lo que pasaba”, comenta el cineasta.
En aquel momento, los estadounidenses estaban conectados la mayoría del tiempo, involucrándose en el mundo mediante un flujo constante de noticias, experiencias personales, teorías conspirativas e informaciones falsas que rebotaban por Internet mientras aumentaba el Covid y cobraba fuerzas el movimiento Black Lives Matter. Ari Aster vio algo en el papel de la tecnología a la hora de manipularnos y dividirnos. “EDDINGTON es un wéstern, pero las armas son teléfonos”, dice.
Y continúa: “Creo que se trata de lo que significa ser un individuo en este mundo extraño. Las ideas individualistas aparecidas después de los años sesenta se han distorsionado de una forma absurda en las mentes de las personas. Estaban esperando un sistema de retroalimentación como este para empezar a mandarse contenidos cuyas raíces salen de la historia de Estados Unidos. En cierto modo, la película habla de la historia estadounidense y de cómo vive en la cabeza de la gente. Este potente sistema de retroalimentación nos ha llevado a un estado de tal intensidad que ahora todos nos pegamos. Quería soltar estas partículas de radicales libres en este pueblecito porque cuando colisionan en el vacío, entra en juego una curiosa y aterradora lógica desconocida”.
Asemejó este nuevo ecosistema informativo al Lejano Oeste, lo que hace aún más adecuado el género que escogió. Se trataba de una especie de realidad, donde cada uno intenta seguir el camino correcto, y de contar una historia acerca de cómo es el mundo realmente.
“Me preocupa ver de qué manera choca esto directamente con el sueño americano”, sigue diciendo Ari Aster. “Aquí tenemos la historia contra la mitología, y cómo intentamos adelantarnos a nosotros mismos mediante la mitología. Nos persiguen cosas que remontan a nuestros comienzos. Empecé a escribir el guion en pleno confinamiento; las cosas se mueven con mucha rapidez y, a veces, es difícil acordarse de lo que pasó hace tres semanas, menos aún hace cinco años. Vivimos en un proceso. Da la impresión de ser un colapso, pero quizá sea un florecimiento”.
SOLO ANTE EL PELIGRO EN NUEVO MÉXICO...
Ari Aster abandonó momentáneamente el guion de EDDINGTON para dedicarse a la preproducción de su tercer largometraje, Beau tiene miedo, su primera colaboración con el oscarizado Joaquin Phoenix. Una vez acabada la película, recorrió el suroeste estadounidense con el fin de estudiar y documentarse acerca del comportamiento y la política en los pueblos, así como dejarse inspirar por los paisajes. También tenía la esperanza de encontrar el lugar perfecto donde situar la historia.
“No me gustaba Nuevo México de adolescente, he aprendido a quererlo siendo adulto”, explica. “Me documenté en profundidad, yendo de ciudad en ciudad, de pueblo en pueblo, hablando con el máximo de personas posible para obtener una visión completa de la política local y estatal”.
Las complejidades del estado le intrigaron, entre ellas la separación de los Pueblos, tierras tribales que funcionan de forma paralela al estado de Nuevo Méjico, con leyes y códigos propios. Se dio cuenta de las tensiones raciales entre los hispanos, la comunidad mexicana, la comunidad de nativos y la blanca, algo que siempre ha formado parte del estado y que volvió a sorprenderle al regresar a Nuevo México.
Mientras entretejía estos matices en el guion, decidió que el sheriff sería un hombre conservador, y que el alcalde, su enemigo, sería progresista. “Me ayudó a que el tono del guion fuera mucho más claro; también me aportó una lógica muy definida con la que trabajar mientras creaba a los dos personajes”, recuerda. “Quería que todos tuvieran razón, aunque pareciera extraño y equivocado”.
Esto le llevó al clásico enfrentamiento en las calles, en el bar y en los pasillos del supermercado de Eddington. El sheriff Joe, figura de proa de la película, se niega a ponerse mascarilla basándose en el sentido común mientras se esfuerza en mantener el orden. Al contrario, el alcalde Ted es una fuerza activa en la vida civil y política, tiene un negocio tecnológico además de ser el dueño del bar del pueblo, y quiere traer un centro de datos de última generación a Eddington.
Ari Aster tenía ganas de volver a trabajar con Joaquin Phoenix, y una vez acabado el guion, le ofreció el papel del sheriff Joe. Quería que el personaje fuera “ingenuo y dulce”, en un vivo contraste con lo que el público suele esperar del actor.
A Joaquin Phoenix le encantó la idea de meterse en la piel del arquetípico policía de ciudad pequeña, apoyándose en una larga tradición de sheriffs y pistoleros que remontan a John Ford y Howard Hawks. Hablando de su personaje, el actor dice que cuando el público le conozca “le caerá bien porque es cercano y vulnerable, es el héroe del pueblo, se preocupa por la comunidad y por su esposa, lucha por lo que cree correcto”.
Su oponente, nacido en el seno de una familia que lleva generaciones en Nuevo México, es el alcalde Ted, un adinerado padre soltero que tiene a su cargo a su hijo adolescente Eric, encarnando con carisma y desenvoltura por Pedro Pascal, nominado a un Emmy. Cuando la película arranca durante los primeros meses de la pandemia, se prepara para presentarse a la reelección, decidido a llevar a Eddington al futuro. Ari Aster basó el personaje en una alcaldesa a la que conoció durante su recorrido por el estado, empeñada en llevar la energía solar a su pequeña ciudad mientras intentaba acortar los trámites burocráticos y apartaba a cualquier miembro de la oposición que se opusiera al innovador proyecto.
Joaquin Phoenix cree que el realismo juega un papel crucial en la dinámica entre los dos rivales. “Dediqué unos cuantos días a recorrer Nuevo México, a hablar con los sheriffs y agentes de los pueblos. Me ayudó mucho conocer sus puntos de vista. Pedro aporta auténtica humanidad a su personaje, también cierta autosuficiencia e hipocresía, y Joe se enfrenta a eso”.
El rasgo hipócrita en un personaje tan virtuoso atrajo a Pedro Pascal desde el principio. “Estaba empeñado en que Ted fuera lo más realista posible”, explica, “lo que implicaba meterme en los aspectos más ridículos, tristes e incluso escalofriantes del personaje, y recorrer todos los matices para que se le viera como un tipo normal y cercano”.
“Muy en el estilo de Ari Aster, EDDINGTON se dirige a algunos de nuestros miedos y preocupaciones más profundos”, sigue diciendo. “En cuanto leí el guion, me pareció la comedia negra por excelencia, brutalmente divertida y peligrosa, una de esas historias que no aparecen muy a menudo”.
NOSOTROS EL PUEBLO...
Alrededor del sheriff Joe y del alcalde Ted orbitan diversos habitantes, verdadera muestra de la vida en las pequeñas ciudades estadounidenses en general, y sobre todo en Nuevo México. Eddington incluye el condado Sevilla y el Pueblo de Santa Lupe, dando pie a un panorama bastante complejo.
“Muchos personajes tienen ideas políticas de lo más diversas, algo habitual en personas aisladas”, explica Ari Aster. “Mi intención era crear una especie de epopeya americana con arquetipos puestos al día. También me pareció importante que nunca se juzgara a los personajes, que se entendieran sus temores. Son personas normales con sus defectos, y están convencidas de que defienden lo correcto. Lo que sienten no está equivocado, pero lo comunican mal, de una forma extraña, distorsionada, que da miedo. Hay profundas desigualdades estructurales que existen desde siempre y que siguen ahí. Es un problema grave, y muchas de las conspiraciones de la derecha han escarbado en las teorías conspirativas de los años sesenta y setenta, pero las personas que se las creen no se equivocan y no están locas. Sencillamente, el sistema las ha llevado al límite y se sienten perseguidas”.
La oscarizada actriz Emma Stone da vida a Louise, la apesadumbrada esposa del sheriff Joe, cuya difícil infancia la ha llevado a dedicarse a hacer muñecas y a seguir las teorías conspirativas en Internet mientras intenta superar sus problemas. Es probable que sea el personaje que mayor simpatía despierte, engañada por fuerzas que se difundieron muy especialmente durante el peor momento de la pandemia. “Ha caído en el espacio QAnon (Q-Anónimo)”, explica el director, y es empujada hacia oscuros recovecos por su pasado y lo que lee en Internet.
“Louise se expresa haciendo muñecas. No puede decirse que sea muy comunicativa, sobre todo con su marido”, dice Emma Stone. “No siente que Joe o su madre la entiendan”.
Joe y Louise comparten su casa con Dawn (Deirdre O’Connell), la madre de ella, que también ha caído en un caos de teorías de la conspiración. En pleno confinamiento, no es fácil evitar a Dawn en el atestado hogar de los Cross cuando anuncia a bombo y platillo lo que encuentra en un sinfín de controvertidas páginas. Su presencia no alivia la tensión existente entre madre e hija, o marido y mujer.
Mientras el sheriff Joe se enfrenta a órdenes federales y se debate para conseguir apoyos para su candidatura a alcalde, Louise y Dawn están obsesionadas con Vernon Jefferson (Austin Butler), el líder de una secta con seguidores en Internet que afirma haber sido víctima de tráfico de sexo y ofrece consuelo a sus acólitos. Louise, con el pasado que ha vivido, se queda embelesada ante alguien capaz de hablar abiertamente de los traumas que vivió. Ari Aster describe a Vernon como “un flautista de Hamelín”.
“Empieza a conectar con Vernon cuando se siente atrapada en esa casa aislada con su marido y su madre”, explica Emma Stone. “Su pasado la persigue, solo pide que la entiendan”.
Las películas anteriores de Ari Aster trataban de sectas y creencias, pero EDDINGTON no tiene nada que ver con sus predecesoras porque explora la mentalidad del culto desde una perspectiva más amplia: cómo se cuelan e infectan a los verdaderos creyentes los sistemas de creencias y la ortodoxia. Sus trabajos anteriores también examinaban el trauma y cómo pasa de un miembro a otro de una familia. Todo esto confluye en EDDINGTON.
“Quiero alejarme de la palabra ‘trauma’. Es una de las grandes obsesiones del momento, lo volcamos todo hacia nuestro interior sin remedio, y el compromiso con el mundo ha sido sustituido por un constante forcejeo con uno mismo. Pero con Louise no hay más remedio”, explica el cineasta. “Me fascina ver hasta qué punto puede usarse el trauma, especialmente el trauma como identidad, para manipular a la gente”.
“Vernon opina que deben aceptarse los traumas y dejar la vergüenza de lado”, añade Emma Stone. “Louise necesita oír esto”.
Austin Butler, que interpreta a Jefferson Peak, aporta carisma y vulnerabilidad a un personaje que no debe entenderse claramente porque es un ser inventado por Internet. Atrae como el flautista de Hamelín, es un canalla y un mentiroso. Ari Aster le pidió al actor que no intentara copiar a ninguna de las figuras que poblaron la periferia de Internet durante la pandemia, pero que creara un personaje más amplio y nebuloso.
“Louise es una presa fácil”, dice el cineasta. “Aún no ha procesado lo que le pasó cuando era niña y busca respuestas. Vernon Peak tiene todas las respuestas. Así funcionan los demagogos”.
A medida que su hogar va cayendo en las garras de Peak, el sheriff Joe se acerca más a sus ayudantes Guy Tooley (Luke Grimes) y Michael Cooke (Micheal Ward), reclutándoles como asesores para su campaña electoral. Tooley es blanco, Cooke es negro, y ambos son los sucesores naturales de Cross para ocupar el puesto de sheriff. La tensión racial arraiga en la historia y crece de forma desmesurada al llegar a Eddington las protestas del movimiento Black Lives Matter.
“No hay héroes tradicionales en las películas de Ari, y eso hace más difícil llegar hasta el corazón del personaje e interpretar a alguien que no te apetece ser”, explica Luke Grimes. “Al fin y al cabo, Guy no es un muy buen tío, y a medida que avanza la historia, se van descubriendo cosas no muy bonitas sobre él. Como actor, me interesó mucho explorar a un personaje así por primera vez”.
Sin embargo, Michael Cooke y Joe Cross se conocen desde siempre. El padre de Michael era el sheriff del condado de Sevilla cuando Joe aún era sargento. Si a esto añadimos la ambición de Guy, el resultado es una lucha por el poder que culminará en una explosión de violencia en el último acto de la película.
“Michael, el ayudante del sheriff en un pueblo de Nuevo México, es negro; le gustan los Bitcoin y la lucha libre, práctica en el campo de tiro para mejorar su puntería”, explica Micheal Ward. “Todavía no ha descubierto quién es realmente, pero intenta saberlo con algunos de los que le rodean”.
“Michael y Guy compiten entre sí”, añade Luke Grimes. “Son compañeros, pero Guy le ve como una amenaza porque asciende más deprisa que él. Además, Joe valora más a Michael, lo que despierta la animosidad y la rabia de Guy”.
Butterfly Jiminez (William Belleau), el sheriff tribal del Pueblo de Santa Lupe, lo observa todo, receloso por la incompetencia de Cross y las posibles acciones ilegales en la jurisdicción vecina.
“Algo turbio está pasando en Eddington, y Butterfly no va a tragárselo”, dice William Belleau. “Quiere estar al tanto de los esqueletos en los armarios que empiezan a aparecer cuando Joe decide presentarse a alcalde. Parece que una nube oscura se acerca a Eddington, y Butterfly quiere aprovechar para sacar a la luz las dudosas actividades del sheriff”.
Por si todo lo anterior fuera poco, el movimiento Black Lives Matter (BLM) también surge en Eddington en plena pandemia. Ari Aster incorpora una trama secundaria en torno a la influencia de las redes sociales en los más jóvenes mediante tres personajes adolescentes. Sarah (Amélie Hoeferle) es la activista líder que organiza las primeras protestas BLM en el pueblo. Brian (Camaron Mann) es el influenciable buen chico que está colado por ella y que cambia de opinión en una noche, dejando a sus atónitos a sus muy conservadores padres. El tercero en discordia es Eric (Matt Gomez Hidaka), el hijo del alcalde Ted, más que dispuesto a avivar las llamas de un posible escándalo.
Por fin está el marginado, el más volátil y vulnerable habitante del pueblo, Lodge (Clifton Collins Jr.), un enfermo mental con tendencia a vagabundear. Suele lanzar discursos incomprensibles y aparece en la primera escena, trayendo consigo el caos (y el Covid) a Eddington. Volvemos a verle durante una escena con el sheriff en el bar del pueblo que acelera la caída de Joe en una espiral de violencia.
“Lodge es la voz de mucha gente frustrada en este país”, dice Clifton Collins Jr. “Puede que en el pasado fuera un ciudadano modelo, pero se desmoronó. Todos queremos formar parte de la comunidad, Lodge también quiere que le acepten y le escuchen. Representa la imagen de la frustración”.
En algunos aspectos, el personaje simboliza la idea de que estamos perdiendo nuestra conexión con la sociedad, a pesar de estar más conectados que nunca gracias a la tecnología. Pero la gente se cae por las grietas. Ari Aster creó a Lodge pensando en alguien que puede creerse superior a los demás porque arroja palabrería.
“La obra de teatro de Thornton Wilder, ‘Nuestro pueblo’, siempre me pareció un retrato dorado de una pequeña ciudad, con el regidor llevándonos de la mano. Me gustaba que esta película arrancase con una especie de variación sobre el tema”, dice el cineasta. “Lodge nos lleva al pueblo, pero también encarna al país: un esquizofrénico que pasa de una fijación por el dinero a arengas sobre Dios para acabar con una rima sin sentido. Es importante porque está totalmente fuera del espacio donde se mueven los otros; es uno de esos a los que se deja atrás mientras que todos los demás, por mucho que se peleen, siguen siendo miembros de pleno derecho de la élite individualista neoliberal moderna. Pero los poderes también les están dejando atrás a ellos”.
EL DISEÑO DE EDDINGTON...
El productor Lars Knudsen, que se ha ocupado de todas las películas de Ari Aster desde Hereditary, además de producir películas con Robert Eggers, David Lowery y Kristoffer Borgli, reconoce que al leer el guion se dio cuenta de que esta sería su mayor película hasta la fecha.
“Es una película ambiciosa”, dice. “Ari es muy meticuloso y se preocupa por cada detalle. Ee entrega al proyecto, y eso hace que todos, el equipo artístico y técnico, hagan lo mismo. Las tres películas anteriores de Ari se rodaron casi íntegramente en estudios, con muy pocos decorados naturales, pero EDDINGTON se filmó en exteriores”.
El director y el equipo de diseño de producción recorrieron casi todos los pueblecitos de Nuevo México antes de decidirse por Truth or Consequences (Verdad o Consecuencias), un pueblo en el Condado Sierra con 6.000 habitantes. Puede que T-or-C, como llaman a su pueblo los que viven allí, no fuera la localización más lógica, ya que la mayoría de actores y técnicos estaban alojados a dos horas en coche, muy cerca de Albuquerque, pero el paisaje pudo con la incomodidad. El equipo no conseguía sacárselo de la cabeza.
“Cuando por fin dimos con T-or-C, después de estar en un sinfín de pueblos, vimos casi enseguida que tenía todo lo que buscábamos, además de un ambiente que no habíamos encontrado en ningún otro lugar”, explica el director de fotografía Darius Khondji, nominado a un Oscar. “No podíamos olvidar el pueblo, nos perseguía, como si fuera el lugar donde no importaba esperar el fin del mundo”.
El rodaje duró once semanas y transcurrió principalmente en Truth or Consequences, con algunos días adicionales en Madrid y en la reserva indígena de Tohajilee (Cañoncito). Se decoraron las fachadas del pueblo; un restaurante cerrado se convirtió en la tienda de armas de Eddington; un edificio abandonado hizo las veces de oficina del sheriff, auténtica reliquia del pasado con una cárcel de una sola celda como en los wésterns más clásicos.
“Lo pasé muy bien trabajando en Truth or Consequences”, dice el diseñador de producción Elliott Hostetter. “Salía del hotel y estaba en Eddington. Me encantaba ver a los turistas intentando entrar en la oficina del sheriff o en el bar”.
El bar del alcalde Ted se instaló en una estructura en ruinas cuyo tejado amenazaba con caerse. El equipo de decoración lo reforzó, lo reconstruyó e incluso pintó un mural en las paredes con la historia del pueblo de Eddington.
“En un momento que paseaba solo, no sabía muy bien cuál era T-or-C o cuál era Eddington”, reconoce el actor Pedro Pascal. “Los decorados encajaban del todo con el pueblo, algunos rincones y estructuras eran ideales para la película. Era el pueblo perfecto”.
La casa estilo Pueblo de Joe y Louise, construida en una colina, estaba en Madrid, a las afueras de Santa Fe. Se trata de una preciosa casa que se redecoró para parecer más anodina y se llenó de los dibujos y muñecas (creadas por Ari Aster) de Louise, así como muchos paquetes de papel higiénico reflejando el acaparamiento doméstico que se desató durante la pandemia.
“Era un decorado complicado a la hora de rodar”, explica Elliott Hostetter. “La casa estaba en la cima de una colina azotada por el eterno viento de Nuevo México; era pequeña y apenas había sitio para que el equipo pudiera esconderse. En la historia, Dawn viene a vivir con el matrimonio, trae todas sus cosas y se instala en el salón. Quería que comunicara una sensación claustrofóbica. La paranoia de Dawn consigue atrapar a Joe físicamente en su propia casa. Quería que se palpara cómo fue estar atrapado con tu familia durante el Covid, cómo fue esa locura por la que tanta gente tuvo que pasar. Pero la casa encaja a la perfección con el paisaje que la rodea, y esa yuxtaposición era muy importante para remarcar muchas escenas”.
Para plasmar la majestuosidad del suroeste estadounidense, el director Ari Aster quiso trabajar con Darius Khondji, el famoso director de fotografía franco-iraní.
“Lo que más me atrajo fue que la historia transcurre en el desierto americano, pero casi todo ocurre a puerta cerrada”, dice Darius Khondji. “La acción se desarrolla en un pueblecito en medio de la nada, y también dentro de la cabeza de algunos personajes”.
El director de fotografía y Ari Aster se pusieron manos a la obra para crear una visión suntuosa del Nuevo Oeste americano, yuxtaponiendo paisajes impresionantes con horrores modernos como los centros de datos y parques empresariales. Darius Khondji no tardó en descubrir que el director compartía su profundo amor por el cine, especialmente por los wésterns clásicos. EDDINGTON no está basada en ningún título específico, pero comparte una gran apreciación por la obra de John Ford, Sam Peckinpah, Anthony Mann y Howard Hawks, así como por directores de fotografía como Gregg Toland y James Wong Howe.
“EDDINGTON tiene conexiones con otros wésterns, pero también puede decirse que no las tiene”, dice Ari Aster. “No intenté sacar un paralelismo con esta u otra película. Ahora bien, tenía las tradiciones en mente, y las adoro”.
Es verdad que los wésterns siempre estuvieron definidos por ciertas convenciones, pero al mismo tiempo es un género a través del cual los cineastas exploraban los traumas y mitos fundacionales de Estados Unidos: el poder, el territorio, la justicia y la identidad, cuatro elementos que abarcan numerosos temas. Dentro de la estructura del enfrentamiento entre el sheriff Joe y el alcalde Ted, EDDINGTON puede considerarse una reflexión en torno a la batalla por el alma de la nación. La película intercambia el cuero y los ladrones de ganado por las armas y la ropa de hoy en día.
El enorme centro de datos de I.A., que vemos mediante una toma aérea al final de la película como una especie de fortaleza amenazante, casi viva, se creó con efectos especiales. Según Ari Aster, es el corazón de la película, el resultado de los personajes trepando por el escalafón, luchando y viviendo sus dramas. “Si tuviera que resumirlo, diría que, en realidad, EDDINGTON gira en torno a la construcción del centro de datos”, añade el director.
“Tal como lo veo, el enemigo común en la película es la ‘distracción’”, sigue diciendo. “Vivimos en un sistema que se está hundiendo, en el que las batallas políticas nos fascinan mientras las grandes empresas tecnológicas se hacen con todo. El Covid lo agravó aún más, pero en este sistema la gente es impotente y ya no tiene ninguna posibilidad de cambiar el mundo. El control de la información es un privilegio reservado a los poderosos, y funciona aún mejor si la rabia que uno siente se dirige hacia el vecino. La vieja idea de la democracia como fuerza equilibradora si el poder perdía la cabeza ha desaparecido del todo. El Covid cortó el último vínculo. La pandemia lo cortó. Ahí fuera está el poder, un poder enorme, y todavía no sabemos cómo hacerle frente, pero tendremos que hacerlo. Eso hacen los personajes de EDDINGTON, y es lo que les enloquece, aunque quizá no lo sepan”.
GALERÍA DE FOTOS
https://www.cineymax.es/estrenos/fichas/104-e/184611-eddington-2025#sigProId3eb7ea9c56











