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AZOR
INFORMACIÓN
Titulo original: Azor
Año Producción: 2021
Nacionalidad: Suiza, Francia, Argentina
Duración: 100 Minutos
Calificación: No recomendada para menores de 12 años
Género: Drama
Director: Andreas Fontana
Guión: Andreas Fontana
Fotografía: Gabriel Sandru
Música: Paul Courlet
FECHA DE ESTRENO
España: 18 Febrero 2022
DISTRIBUCIÓN EN ESPAÑA
Vitrine Films


SINOPSIS

Yvan De Wiel, un banquero privado de Ginebra, se dirige a Argentina en plena dictadura para sustituir a su socio, objeto de los más inquietantes rumores, y desaparecido de la noche a la mañana. Entre salones...

INTÉRPRETES

FABRIZIO RONGIONE, ELLI MEDEIROS, STÉPHANIE CLÉAU, ALEXANDRE TROCKI, JUAN PABLO GERETTO, PABLO TORRE NILSON, CARMEN IRIONDO, JUAN TRENCH, GILLES PRIVAT, YVAIN JUILLARD

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ENTREVISTA AL DIRECTOR...
¿Cómo diste con la idea para la película?...
Tras una carrera en la diplomacia, mi abuelo se convirtió en banquero privado.
Yo tenía apenas una idea vaga sobre qué significaba el mundo de la banca privada, ya que mi abuelo fue siempre muy discreto durante su vida, como debe serlo un banquero. Cuando murió empecé a informarme sobre ese universo: un mundo muy poderoso con sus propios códigos, lenguaje, una cultura muy discreta. Supe de la intimidad de los banqueros con sus clientes y me di cuenta de que era un terreno fértil para el cine.
Luego estuvo la Argentina. Viví allí muchos años y he mantenido una conección muy fuerte con el país. Además, filmar a un banquero dentro de un banco tiene poco interés en sí mismo. El territorio real de un banquero privado es cuando va en busca de su cliente, casi siempre en el extranjero.
La idea de que un banquero privado puede ser visto como un pionero, un colono yendo a conquistar un mundo desconocido, me parecía un ángulo muy interesante: era como hacer una película sobre conquistadores.

¿Cómo investigaste este tema tan poco conocido?...
Pasé dos años y medio investigando. Como un antropólogo, si bien menos sistemáticamente. Me reuní con una docena o más de banqueros privados, también con académicos en Suiza y Argentina. Exploré los archivos federales en Berna. También viajé varias veces a Argentina. Tomé muchas fotos, rastreé locaciones, acumulé toneladas de notas en un cuaderno atrás de otro. Ciertas noticias recientes también enriquecieron mi investigación.
Pienso en particular en las revelaciones de Hervé Falciani sobre HSBC: leímos puntualmente los memos escritos por los banqueros sobre sus clientes.
Esto me permitió contar con ejemplos concretos, de la vida real. Algo raro porque si hay un elemento secreto, del que es casi imposible hacerse una idea, es la opinión franca de los banqueros sobre sus clientes.

¿La conexión entre una serie de banqueros suizos y otros cercanos a la dictadura militar argentina ha sido documentada para el público general?...
Estas relaciones han sido bien documentadas en otros casos de dictaduras con cuentas bancarias en Suiza tales como Stroessner, Marcos y Mobutu. En relación a la dictadura argentina se han señalado dos cosas: por un lado, que hubo conexiones entre los principales bancos suizos y los líderes de la junta militar, algo que debe considerarse una operación pragmática por parte del mundo financiero suizo. Una alianza que, si bien muy cínica, cumple con las disposiciones de la ley internacional. Por otro lado, hay casos confirmados de evasión impositiva y lavado de dinero. Para estos casos me apoyé sobre todo en los procesos llevados a cabo por Carla del Ponte cuando se desempeñaba como fiscal pública de la Confederación Suiza. Tras una solicitud del gobierno español, condujo investigaciones criminales de ex torturadores con cuentas en bancos suizos. Fue notificada de estas cuentas directamente por el juez español Baltasar Garzón. Por ejemplo, Jorge Eduardo Acosta, también conocido como El Tigre [una de las personas a cargo de la ESMA, un centro de tortura en Buenos Aires durante la dictadura], tenía una cuenta bancaria en UBS.

¿El banco de Yvan De Wiel está inspirado en alguna institución real?...
No. Pero mi objetivo no era hacer una película de divulgación, con un mensaje, sobre un incidente conocido y probado. Descubrí cosas que reorganicé de acuerdo a mi imaginación. Borges lo decía muy bien: no inventamos cosas, las descubrimos. Así funciono: sustantivos, fechas, personas y lugares precisos para inspirarme. Después, los distribuyo en una historia, tomándome licencias poéticas. Quería ahondar en una mentalidad, entender los mecanismos de los banqueros privados y sus clientes, describir un sistema, una cultura. Me alarmé, por ejemplo, al comprender algo esencial en ellos: para los banqueros no hay tal cosa como un conflicto de conciencia; hay únicamente conflictos de interés. La moral es un asunto contable o administrativo.

Azor es una película de época, con una historia que supuestamente transcurre durante los 1980s. La película, sin embargo, boicotea los códigos de reconstrucción histórica...
Queríamos asegurarnos de que no fuese tanto una reconstrucción sino una evocación de una cierta era. La historia transcurre en 1980, pero fue filmada en 2019. Ese intervalo es importante. Hay marcas de época que recuerdan aquel período exacto, pero no quería que se tratase de una conexión estilo museo con la Historia. Una casa de campo, una estancia con pileta… En esas esferas privadas el tiempo permanece inmóvil. El presente no es muy importante.
En ese entorno, la conexión con la Historia, la habilidad de identificar la relación de uno con el pasado es en esencia un signo de distinción de clase.

¿Podrías contarnos más de tu decisión estética de filmar a un banquero suizo, y estoy simplificando, como si fuese un conquistador del Nuevo Mundo?...
Suiza no es –o mejor dicho, ya no lo es– un poder militar fuerte. En Suiza son los banqueros quienes por un largo período han sido los agentes de primera línea. Los bancos constituyen una gran línea de defensa y los banqueros se colocan en el frente de ataque. No héroes militares, pero héroes al fin y al cabo. La Confederación se ocultó por mucho tiempo detrás de sus banqueros. La confidencialidad banco-cliente fue una decisión política muy deliberada, que implicó una forma singular de ofensiva: la confidencialidad banco-cliente constituyó un mecanismo muy poderoso para que las redes suizas logren penetración internacional. Hoy no necesariamente nos damos cuenta del rol que Suiza jugó en ciertos procesos. Por ejemplo en Argentina, durante la dictadura: no fueron dos o tres banqueros que percibieron el potencial de una súper oportunidad. Fue una verdadera estrategia consistente en cultivar relaciones, también sujetas a las incertidumbres políticas del país. Cuando los militares llegaron al poder fue un momento de euforia: “¡Nuestros amigos están en el poder, es el momento!”.

La trama de la película trabaja un cierto suspense: nos preguntamos cómo terminará reaccionando Yvan de Wiel al horror del que gradualmente se va poniendo al tanto...
Suiza Me encantan las novelas de detectives pero cuando leo una la dejo a los tres cuartos. No porque me aburra sino porque no quiero saber el final, así el misterio permanece íntegro. Para mí el guión de una película es un pretexto narrativo para explorar un universo. La tensión del guión descansa ante todo en un misterio que atrae la curiosidad de la gente pero que no necesariamente se resuelve. Es algo típico de la literatura fantástica porteña [de Buenos Aires] de autores como Borges y Cortázar. Cuanto más nos acercamos al corazón del misterio, más lejos estamos de resolverlo.

¿Cómo trabajaste el final?...
Mariano Llinás trabajó el guión conmigo y muy rápido comprendimos que deberíamos considerar un supuesto muy potente: la percepción bastante negativa que existe en general hacia los banqueros. ¿Qué hacer con eso?
Convertir al personaje en un cínico completo no me inspiraba en absoluto.
Pero hay una descripción de Jonathan Swift que me fascinaba mientras hacía la investigación: “los banqueros son como un pozo oscuro; no sabemos si el pozo es muy profundo o simplemente está vacío”. ¿Quién es Yvan de Wiel? ¿Qué le da cuerda? ¿Por qué experiencias personales ha pasado?
¿En qué se ha involucrado? Me gusta pensar que el público proyectará sus propias conclusiones sobre el rostro de Yvan en el último plano de la película.
Pero si tuviera que dar una pista, es siempre la misma: Keys. El mundo de la banca está impregnado de una cultura performativa y de rivalidades exacerbadas.
Lo que cuenta es hallar el entorno en que seas el mejor. “Cueste lo que cueste”.

¿Cómo se hizo el casting entre Europa y Argentina?...
El casting se hizo simultáneamente en Europa y Argentina. En Europa, con Alexandre Nazarian, buscamos actores que no fueran fácilmente reconocibles.
En Argentina, con María Laura Berch, le dimos un enfoque menos convencional, y el proceso de casting terminó produciendo una abundancia de posibilidades. En esencia buscamos actores no profesionales de los diferentes ambientes representados en la película. Hombres de finanzas, abogados, terratenientes, herederos, que aceptaron participar con los ojos muy abiertos. Algunos papeles de reparto, como la aparición de Eli Medeiros, son particularmente asombrosos. La película se encarna gracias a sus personajes secundarios. Son quienes realmente le dan un mordisco a las escenas, y fue una decisión deliberada de parte nuestra. El personaje de Yvan (Fabrizio Rongione) funciona como espejo. Debe adaptarse continuamente a sus clientes, esa es su tragedia. Existe para responder a los deseos de otros. Este era un aspecto muy importante que nos aseguramos que Fabrizio tuviera en mente; implica una gran cuota de renuncia por parte del actor.
En cuanto a Elli Medeiros, me interesaba mucho contar con su particular presencia y el misterio que exhala. El líder religioso, cómplice de la Junta, interpretado por Pablo Torre Nilsson, es otro personaje clave. Pablo Torre Nilsson es el hijo del director argentino Leopoldo Torre Nilsson (1924 – 1978).
Él también es director y escritor y lo escogí por su energía. En Argentina hubo ramas de la iglesia episcopal que apoyaron los abusos de poder y los actos de violencia de la dictadura. Una de las figuras religiosas que me inspiró para crear este personaje fue Adolfo Servando Tórtolo, un arzobispo argentino (1911 – 1998) que recibía a las familias para tranquilizarlas, y luego transfería la información directamente a la Junta, te da escalofríos...

Esta película podría despertar reacciones fuertes en Suiza…
Para ser honesto, provocar reacciones es lo que me interesa. Los bancos suizos nunca han reconocido su rol o expresado un mea culpa. Tengo la impresión de que es a nosotros, mi generación, quienes nos toca asumir la responsabilidad por las horas más oscuras del siglo 20. No siento culpa, pero pienso que es absolutamente necesario alentar una reflexión sobre el tema.

¿Cuáles son tus planes a futuro?...
Empecé con otro proyecto en la vena de Azor, otra ficción histórica sobre un entorno profesional diferente: diplomáticos y su relación con un territorio, Génova. Lo que me intriga en esta nueva investigación es dar con formas interesantes de retranscribir una cultura profesional específica. Como decía Borges, cada tema tiene su propia retórica.

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