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CRITICA
Por: PACO CASADO
La infancia de Bella estuvo marcada por el abandono de la madre y la soledad para cuidar al padre, hasta que un día a los 18 años conoce a Ponce, un hombre seguro de sí mismo, un grafitero de 26 años, con aspiraciones a pintor, un artista idealista en el que encontró a su príncipe azul, quien se enamora de ella e inunda el barrio de grafitis con su imagen y le regala un móvil para estar en contacto.
Pronto terminan casándose y se marchan a Villamar un pueblo donde Ponce instala una galería de pintura y le funciona bien el negocio.
Bella ha abandonado la carrera de Medicina y a sus amigos Mauro y Patricia, que tan sólo la llaman de vez en cuando por teléfono, lo que pone celoso a Ponce que hable con Mauro.
Seis años después, la joven Bella, con dos hijos, vive una vida aparentemente perfecta pero en realidad esconde años de abusos psicológicos y de violencia de género.
Finalmente entiende que su única opción para salvarse es escapar con sus hijos de esa pesadilla que le ha cambiado la vida.
En el comienzo de esta historia se oye en off una discusión y posteriormente en imagen una mujer que sale de casa y toma un coche y se va.
Esta película está libremente inspirada en la vida de la sevillana Ana Bella Estévez Jiménez de los Galanes, quien tras sufrir once años de malos tratos de su esposo, escapó con sus cuatro hijos, lo denunció y comenzó una nueva vida, siendo inspiración para muchas mujeres para romper el silencio sobre la violencia de género que sufren.
En los metros finales hay la declaración de la Bella real y de varias mujeres que siguieron su mismo ejemplo.
En 2006 creó la Fundación Ana Bella y la Red Ana Bella de Mujeres Supervivientes para el cambio social en 88 países, ayudando a mujeres maltratadas que han superado la violencia y ahora son felices.
Este film realizado en dibujos animados, no es en este caso para niños, sino especialmente para mujeres que se ven en la misma situación que la protagonista, que todo empezó para ellas como una historia de amor romántico y un futuro de felicidad, que finalmente se convirtió en una pesadilla cuando con el paso de los años esa prevista felicidad se convierte en sufrimiento y un deseo de huir del lado de aquel hombre con el que se prometía ser feliz el resto des su vida.
La dirección se la reparten Manuel H. Martín y la debutante Amparo Martínez para cumplir la función de la denuncia de la violencia de género, que por su metraje de una hora es muy apropiada para exhibir en institutos y en obras sociales o como base para una conferencia sobre el tema que trata.
Posee un dibujo de trazos sencillos y perfiles duros que le va muy bien a la historia, con fondos planos, estética funcional y tiene la virtud de denunciar la violencia de género en el corto espacio de una hora.
Nominada a los premios Forqué como mejor película de animación.
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