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CRITICA
Por: PACO CASADO
Hace unos años descubríamos a un joven director francés, Jean-Paul Rappeneau, que tras ser un notable guionista, pasada a la dirección cinematográfica con una película titulada "Esposa ingenua", posiblemente más conocida por los buenos aficionados al cine por su título original "La vie de château", cinta por la que obtuvo su realizador el premio Louis Delluc.
Ya entonces, con su ópera prima, intuimos en él lo que algunos críticos han descubierto ahora, ya que aquella película pasó desapercibida para muchos, que es un realizador de gusto refinado y exquisito.
Rappeneau, prácticamente vuelve a repetir el tema. La ironía de la primera cinta sobre la guerra, ambientada en la II conflagración Mundial, en un apartado castillo donde no había llegado la noticia hasta que se oyen los primeros cañonazos y sus habitantes han de tomar partido, vuelve a hacer acto de presencia nuevamente, aunque ambientándose unos años atrás, en el año segundo e la Revolución Francesa.
El marco es lo de menos, lo importante es que Rappeneau, buen guionista y notable realizador de segunda fila, crea unos personajes y los hace vivir a ritmo acelerado, entre circense y cinematográfico, entre los que Jean-Paul Belmondo tiene la mayor parte en esa interminable carrera que le deja casi sin aliento.
Todo ello se ha montado para lograr una comedia desenfadada, de refinado gusto, posiblemente inspirada en otras obras anteriores como "Tom Jones" o el propio "Cartouche", que dirigido por Phillip de Brocca interpretara el mismo Belmondo, en un papel muy similar.
No cabe duda de que el film logra lo que se propone, una comedia desenfadada, llena de entusiasmo, en la que tampoco se le da reposo al espectador que sigue sus imágenes.
Bien es verdad que gracias a ese ritmo impreso por el director, la película resulta eficaz, sobre todo en los dos primeros tercios de la cinta, ya que el tercer tiempo, la media hora final, está más metida a la fuerza y sobreabunda sobre lo mismo ya un poco repetido.
De una forma u otra, la cinta tiene momentos muy conseguidos e inspirados, llenos de comicidad.
Lástima que no todo está en la misma línea, con un poco de mayor inspiración, para que hubiera resultado una película plenamente redonda.
Jean-Paul Rappeneau juega nuevamente con parte de su equipo de la obra que le iniciara como realizador. Dispone aquí también de la colaboración de Claude Sautet en el guion, que al igual que él fue guionista y después realizador (recuérdese de él entre sus últimas obras "Las cosas de la vida" y "Max y los chatarreros").
Igualmente cuenta con la colaboración de Michel Legrand en la partitura musical, que si bien no es de las más inspiradas, sí encuadra perfectamente en la música de la época, que ambienta bien la película.
Como elementos nuevos bien usados por el director, cuenta en esta ocasión con el fotógrafo Claude Renoir, muy emparentado con la familia Renoir, de gran tradición en la pintura y el cine francés, y más concretamente en el tratamiento del color en ambos campos.
Aquí el autor de obras tan destacadas en este aspecto como "El río" o "La carroza de oro", le da un indiscutible tono muy personal a la fotografía, a través de unos ligeros tonos en los que predomina un cierto matiz marrón, muy ligero y suave.
Lástima que la aplicación a TODD-AO 70/mm. que se ha hecho en España de este film, rodado en pantalla simplemente panorámica, afecte de manera notable a este apartado que posiblemente resultara más brillante en su formato reducido, al no notarse tanto el grano.
Por este motivo, habrá que verse este film cuando pase los circuitos de 70/mm, en su formato normal, en un cine de reestreno o veraniego.
Mención especial para Jean-Paul Belmondo, que es el alma y vida en toda la película, cargando con un buen porcentaje de responsabilidad y que salva como siempre con buenas maneras.
A su lado la encantadora Marlene Jobert muy distinta a la que habíamos visto antes.
En definitiva, una película entretenida, hecha con bastante acierto.
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