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CRITICA
Por: PACO CASADO
Tras el éxito conseguido, sobre todo en la ciudad de Valencia, por "El virgo de Visanteta", era de esperar que hubiera una segunda parte, o segunda parida, como muy bien se dice en la leyenda inicial.
Rodada en valenciano, con el nombre de "Visanteta estate quieta", se nos ofrece la versión castellana con el título de "Gata caliente".
Aquí continúa pues la acción en 1845 en el valenciano pueblo de Favera en el que existe la creencia de que cuando Visanteta hacia el amor fuera de las normas establecidas, Santa Bárbara castigaba a sus habitantes con todos los fenómenos meteorológicos, por lo que desde el alcalde al último ciudadano se empeñan en buscarle marido a la chica, los cuales van cayendo ante el furor amatorio de la moza.
Este es el núcleo central de la cinta en torno al cual gira toda la acción de la misma, casi sin salir a otros asuntos, un tanto marginales como el insólito concurso.
La película está toda en verso ripioso, con lenguaje abierto y desvergonzado, con alusiones escatológicas y otras lindezas por el estilo, que a ratos hacen reír al respetable.
La cinta no puede resultar más repetida, como si se hubiera querido estirar algo que no daba más de sí, de lo que se contagia hasta la propia realización de Vicente Escrivá que repite incesantemente posiciones de cámara y funcionalidad en la dirección.
Los actores encuentran su gracia ya fabricada en el texto, con los ripios y expresiones antes aludidas, sin poder salvar el desmadre en que se convierte el film.
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