![]() |
|
CRITICA
Por: PACO CASADO
En las comedias musicales que se hacían en el cine americano anteriores a los años cincuenta, la comedia iba por un lado y la música por otro.
Llegaron los Minelli, Donen, Kelly, etc y consiguieron someter la acción al ritmo de las canciones, la música y el ballet en perfecta amalgama, en la que todo iba perfectamente sincronizado y al unísono y las melodías o el movimiento rítmico de una danza entraba en la acción como algo natural y propio de la vida, sin paralizar el ritmo de ésta.
Este fue el gran acierto y descubrimiento de estos autores y el resurgir de la nueva comedia americana, el soplo que le dio nueva vida para persistir y subsistir durante muchos años más.
Sin embargo no todos los autores anteriores no los que vendrían después tendrían este hábito de inspiración para lograrlo en sus nuevas producciones.
Uno de los ejemplos claros de esto último que decimos es Walter Lang, el recientemente fallecido realizar norteamericano, y de su película "Can Can".
Nuevamente aquí encontramos la separación. La acción se paraliza y los actores cantan o presencian un espectáculo de danza situado en un café de Montmartre, en la época feliz de Lautrec y de la prohibición del Can Can, danza provocativa e inmoral en la que se basa el argumento de esta comedia.
Hollywood derrocha dólares, pero Lang se olvida de poner talento en la producción.
De nada sirve pues la gran voz de un Frank Sinatra con su siempre simpática y flexible figura a cualquier papel, ni la notable interpretación de la dúctil Shirley MacLaine, ni la galanura y apostura de Louis Jourdan, o la caballerosidad eterna de Maurice Chevalier sirviendo de firmes puntales a esta ingenua y simpática comedia desarrollada con aires parisinos de finales del siglo XIX y comienzos del XX.
Al amparo y mayor lucimiento de la amplia pantalla del Todd-Ao surgió este espectáculo falto de inspiración, que nos llega ahora nuevamente en su reposición.
Buenos números musicales y archiconocidos y famosísimas canciones del no menos famoso Cole Porter ilustran sus imágenes en bello colorido y hábil cámara de William H. Daniels, bajo una dirección simplemente correcta.
El film tiene ahora la nostalgia de contemplar al ya desaparecido Maurice Chevalier e igualmente el recuerdo del también fallecido Walter Lang, realizador de algunas comedias musicales en la misma línea que la cinta de comentamos.
MÁS INFORMACIÓN DE INTERÉS
CÓMO SE HIZO
VIDEO ENTREVISTAS
AUDIOS
PREMIERE MUNDIAL













































































