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CRITICA
Por: PACO CASADO
El movimiento de la Nueva Ola fue exclusivamente cinematográfico gestado en el seno de la revista Cahier du Cinema y llevado a cabo por su grupo de redactores que escalaron los puestos de la realización basándose en películas de bajo coste y empleando una serie de nuevos recursos, la mayoría de ellos con medios para resolver la escasez económica de sus producciones.
Sin embargo la Nueva Ola fue un movimiento de tipo intelectual, recalquemos el concepto y, naturalmente el cine que ha hecho hasta el presente es un cine intelectual y casi siempre su realizador demuestra su ascendencia de crítico.
Con un realismo en cuanto al tiempo casi absoluto, se van siguiendo dos horas de la vida de una mujer joven y sin problemas hasta el momento en que el diagnóstico de una enfermedad, que puede ser fatal, la tiene sumida en la inquietud y la angustia.
Sus reacciones ante esta situación y cómo intenta sobreponerse a ella, pretende continuar su vida normal, constituyendo el tema de esta historia de carácter completamente minoritario ya que para el espectador normal que va al cine a contemplar un espectáculo, lo que sucede en la pantalla, que es poco, le aburre.
Agnès Varda está dentro del joven movimiento con 'Cleo de 5 a 7' (1961), su primer largometraje y, pudiéramos decir que es un auténtico muestrario de las características del joven cine francés: preocupación excesiva por lo formal, lucidez crítica como si la directora fuera haciendo balance en cada plano, con un excesivo cerebralismo que destruye casi siempre la emoción.
'Cleo de 5 a 7' (1962) no es la obra de una artista, al menos Agnés Varda, que nos parece una realizadora llena de sensibilidad, talento y conocimiento cinematográfico, no lo ha demostrado aquí.
Su película es más un ejercicio de estilo bajo el pretexto de un argumento, o bien un documental de un día en París con la justificación de una anécdota, que un verdadero largometraje.
Jamás nos olvidamos de la cámara, sabemos sus movimientos, a donde va y lo que hace.
Esto sería un acierto si no nos quitara la emoción el excesivo formalismo y la preocupación por hacer cine.
En el momento en que el espectador desea ver el rostro de la protagonista, nos aleja la cámara.
En este sentido, aunque en lo cinematográfico. el film es excepcional, qué bellos movimientos de cámara en las escenas automovilísticas mientras que en el autobús la forma carece de funcionalidad, no es tributaria del tema y perjudica e interfiere.
La cinta nos ata, nos emociona en el instante en que la cámara se detiene en el rostro de Corine Marchand, en una cara humana que canta, que siente pena, que llora, que teme morir...
Cuando así ocurre sobran travellings, grúas y montaje en corto.
En líneas generales Cleo de 5 a 7 (1962) es una obra primaria de una realizadora que puede dar mucho que hablar.
Necesita atemperar su entusiasmo fílmico, contemplar el cine de una forma menos artística y hacer un cine más universal.
Porque el arte sobrepasa las barreras del tiempo y el espacio.
Hacer otra cosa es desconcertar al público y mermar la comercialidad de la película.
Un film de impecable factura con una bella puesta en escena, dirigida con un cariño y una afición al cine realmente extraordinaria.
Un tema de interés, con una bella fotografía y una excelente interpretación.
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