Por PACO CASADO

    El británico Joe Wright, director de 'Orgullo y prejuicio' (2005) y 'Expiación. Más allá de la pasión' (2007), abandona el drama de época de adaptaciones literarias y debuta en el cine americano con 'El solista', una historia actual, también basada en una novela, del periodista Steve López, en la que cuenta cómo tras descubrir a un músico callejero le cambió la vida a ambos.
 Es la historia real de Nathaniel Anthony Ayers, un hombre aventajado en sus estudios de música que tuvo que abandonarlos debido a una enfermedad mental y vive en la calle, en la indigencia, tocando un violín al que le quedan dos cuerdas.
 Convertido en motivo de un artículo que Steve Lopez publicó en el periódico Los Angeles Times, logra que le regalen un violoncelo y a partir de ahí intenta que salga de la calle y viva en un apartamento para finalmente tratar de demostrar sus buenas aptitudes para la música.
 El guión ha resumido la novela e incluso eliminado un personaje real y alterado otras cuestiones, como la situación de divorciado del periodista cuando en la actualidad sigue felizmente casado.
 A cambio pone de relieve algunas virtudes como el poder redentor de la música, la amistad y el preocuparse por los demás, por alguien que es un prodigio y está sumido en la pobreza, tratando de curarlo de su esquizofrenia y soledad sacándolo de esa vida.
 Es la crónica de la amistad de estos dos hombres que va creciendo día a día, que les hará cambiar y llegar a donde nunca habían soñado.
 Joe Wright saca adelante este film de encargo, pero lo hace de manera fría, plana, sin emoción, cuando en realidad tiene bastantes motivos a lo largo del relato para que hubiera llegado a producirla en el espectador y sin embargo no lo logra en ningún momento, a pesar de que tenía materia para ello y contaba con la estupenda labor de los dos principales protagonistas, Robert Downey jr. recuperado como buen actor, y Jamie Foxx que si bien no está a la altura del personaje de otro músico, Ray Charles, que le llevó a ganar el Oscar, le sigue a buen nivel.
 A ello también contribuye la banda sonora escrita por el oscarizado Darío Marianelli, ayudado por la grandeza de las partituras de Beethoven que es el ídolo y máximo genio para Nathaniel.
 Cinta convencional, correcta, bien realizada pero con altibajos, que despierta curiosidad, por la historia real y por el trabajo de sus actores, pero que podía haber dado más de sí.