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CRITICA
Por: PACO CASADO
Claude Lelouch retoma a los personajes de la película Un hombre y una mujer (1966), por tercera vez, y los sitúa varias décadas después, ya envejecidos, Jean-Louis Duroc piloto de carreras de Fórmula Uno y Anne Gauthier script cinematográfica que un día se enamoraron.
Esta pareja, que en su momento vivieron una interesante historia de amor que no supieron conservar, ahora separada, quiere volver a reencontrarse después de que él comience a perder la memoria, ingresado en una residencia de ancianos y, sin embargo, rememora continuamente a Anne, esa mujer que fue el gran amor de su vida.
El film comienza con Anne en su tienda de ropa, de la que vive, hablando con su hija y su nieta, cuando entra Antoine Duroc, el hijo de Jean-Louis, que le pide por favor que acuda a ver a su padre ya que constantemente está evocando su recuerdo lo que seguramente le hará un gran bien.
Ella accede a verse 52 años después con él y durante la primera media hora de metraje la cita se convierte en una larga charla, de casi 20 minutos, realizada en plano contra plano, en tiempo real, sin cortes, entre ambos, sin que él llegue a reconocerla en ningún momento, aunque su voz y sus gestos le recuerdan a ella y le invita a fugarse con él, como si fuera una interna más del centro, en el que es un solitario que no se relaciona con los demás.
El resto de la trama lo constituyen otras dos visitas, esta vez con salida de ambos en su viejo Dos Caballos, aunque siga sin reconocerla con constantes pérdidas de memoria, y la introducción de algún que otro sueño, de los muchos que dormita él y fragmentos de la cinta original, generalmente virados en sepia, en los que se ven a ellos jovencísimos y espléndidos, lo que seguramente evoca la nostalgia de los espectadores que en su día disfrutamos de esta gran cinta ganadora de dos Oscar a la mejor extranjera y mejor guion y premiada con la Palma de oro en el Festival de Cannes a la mejor película del certamen, con una de las más inolvidables historias de amor de la historia del cine.
Frente a la simpleza de planificación de la primera entrevista Lelouch hace algún alarde técnico en un espléndido travelling secuencia, así como la introducción de un largo plano del corto 'Era una cita' (1976) que hizo recorriendo las calles de París desierto en las primeras horas del día saltándose todos los semáforos.
Todo el metraje nuevo fue rodado en apenas dos semanas.
Lo que le da más autenticidad a esta nueva cinta es que los actores principales son los mismos que los incorporan ahora a pesar del paso del tiempo, incluso los que hacían de los hijos pequeños entonces.
Viendo esta nueva entrega se nos plantea la duda de si era necesaria aunque sea nada más que por evocar a aquella primera o si es por sacarle algo más del jugo al limón y hacer un poco más de dinero con ese material...
Anouk Aimée se conserva mejor que Jean Louis Trintignan, como él mismo cine, además de ser dos años más mayor que ella y padecer cáncer, aspecto que ya mostraba en la cinta Amor (2012), de Michael Haneke, que también era una gran historia de amor de una pareja en los últimos años o días de vida.
El octogenario Lelouch conserva la estupenda banda sonora que compuso en su día Francis Lai, para lo que dio permiso antes de su muerte.
En definitiva es una reflexión sobre el otoño de la vida y un homenaje a la cinta original.
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