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CRITICA
Por: PACO CASADO
Esta película se basa en una novela de Michael Sahara, adaptada al cine por Dana Stevens, que cuenta la vida sentimental y profesional de Billy Chapel, un jugador de béisbol que tras ser la estrella de los Tigres de Detroit durante veinte años, una lesión en la mano le impide rendir a tope y el club decide traspasarlo, al tiempo que Jane Aubrey, el amor de su vida, está en trance de abandonarle para aceptar un trabajo en Londres. Chapel se ve así en la tesitura de sus dos amores: el deporte y su mujer.
Pero aún tiene una oportunidad de recobrar lo que está a punto de perder, haciendo buenas marcas en los partidos que le quedan y tratar de afianzar el cariño por su ser más querido.
Con este film Kevin Costner vuelve al cine deportivo y a interpretar nuevamente a un jugador de béisbol como ya lo hiciera en 'Los Búfalos de Durham' (1988) y 'Campo de sueños' (1999), tratando de recuperar la audiencia perdida en 'Mensajero del futuro' (1997) y 'Mensaje en una botella' (1998).
Lo que más llama la atención es que ha sido dirigida por Sam Raimi, un director que tras iniciarse en el cine de terror con cintas de escaso presupuesto y mucha imaginación, pero horrorosas, y nunca mejor dicho, como 'Posesión infernal' (1981) y su secuela 'Terroríficamente muertos' (1987) fue cambiando de género al hacer 'Darkman' (1990) (cómic), 'Rápida y mortal' (1995) (western) y 'Un plan sencillo' (1998) (thriller).
En el guion se comparten los dos temas, el sentimental y el deportivo.
Si bien no se abusa de éste último sí lo hace en el terreno amoroso, lo que desequilibra la película que resulta demasiado larga.
El protagonista guarda un cierto paralelismo con la carrera del actor, que tras estar en la cresta de la ola, no se encuentra ahora en su mejor momento, y también fue dejado por su mujer.
El imaginativo estilo que empleó Sam Raimi en sus primeras obras lo pone al servicio de este romántico drama amoroso, con incursiones deportivas, que está muy bien filmado, disponiendo de una estupenda fotografía y una brillante música de Basil Poledouris, pero no logra que pase de discreto.
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