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INFORMACIÓN
Titulo original: Billy Lynn's Long Halftime Walk
Año Producción: 2017
Nacionalidad: EE.UU., Inglaterra, China
Duración:  113 Minutos
Calificación: No recomendada para menores de 12 años
Género: Drama, Comedia, Historia
Director: Ang Lee
Guión: Simon Beaufoy, Jean-Christophe Castelli, Ben Fountain. Inspirados en la novela escrita por Ben Fountain
Fotografía: John Toll
Música: Jeff Danna, Mychael Danna
FECHAS DE ESTRENO
España: 27 Enero 2017
DISTRIBUCIÓN EN ESPAÑA
Sony Pictures - Columbia films

SINOPSIS

Un soldado relata las últimas horas de él y sus compañeros antes de regresar al campo de batalla en Irak...

INTÉRPRETES

KRISTEN STEWART, VIN DIESEL, GARRETT HEDLUND, STEVE MARTIN, CHRIS TUCKER, MACKENZIE LEIGH, DEENA DILL, TIM BLAKE NELSON, DEIRDRE LOVEJOY

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- Premios Hollywood: Mejor música, producción
- Premio Brittani a Ang Lee

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DE ALABADA NOVELA A FILME PIONERO...
  Aunque su desarrollo y utilización de avances técnicos puedan asegurar el lugar de BILLY LYNN en la historia del cine, es importante reconocer que sus logros están decididamente motivados por el drama de un relato cautivador y humano. La historia se basa en una novela que el productor Rhodri Thomas, de Ink Factory, leyó ocho meses antes de su publicación en Estados Unidos (se acabaría convirtiendo en finalista del Premio Nacional del Libro de 2012). “Un amigo mío, un editor, me dio el manuscrito y me dijo: ‘Tienes que leer este libro. Te cambiará la vida’. Lo que resultaron ser palabras bastante proféticas. Lo leí mientras estaba de vacaciones y me encantó —tenía una magia especial que mostraba muy bien los tiempos que corren; estaba en contra de la guerra, pero muy a favor de los soldados, que es algo que me conmovió profundamente— y quería contar esta historia. Después de realizar unas cuantas averiguaciones, mi coproductor Stephen Cornwell y yo nos encontramos hablando con Ben Fountain, autor de la novela”.
  “Me pareció que reflejaba una época en la que todo el país estaba sumido en el trauma colectivo de la guerra de Irak”, prosigue Cornwell, “una época que realmente no se había tratado, ni reconocido, ni sobre la que se había realizado ninguna reflexión. Y me pareció que, en el personaje de Billy Lynn, Ben había encontrado alguien por quien nos pudiéramos interesar y con quien pudiéramos simpatizar, para aproximarnos a lo que supuso vivir esa guerra. Pero, cuando nos pusimos en un primer momento en contacto, los representantes de Ben dijeron que era muy prematuro, querían esperar a que se publicara el libro. Así que Rhodri y yo nos desplazamos hasta Dallas y, tras pasar un tiempo con Ben, logramos convencerlo de que podía llegar a ser la película en la que se está convirtiendo”.
  “Así que Ink Factory se hizo con los derechos del libro en 2012”, continúa Thomas, “y seguimos trabajando en él con Film 4, la sección dedicada al cine del canal británico Channel Four. Apoyan mucho el cine, les gusta asumir riesgos y, seis meses antes de publicarse, se arriesgaron con este material. Por suerte, el libro tuvo una acogida extraordinaria. Entonces, empezamos a trabajar en el guion. Con ese guion, en 2013 empezamos a colaborar con TriStar, de hecho, ellos acudieron a nosotros, porque a Tom Rothman, que en aquella época dirigía TriStar, le encantaba el libro, que ya se había publicado por entonces. Cuando Ang Lee aceptó dirigir la película, nos sentimos entusiasmados, no podíamos imaginar a nadie más para contar esta historia con tanta sinceridad y sensibilidad. Lo que no nos podíamos imaginar era que iba a convertirla en un espectáculo en 3D con un elevado número de imágenes por segundo, lo que, aunque nos sorprendió, aceptamos encantados al instante, después de habernos quedado completamente alucinados al ver ‘La vida de Pi’. La visión de Ang para la película era totalmente la adecuada desde el principio, es un director visionario que vio en el material la posibilidad de crear una experiencia emotiva, en la que poder sentirse inmerso, de la forma más novedosa posible”.
  El productor Marc Platt recuerda recibir “una llamada un día de Tom Rothman, que decía que tenía un proyecto muy especial, con Ang Lee como director, y ‘no sabemos muy bien cómo sacarlo adelante’. Ang es alguien a quien siempre he tenido en la más alta estima como cineasta, en los tiempos en los que yo trabajaba como ejecutivo de producción y presidente de Universal Pictures, hicimos una película juntos llamada ‘Cabalga con el diablo’. Así que, en cuanto mencionó a Ang Lee, por supuesto que me interesó. Me pidió que leyera primero el guion y luego la novela. Así que primero leí el guion y me quedé inmediatamente impresionado por lo que vi como la importancia de la historia, que rendía homenaje a nuestros soldados al explicar realmente que ninguno de nosotros entiende de verdad cómo es en realidad la experiencia de un soldado. Tan solo podemos proyectar lo que creemos que es. Y que la mejor forma de honrar a nuestros soldados es, de hecho, comprender que están haciendo su trabajo y que no son más que soldados. Y darles la distancia, el respeto y el espacio para honrar esa experiencia de un modo que es muy particular para cada uno de ellos. En esta historia concreta, nuestro grupo de soldados se ve trasladado de vuelta [a los Estados Unidos] para que les rindan homenaje por sus heroicos actos. Para ser trofeos, por decirlo así”.
  “La génesis de la novela”, explica el novelista Ben Fountain, “comenzó en 2004, durante un partido de fútbol americano de los Cowboys [de Dallas] el día de Acción de Gracias. Fue tres semanas después de las elecciones generales en las que George W. Bush venció a Kerry. Sentí que no entendía a mi país. Entonces, recibimos a unas cuantas personas en nuestra casa por Acción de Gracias. Teníamos el partido puesto. Llega el descanso y estoy sentado en el sofá. Y todos los demás se levantan, porque nadie ve la actuación del descanso. Pero me quedé y empecé a verla, pero a verla de verdad. Y es muy similar a como lo recojo en el libro: una mezcla surrealista y bastante psicótica de excepcionalismo y patriotismo estadounidenses, música popular, porno blando y militarismo: muchos soldados sobre el terreno de juego con banderas estadounidenses y fuegos artificiales. Pensé: ‘esta es la mayor locura que he visto en mi vida’. Pero a todos los demás les pareció bien, los presentadores de televisión y todos los allí presentes, un día normal y corriente más en los Estados Unidos. Como había muchos soldados en el campo en ese momento, me pregunté cómo se sentiría uno al ser un soldado que ha estado en combate y lo llevan de vuelta a los Estados Unidos para meterlo en una situación tan artificial. ¿Qué le haría eso a tu mente? Quería que el lector se sintiera como si estuviera en la piel de Billy. Y creo que eso es también lo que intenta hacer Ang”.
  “Adaptar la novela”, aporta Stephen Cornwell, “supuso un gran reto. Y como toda adaptación, fue evolucionando. Una de las grandes cuestiones era cómo colocar a Billy en el centro de la historia. Cómo encontrar una forma de crear este personaje que, en la novela, atrapa al lector con su monólogo interior. ¿Cómo haces funcionar eso en la gran pantalla? ¿Cómo sitúas a ese personaje, sus experiencias, sus observaciones y su punto de vista en el centro de la historia sin recurrir a una narración, algo que no queríamos hacer? Así que, a lo largo del proceso de adaptación, intentamos encontrar la mejor forma de expresar el punto de vista de Billy: ¿Cómo plasmas esa experiencia en primera persona en un contexto cinematográfico? ¿Cómo haces evolucionar el lenguaje cinematográfico y la forma de experimentar el cine de manera que nos permita meternos en la mente de Billy y realizar este viaje con él?”.
  Al principio, fue la historia de Billy Lynn lo que cautivó a Lee, su viaje literal y emocional y la complicada yuxtaposición de la glorificación de los héroes de guerra que regresan a casa con la horrorosa naturaleza de la guerra que han librado. Era la clase de historia que le pareció que se prestaba a un nuevo enfoque cinematográfico al que había estado dándole vueltas, uno que podía hacer que el espectador conectara realmente con Billy Lynn de una forma orgánica, que le hiciera sentirse inmerso; el equivalente cinematográfico al monólogo interior en primera persona del libro.
  “‘El eterno intermedio de Billy Lynn’ era un libro apasionante. Sus observaciones sobre lo absurdo del recibimiento por todo lo alto que se encuentran esos soldados al volver a casa, la yuxtaposición de esa extravagante celebración de su heroísmo intercalada con su servicio en el campo de batalla en Irak, la ironía de esas dos experiencias una junto a otra, es como una especie de examen existencial de lo que es real y lo que no, ese contraste posee una especie de cualidad zen que me fascinó. También me atrajo la situación de la narración, ese espectáculo del descanso del partido para celebrar al soldado en 2004, yuxtapuesto con la batalla real; el drama, el conflicto, una especie de historia iniciática de un joven soldado que tiene que afrontarlo todo. Era un material excelente con el que utilizar esta nueva tecnología que me había estado planteando para atrapar verdaderamente al espectador. Para mí, cuando veo películas, es como si estuviera viendo la historia de alguien desde cierta distancia. Lo que espero con esta tecnología es que permita un mayor grado de intimidad, que transmita realmente los sentimientos personales de un joven soldado con sentimientos encontrados. Por eso lo llamo ‘nuevo cine’, porque es una nueva forma de hacer, ver y experimentar una película, que parecía perfecta para este proyecto. Es una forma estupenda de poner a Billy Lynn en el centro de ese espectáculo del descanso del partido que resulta sumamente dramática y un modo muy interesante de examinar la humanidad y nuestra sociedad. A mitad aproximadamente del libro, ya sabía que quería hacerlo”, afirma Ang Lee.

LA PIONERA TECNOLOGÍA DEL ‘NUEVO CINE’ DE ANG LEE...
  El uso que hace Ang Lee de esta nueva tecnología crea una experiencia absorbente ideada para permitir a los espectadores experimentar a fondo el viaje emocional, físico y espiritual de Billy Lynn de una forma personal que lo abarca todo de una manera profunda.
  “La película explora cuál es la realidad de su experiencia para un soldado, Billy Lynn; la tecnología nos permite plasmar cómo la escucha, cómo la ve”, aporta el productor Marc Platt. “Esta historia concreta es muy adecuada para el uso de esta tecnología. Según la escena, el mundo se puede mostrar de forma hiperreal, manipulando el número de imágenes por segundo, o se puede suavizar un poco para que se parezca más a una película normal. Cuando la gente habla con Billy, sobre todo si es un momento íntimo en primer plano, su línea de visión se dirigiría directamente a la cámara, lo que no es nada común. Cuando es la perspectiva de otra persona y vemos a Billy, es una línea de visión más tradicional, un poco hacia un lado. El efecto que se consigue con eso, sobre todo con una velocidad de imágenes por segundo elevada, es que cuando alguien mira directamente a la cámara, te encuentras en el espacio de Billy, viéndolo y oyéndolo todo tal como lo hace él y lo sientes de una manera intensa y visceral. O si Billy se siente distante de cuanto lo rodea, si oye lo que se está diciendo pero no lo procesa o se siente a la defensiva al respecto y está en las nubes, nos permite aislar a Billy, creando una sensación de subjetividad, y es como si los espectadores estuviéramos sentados con él mientras se proyectan cosas a su alrededor. Estas no son más que algunas de las cosas que se están desarrollando, junto con la velocidad elevada de imágenes por segundo y la alta resolución, que harán de esta película una experiencia cinematográfica especialmente singular”.
  “Lo que resulta tan emocionante del proceso”, explica Stephen Cornwell, “es que Ang se sintió fascinado por encontrar una forma de explorar un nuevo lenguaje en el cine, con la velocidad elevada de imágenes por segundo, las tres dimensiones, no solo por los efectos especiales, sino para definir realmente una manera de contar una historia emotiva que gira en torno a los personajes, adoptando las nuevas tecnologías como una herramienta para crear una forma completamente nueva de narración cinematográfica”.
  El enfoque de Lee crearía retos logísticos y tecnológicos que no se habían afrontado nunca en una película tradicional, el equipo tuvo que crear un nuevo léxico cinematográfico por necesidad, cada día de rodaje y hasta la misma posproducción, pero siempre al servicio de la historia. Y ese uso prudente de este nuevo enfoque le permitió explorar cambios de dimensión, de velocidad de película y de perspectivas con herramientas totalmente nuevas. La película incluso montó su propio laboratorio en Atlanta para procesar grandes cantidades de datos, puesto que Lee y Toll dependían invariablemente de dos cámaras filmando a una velocidad cinco veces superior a la normal, con el doble de datos pasando por cada una de esas cámaras. Eso suponía generar a diario una cantidad de datos para almacenar veinte veces superior a la de una producción de Hollywood normal de gran calidad.
  Antes siquiera de que las cámaras empezaran a rodar, Lee sabía que iba a entrar en territorio inexplorado, pero aun así creía que era la mejor forma de contar la historia de un modo que resultara auténtico.
  “Me interné en un nuevo mundo con esta película”, asegura Lee. “El uso de la velocidad elevada de imágenes por segundo y del alto rango dinámico proporcionará, espero, una oportunidad única de sentir las realidades de la guerra y la paz desde la perspectiva del protagonista. No se trata de una declaración política, sino más bien de una oportunidad de experimentar lo que hacen los personajes a nivel humano y emocional. Pensé que, si sacas a una sección de soldados del campo de batalla, para meterla en este espectáculo del descanso del partido del día de Acción de Gracias como una especie de celebración del valor, les daría un ataque. La diferencia entre los actos heroicos que la gente proyecta en ellos y sus experiencias en el campo de batalla, donde todo es caos, una lucha por la supervivencia... el nivel de adrenalina es extraordinario. Esas dos experiencias antitéticas contrapuestas parecían la forma perfecta de explorar este nuevo cine. No tenía un nombre propiamente dicho para referirme a él pero, al principio, pensaba que el mayor número de imágenes por segundo para ver en 3D con mayor precisión la verdad es que podría servir para explorar lo que el formato digital podría hacer para transmitir la condición humana. La forma en que nos vemos unos a otros en la vida, la forma en que captamos matices unos de otros, es muy distinta a cómo nos ha retratado el cine. Así que este enfoque parecía una forma directa de transmitir la sensación del soldado, cuando vuelve a lo que nosotros denominamos vida normal. Fue muy dramático e inspirador, y sabía que sería muy difícil, tanto desde un punto de vista tecnológico como artístico. Pero me gustan los retos y probar cosas nuevas”, asegura Lee.
  “Esta película fue todo un reto en muchos aspectos”, agrega Platt. “Tuvimos retos logísticos —buena parte de la misma está ambientada en un estadio y necesitábamos otra localización donde rodar las secuencias bélicas. El tono también fue un reto. Y encima de todo eso, por supuesto, estaba la intención de Ang de emplear una tecnología que no se había usado hasta la fecha en la historia del cine, que era rodar la película a una velocidad de 120 imágenes por segundo, a una resolución de 4K y en 3D, para explorar realmente esa tecnología y crear un vocabulario, una gramática cinematográfica, utilizando esa tecnología para contar una historia concreta, nada de lo cual se había hecho nunca antes. El vocabulario no se había inventado. De hecho, se iba creando cada día en el set de rodaje”.
  El nuevo cine de Lee, agrega Cornwell, tiene el potencial para hacer avanzar esta expresión artística de una forma audaz. “Creo que lo que resulta interesante es cómo haces evolucionar el cine”, opina Stephen Cornwell, “cómo hablas a una generación más joven, en un espectro más amplio, cómo mantienes el cine fresco y original. En ciertos aspectos, el lenguaje del cine no ha evolucionado realmente en cien años. El número de imágenes por segundo ha sido el mismo. La forma en que las cosas se interpretan, se dicen y se construyen, y la forma en que se desarrolla la narración es algo que todos hemos llegado a aceptar como normas. Y lo que Ang ha hecho es preguntar cómo podemos hacer evolucionar el lenguaje cinematográfico para mantenernos relevantes, diferenciados y únicos en la era posdigital, en una era en la que el cine se está estancando, en la que la forma de narrar historias se ha vuelto muy familiar. Para ello, tenemos que cambiar el modo en que la gente experimenta el cine, y eso es lo que pretende Ang, lo que todos pretendemos con esta película. Está por ver cómo reaccionará la gente. Personalmente, creo que va a ser una experiencia extraordinaria y reveladora”.
  El elevado número de imágenes por segundo y la consiguiente claridad cristalina de la imagen que capta afectó a todos los departamentos, incluidos los actores.
  Garrett Hedlund recuerda que “la primera vez que me reuní con Ang, me dijo: ‘Tienes que entender estas cámaras, hemos estado haciendo pruebas con ellas. Esas 120 imágenes por segundo no se parecen a nada que haya visto antes. Revolucionará la forma de hacer cine a partir de ahora. Todo está tan claro, que puedes verlo todo, aunque esté a tu espalda. No puedes actuar. Si intentas actuar, lo notaremos’”.
  “Nunca había rodado una película de acción real en alta definición”, aporta Steve Martin. “Nunca había rodado una película de acción real en 3D. Y es sencillamente extraordinario, la claridad y la escala de todo. Cuando Ang Lee me dijo que era un drama y era en 3D, inmediatamente pensé: ‘¡Qué gran idea!’. Y [la película] gira verdaderamente en torno a los personajes. Algunas de las películas que he hecho giraban en torno a los personajes y la comedia y los personajes y los chistes. Esta gira de verdad en torno únicamente a los personajes y a la sincera interacción con otros personajes. Ang ha estado muy diligente a la hora de expresar que no puede haber nada falso en la interpretación, ya que no puedes esconderte. Y creo que capta y muestra mucho de todos nosotros. Ang ha estado estupendo a la hora de expresar las escenas, las escenas dramáticas, las escenas de acción, es un honor para mí estar aquí después de tantos años”.
  Tim Blake Nelson, que aparece en una escena clave en el Lone Star Dome en el día de Acción de Gracias, señala las exigencias técnicas de la iluminación del filme. “El set está inundado de luz. Por el número de imágenes por segundo y las 3D, la cámara devora información; tiene acceso a muchísimos detalles, así que para grabarlos todos, hay que arrojar mucha luz sobre esos detalles. Estamos acostumbrados a que la luz sea diferente cuando llegas a un set de cine —la luz suele contenerse, pero esto es lo contrario, porque la cámara devora todo cuanto tiene por delante. [El director de fotografía] John Toll y su equipo han tenido que llenar de luz el set y eso resulta muy diferente. Ang está utilizando 3D en un drama para explorar la espectacular acción que tiene lugar en el interior de la mente humana. Eso es lo que lo hace tan emocionante. Está utilizando la tecnología para acercarnos más, para meternos en el cuarto con los personajes, y lo está llevando aún más lejos porque buena parte de la película se cuenta desde el punto de vista de su personaje principal, así que está dándole la vuelta a la cámara y ofreciendo auténticos planos subjetivos en 3D. Así que eres Billy Lynn, el personaje central, y, como espectador, te sientes inmerso al verlo todo desde su punto de vista. Te vas a sentir como si estuvieras en el cuarto con él y los personajes que se meten en tu espacio. Creo que es potencialmente revolucionario y podría cambiar nuestra forma de ver el drama cuando acudimos a una sala de cine”.
  Lee ya tiene experiencia, por supuesto, con efectos visuales elaborados, creados para ayudar a contar una historia emotiva, la más reciente de ellas en “La vida de Pi”. El supervisor técnico Ben Gervais (cuyos créditos anteriores incluyen “La invención de Hugo”, “La leyenda del samurái (47 Ronin)”, “Pacific Rim” y “X-Men: Días del futuro pasado”) describe cómo el trabajo de Ang Lee en “La vida de Pi” condujo a la innovadora tecnología de BILLY LYNN. “Ang vio que había necesidad de avances. Trabajó con las 3D [en “Pi”] pero no le gustó cómo quedaba el movimiento al grabarlo a la velocidad normal de 24 imágenes por segundo. Puesto que las 2D no son más que una imagen en una pared, podemos creernos ese movimiento. Pero tu cerebro quiere creer que una imagen 3D es real, quiere creer que las cosas que se mueven están en realidad delante de ti pero, a causa del menor número de imágenes por segundo, se pueden apreciar huecos en el movimiento que restan credibilidad y causan estrés, dolores de cabeza y dolor de ojos a los espectadores. Así que Ang decidió muy pronto que quería filmar esta película a un número superior de imágenes por segundo —aunque no sabía muy bien a qué velocidad de imágenes por segundo podría realmente rodar la cinta”.
  Ciertamente, para conseguir el efecto 3D, la posición de cada una de las dos cámaras en el dispositivo con respecto a la otra debe mantenerse en todo momento exactamente igual. Las cámaras son físicamente más grandes y están colocadas en un dispositivo que obtuvimos de una empresa alemana llamada Stereotech. Entre las cámaras hay un espejo que es la mitad de plata, que nos permite solapar las cámaras. El dispositivo utiliza motores, codificadores y robótica que permitía a Lee, John Toll y Demetri Portelli, el estereógrafo del filme, manipular la profundidad de las 3D. En otras palabras, el equipo podía grabar una imagen 2D además de 3D, lo que ocurre en cuanto empieza a separar las cámaras. Eso permitía una enorme flexibilidad, ya que podían elegir la profundidad, controlando en esencia lo pronunciadas que eran las imágenes o hasta qué punto se metían en la pantalla, basándose, entre otras cosas, en el sentido de Ang Lee del contenido emocional de la escena.
  “Ang acudió a nosotros con lo que él llamaba ‘marchas’”, prosigue Gervais, “la idea de degradar la imagen para llevarnos de lo que él llamaba una película (el modo clásico de cine en el que estamos cerca de 2D, cerca de 24 imágenes por segundo) a algo más realista, tangible y sólido, al aumentar la profundidad de las 3D e incrementar el realismo del plano. Eso le daba flexibilidad para manipular las imágenes y crear un impacto emocional y un vínculo con los personajes. Creo que con eso se consigue dejar de ver de una forma pasiva para pasar, en cierto sentido, a participar más emocionalmente”.
  Esta participación emocional es verdaderamente lo que Lee quiere conseguir con este nuevo cine en el que te sientes inmerso.
 “Estos soldados son adolescentes que se ven metidos en una guerra sin tener apenas idea de lo que van a vivir, por mucha preparación que hayan recibido. El campo de batalla, la hostilidad y también la camaradería, su hermandad. Cuando regresan como ‘héroes’, aunque la gente se lo agradece, aún están proyectando sus esperanzas y expectativas sobre ellos. Nadie entiende realmente lo solos y fuera de lugar que se sienten, y cuánto se quieren, cuánto se aferran unos a otros. Es una historia conmovedora y la tecnología está únicamente al servicio del objetivo de mostrar historias humanas, sentimientos humanos. Me pareció que lo más importante para ello era mirar a nuestros personajes a los ojos, ver sus rostros con dimensión y sinceridad, de una forma inmediata e íntima. Me parece que la forma tradicional de hacer cine da la sensación de ser muy en tercera persona, como si estuvieras viendo la historia de otro. Con esta película, quería meterme de lleno en todo, la narración, cómo nos sentimos los unos por los otros, cómo nos relacionamos con los demás, cómo compartimos nuestros sentimientos. Esa es la esencia. Trata sobre la experiencia humana y mi esperanza es que este nuevo cine, que te permite sentirse inmerso, nos ayude a llegar a eso”, explica Lee.
  El elevado número de imágenes por segundo se convirtió en una manera particularmente evocadora de mostrar la sensación de los terribles horrores de la guerra. Muchas de las secuencias de batallas de películas anteriores logran esa sensación mediante el uso del desenfoque de movimiento, que oculta los detalles pero transmite una sensación de la confusión de la guerra. Las cámaras en mano con mucho temblor y desenfoque; a 24 imágenes por segundo, resulta algo muy caótico para el espectador. Aunque ese caos existe en combate, muchos soldados también experimentan el combate como una situación traumática y cargada de adrenalina en la que muchos detalles se aprecian con una claridad cristalina. No hay desenfoque de movimiento a 120 imágenes por segundo, pone de relieve hasta el último de los minúsculos trozos de tierra que saltan por los aires mientras la cámara realiza una panorámica, las expresiones faciales se ven perfectamente incluso en un plano en movimiento. Este nuevo cine permitió a Lee mostrar la guerra con la mayor calidad y claridad visual posibles, lo que encajaba con su creencia de que, para un soldado, la guerra es real, y todo lo demás no. Ciertamente, ya en 2010, la CNN informaba de que un soldado que había regresado de Afganistán tenía recuerdos muy vívidos en forma de flashback de un combate especialmente brutal con los talibán.
  El enfoque de Lee también ofrecía varias opciones a partir de las cuales se podían crear múltiples formatos que acabarán mostrándose en las salas comerciales de cine. Todo se redujo, esencialmente, a una cuestión de matemáticas. “Había varias razones para ello, y una de las más importantes es que 120 es múltiplo de 24, lo que nos daba más opciones”. El filme se podría proyectar en diversos formatos, todos los cuales permitirán una mayor inmersión y ofrecerán una mayor claridad que ninguna otra película anterior.
  BILLY LYNN se filmó en 3D nativo y no en 2D con una conversión posterior a 3D. Durante el rodaje, el equipo creativo y el equipo técnico llevaban gafas especiales para ver los monitores 3D; Lee trabajaba con un monitor 3D de 55 pulgadas. “Ang, que puede ver las cosas dramáticamente de maneras que otros creativos no pueden, insistió en rodar en 3D, en lugar de realizar una conversión posterior a 3D”, comenta Scot Barbour, vicepresidente de tecnología de producción de Sony. “Una de las razones es que mantiene las texturas. Imagina que estás rodando una película [en 2D] que se estrenará en 3D, pero nunca la ves en 3D durante el rodaje. Todo pasa delante de ti en dos dimensiones. Nadie lo ve nunca [en 3D] hasta el final”.
  Además de las 3D y las 120 imágenes por segundo, el filme se está rodando en 4K. “La mayor parte de las películas se graba o se acaba en 2K”, explica Ben Gervais. “4K supone el doble de píxeles, tanto horizontal como verticalmente, que 2K, así que en 4K en realidad hay el cuádruple de información. A eso hay que sumar el hecho de que estamos en 3D, así que se duplica la cantidad de información, con lo que ya la estamos multiplicando por ocho. Y entonces, al añadir las 120 imágenes por segundo, en lugar de 24, en realidad estamos presentando al espectador 40 veces más información de la que recibiría en una película normal 2D 2K a 24 imágenes por segundo”.
  El diseñador de producción Mark Friedberg observa que las innovaciones tecnológicas de la película permearon las necesidades de todos los departamentos. “Normalmente, el departamento artístico se pone a trabajar entre tres y cinco meses antes del rodaje; hacemos nuestros dibujos, encontramos nuestras localizaciones y a veces acompañamos al director de fotografía cuando sale en busca de exteriores. Entonces, una semana o así antes de empezar a filmar, el equipo de rodaje se reúne con nosotros para estudiar las localizaciones desde un punto de vista técnico, y luego rodamos. Dado que esta película se rueda en una nueva tecnología, y también por el hecho de que Ang es un científico, además de un artista, acabamos grabando pruebas con un equipo completo durante meses, antes de empezar el rodaje propiamente dicho. Hay una gran sensación de esfuerzo por parte de todos los departamentos; no hay territorios, todos afrontan los mismos retos y todos están deseando ver cómo pueden ayudar a los demás departamentos. 120 imágenes por segundo a 4K en 3D sirvió para crear un suero de la verdad visual. La cámara veía tanto como nuestros ojos, e incluso más. En el mundo de las 24 imágenes por segundo, podemos escondernos en las sombras. El desenfoque de movimiento o el negro entre imágenes limitan los detalles. Solía decir que la herramienta más importante a la hora de decorar platós era la cinta negra, porque podía hacer desaparecer las cosas. A 120 imágenes por segundo, cualquier cosa que intentes ocultar queda como si usaras cinta negra. Así que nuestros sets tenían que ser capaces de soportar el escrutinio en tiempo real. Nos esforzamos mucho para depurar nuestras técnicas y que fueran lo más reales y no teatrales posibles. Lo estupendo de nuestro proceso fue que, como todo esto era un mundo nuevo para nosotros, incluimos mucho tiempo para hacer pruebas en la preparación. Grabábamos constantemente y luego íbamos al laboratorio para diseccionar lo que funcionaba y lo que no”, explica Friedberg.
  La iluminación, sin embargo, resultó ser especialmente problemática, tanto para Friedberg como para el director de fotografía John Toll.
 “El mayor problema es la luz, porque filmar a 120 imágenes significa que necesitas cinco veces más luz de lo normal. Así que el gran reto de la película fue que el director de fotografía John Toll descubriera cómo trabajar con tanta luz. Eso tiene un impacto en los diseños del departamento artístico, porque siempre estamos añadiendo más luz a los decorados, o construyendo cosas que aguanten sus luces. Estábamos sedientos de luz”.
  Friedberg y su equipo trabajaron en estrecha colaboración con Toll para resolver el problema de la iluminación, a la vez que diseñaban los decorados de modo que quedaran naturales y no como una luz especial de película disfrazada.
  “Cualquier luz estilizada quedaba exagerada en nuestro formato. Acabamos diseñando sets con un montón de iluminación led. Como los problemas de actualización de la imagen eran tan concretos, solo podíamos utilizar determinados tipos de luces led. Como consecuencia, acabamos diseñando armazones que parecieran dispositivos de iluminación, para que pudiéramos incorporar la iluminación en el diseño y la decoración de los sets”, comenta Friedberg.
  El traslado a Marruecos, donde se filmaron las secuencias de combate, les proporcionó por pura casualidad una fuente natural de luz que era perfecta.
  “En un primer momento, se habló de filmar en el Oeste americano, pero el problema es que parece el Oeste americano. El propio paisaje también tenía que estar a la altura del mayor nivel de autenticidad. Así que acabamos en Marruecos. A fin de mantener nuestro mandato de ‘lo más real posible’, contratamos a muchos aldeanos locales para que construyeran el pueblo donde tiene lugar la batalla, que fueron excelentes pero, lo que es más importante, el tremendo sol sahariano de julio proporcionó suficiente luz para ver cómo puede quedar realmente esta tecnología en toda su gloria”, asegura Friedberg.

LOS BRAVOS...
  “Tanto la historia como la tecnología exigían que el reparto encargado de interpretar a los Bravos, el grupo de jóvenes soldados, tuviera la edad apropiada”, señala Marc Platt. “Así que nuestros actores son chicos jóvenes, como la mayoría de los soldados jóvenes. Son todos buenos actores, aunque no muchos de ellos tenían experiencia como intérpretes; para llegar a la verdad de la película, tenían que comportarse tanto como actuar. Para entender y expresar los matices del personaje, tenían que vivirlo, no interpretarlo, porque a esta velocidad de imágenes por segundo, se puede notar la interpretación. Los hicimos pasar por un campamento de instrucción para que entendieran el aspecto físico de lo que significa ser un soldado y también cómo comportarse como soldados ante las cámaras. También tuvimos que crear la clase de química que se genera cuando un grupo de chicos a miles de kilómetros de su hogar deben formar una nueva familia a fin de sobrevivir”.
  “Durante la primera conversación que mantuve con Ang”, recuerda el asesor militar Mark Wachter, “me preguntó lo que pensaba de otras películas bélicas, lo que estaba bien y lo que estaba mal, y lo primero que le dije fue la edad de los soldados. Cómo el hecho de elegir a gente mayor para interpretar a soldados y reclutas no encaja. Esos chicos tienen 19 y 20 años. Yo tenía 26 cuando serví —era un poco el abuelo— y lo que me sorprendió por aquel entonces fue lo jóvenes que eran esos chicos. Ves a un chico con un arma y podías percibir el cambio. Es un cambio de cuello para arriba, que es una frase que repetimos mucho a los Bravos, a los actores. Miras a los ojos de un soldado de 19 años y puedes ver que ha visto muchas más cosas que la mayoría de la gente de su edad que sigue en casa, para los que la guerra es algo muy, muy lejano, pese a que llega hasta sus hogares. Estos jóvenes soldados han visto mucho, han vivido mucho y maduran rápido. Y creo que eso se nota”.
  Ben Fountain, el novelista que creó a este grupo de jóvenes soldados, cree que “en todo esfuerzo conjunto medianamente funcional del que he formado parte alguna vez, se crea un vínculo. Y parece que, cuanto más dura es la experiencia, más estrecho se hace ese vínculo. En todo equipo deportivo en el que he estado, y en todo juicio en el que he trabajado cuando practicaba la abogacía, al final o se crea una camaradería o acabas a tortas con los demás. Con los Bravos estamos hablando de una experiencia humana distinta de manera exponencial del deporte o los negocios, es literalmente a vida o muerte, y creo que lo que se genera entre hombres y mujeres en estas situaciones es una forma muy intensa de amor. Los jóvenes de Bravo son una familia y, como muchas de las familias que conozco, discuten, se sacan de sus casillas entre ellos, se meten unos con otros y son sumamente conscientes de los defectos, fallos y faltas de los demás. Pero se quieren mucho. No pueden evitar quererse, creo. Tal vez nuestra cultura no se ha centrado lo suficiente en cómo surgiría esta profunda forma de amor en una situación así, pero así es cómo funcionan los seres humanos”.
  “Es una verdadera mezcolanza de gente”, opina Joe Alwyn. “No se llevan bien y se pelean entre ellos —como sucede en una familia— pero, en el fondo, se lanzarían sobre una granada unos por otros. Los lazos que hay ahora entre ellos son lo más fuerte que hay en sus vidas. Morirían literalmente unos por otros. Cuando cierran filas en el estadio, no es con una actitud agresiva nosotros-contra-ellos, sino porque son su propia unidad. No hay vínculo más fuerte que el que existe entre ellos”.
  En el papel del sargento Dime (con 27 años, es el de mayor edad y el líder del grupo), Garrett Hedlund señala que “estos chicos se encuentran en una situación que la mayor parte de la gente jamás podría imaginarse, luchando por algo que la mayor parte de la gente no aprecia. Son un grupo variado de chicos de verdad —algunos son muy jóvenes e ingenuos y otros son mayores, con más experiencia y madurez— que se ven obligados a convertirse en hermanos. Los Bravos más jóvenes son soldados corrientes —18, 19, 20 años, que no han visto mundo, no han ido a la universidad, ni viajado muy lejos de donde quiera que sean, y ahora de repente se ven trasladados a ese país extranjero que está siendo atacado. Hacer que los Bravos sean tan jóvenes, algo ingenuos y tan bobos como son lo hace muy real”.
  “Todos estos jóvenes actores me parecen muy valientes”, opina Steve Martin, “y están muy unidos entre sí. Incluso cuando no estábamos más que sentados durante los ensayos, me pareció que tenían un aspecto muy sincero y natural, no parecía que nadie estuviera actuando. Son muy genuinos. Me caen muy bien todos y los admiro mucho”.
  “La película no se mete en el aspecto político de la guerra ni en por qué están luchando allí esos chicos”, aporta Joe Alwyn, “pero lleva la guerra a casa y explora lo que la gente proyecta en los soldados, en lugar de meterse en el aspecto moral y político del asunto. Y cuando regresan a los Estados Unidos para esa gira promocional, les meten en la cabeza esa imagen de los soldados americanos perfectos y valientes luchando por su país, cuando no se corresponde necesariamente con la realidad. Y eso no es algo específico de Estados Unidos. Hay soldados de todo el mundo luchando que conectarán con esto, porque es algo universal”.

VEROSIMILITUD/MILITARES/CAMPAMENTO DE INSTRUCCIÓN...
  Mark Wachter, asesor militar del proyecto, describe cómo “me contrataron para ayudar a desarrollar la preparación psicológica de los Bravos y supervisar la representación sincera de los militares en la película”, comenta. “Estuve con la 1ª División de Infantería en Irak en 2004 [cuando tiene lugar la historia] en la gobernación de Diala [situada al noreste de Bagdad, se extiende hasta la frontera con Irán]. 2004 fue el año en el que la insurgencia realmente cobró fuerza, lo que creo que es un elemento clave de la historia. Para mí, trabajar en esta película ha sido algo muy personal. Los Bravos son soldados novatos que pueden llevar algo de tiempo en el país, pero no han visto necesariamente combates intensos y lo que tuvieron que afrontar [en el canal de Al Ansakar] los habría pillado desprevenidos. Por aquel entonces, mucha gente consideraba Diala algo apartado de la guerra, la batalla de Faluya y el escándalo de Abu Ghraib acaparaban los titulares, pero estaban sucediendo muchas cosas en esa provincia por aquel entonces. Hay un libro titulado ‘House to House’, escrito por David Bellavia [con John R. Bruning], sobre la 1ª División de Infantería en su lucha en Faluya y su vida en la gobernación de Diala, que Ang Lee leyó al empezar con la película y sobre el que habló luego conmigo. Tiene una cita estupenda que Ang repitió, sobre cómo a los soldados no les gusta la guerra, pero están orgullosos de la suya y siempre lo estarán. Creo que es una gran frase y es la verdad”.
  “Esta fue la primera guerra del siglo XXI y [por la tecnología] el público tenía acceso a muchas cosas que llevaron la guerra a casa y supusieron un nivel de escrutinio por parte del público como no se había visto nunca antes”, expone Wachter. “Como soldados, también nos estábamos viendo en la CNN y, cuando empezó a llegar Internet a las bases durante la segunda mitad de mi período de servicio y tuvimos mayor acceso al mundo exterior, también nos pudimos ver a nosotros mismos, y eso resulta un tanto extraño”.
  Al final del rodaje, mientras se encontraban en Marruecos, Rhodri Thomas observó que los actores jóvenes “tenían aspecto, daban la sensación y actuaban como soldados, tanto en cuanto a cómo llevan sus armas como a su forma de actuar y comportarse entre ellos. Ahora estamos rodando una situación de combate de gran intensidad, a vida o muerte, al final del rodaje, se han unido de una forma increíble a lo largo del proyecto, se han convertido en compañeros de armas como personas, al igual que sus personajes. Es algo que puede verse en lo que hacen. Son una unidad. Están en sintonía. Son una máquina. Pero también cuidan unos de otros. Se quieren mucho”.
    Los jóvenes actores empezaron a estrechar lazos antes del rodaje. “No había vivido nunca nada igual, ninguno de nosotros había vivido nada igual, ni podríamos haber imaginado que pasaríamos por una experiencia así”, recuerda Joe Alwyn. “Nos llevaron dos semanas a una especie de motel donde tuvimos que montar nuestras propias literas y pasar allí las 24 horas del día. Nos cortaron todos los accesos al mundo exterior, nada de teléfonos, ni ninguna otra forma de comunicación. Y entonces cada mañana, muy, muy temprano, nos llevaban a un campamento de instrucción en el bosque, dirigido por antiguos Navy Seals, que nos pusieron a prueba, por decirlo suavemente, en cuanto a preparación física y mental. Fue muy duro, muy intenso”.
  “Antes de que fuéramos al campamento de instrucción con los Navy Seals”, recuerda Garrett Hedlund, “le preguntaron a Ang: ‘¿hasta dónde quieres que lleguemos con estos tipos, psicológica y físicamente?’ Y respondió: ‘Piensa en un palo. Cuando doblas un palo hasta cierto punto, hace ese primer crujido, como si fuera a romperse. Quiero que volváis a recomponerlo rápidamente’. Y creo que muchos de los chicos se resquebrajaron, pero nunca llegaron a romperse. Mi primer día del campamento de instrucción implicó probablemente entre 400 y 500 flexiones, hacer pompas en el barro, arrastrarse al estilo militar siguiendo los pies de alguien durante unos 275 metros, sobre lo que probablemente eran cristales rotos y hormigón. Después de comer, acabamos recorriendo 13 km cargados con una mochila llena de piedras, con los sacos de dormir y las botas de combate. Y eso no fue más que el primer día. Cada noche, Ismael Cruz Cordova (que interpreta a Holliday) y yo teníamos que elegir a dos hombres para que hicieran guardia, así que, cada día, dos de los chicos estaban faltos de sueño, después de haber pasado la noche en pie. Y si metíamos la pata, o cualquiera de los chicos metía la pata, nos castigaban a todos por ello, y los castigos nunca eran agradables. Para algunos de estos chicos, esta era su primera película. Y para algunos era su primera película físicamente exigente. Ya había pasado antes por unos cuantos de estos campamentos de instrucción (y me crie con entrenadores que trabajaban en fábricas, lucha libre extrema y programas de fútbol americano), así que pude tomar un poco las riendas. En ‘Friday Night Lights’, pasamos por un campamento de instrucción exhaustivo y en otras películas hemos tenido que hacer cosas como tirar de neumáticos durante cinco días con instructores militares. Tal vez sea mi suerte que siempre acabe metiéndome en este tipo de situaciones pero, sí, pueden ponerse un poco intensas”.
  El coordinador de especialistas JJ Perry también estuvo implicado en la experiencia del campamento de instrucción de los Bravos. “Una de las cosas que pidió Ang Lee durante mi entrevista fue que realizáramos un campamento de instrucción de inmersión total, tal como lo experimentarían los soldados normales, que son los perros de la guerra. Así que las dos primeras semanas fueron de preparación básica de infantería, como un campamento de instrucción básica real. Les quitamos sus móviles. Les quitamos sus ordenadores. Les quitamos todas sus pertenencias. Les afeitamos la cabeza. Ningún contacto con el mundo exterior... y ninguno de ellos tenía ni idea de en qué se estaban metiendo. En los últimos 25 años, he pasado por unos cuantos campamentos de instrucción, pero esta es la primera vez que he hecho algo tan intenso, que supuso vivir con ellos durante dos semanas, 24 horas al día, privación de sueño incluida, todo el tinglado, y nadie se marchó. Y he de decir que el campamento de instrucción fue probablemente lo más duro que han hecho nunca, y que tal vez hagan jamás, algunos de estos chicos”.
  “La teoría de Ang era que, al meterlos en una situación de conflicto, eso los obligaría a unirse como grupo”, comenta Perry. “Después de las dos semanas del campamento de instrucción, pasamos a tres semanas trabajando y preparándolos para las cosas concretas que íbamos a hacer en la película”.
  “Ang quería realismo”, prosigue Mark Wachter. “Es lo que pretende con todo (y en un primer momento quería que el campamento de instrucción durara mucho más tiempo, siete u ocho semanas), así que fue un reto conseguirlo, porque, a fin de cuentas, no dejaban de ser actores. Pero creo que montamos un buen programa para ellos, algo que no creo que se haya hecho nunca antes. Había tres objetivos: preparación táctica, preparación técnica y preparación psicológica. En última instancia, queríamos que los chicos se esforzaran más allá de donde creían que estaban sus límites, que supieran cómo se siente uno al echar la vista atrás y verse en territorio desconocido. No fue fácil, pero creo que fue emocionante para ellos, sobre todo para los más jóvenes”. Y mientras la experiencia los puso a cada uno de ellos a prueba individualmente, también sirvió para crear una fuerte unidad. “Están todos acostumbrados a interpretar individualmente y esforzarse por conseguir la excelencia por su cuenta, así que al ponerlos en una situación en la que, para mantener el todo, pueden verse obligados, como individuos, a contenerse un poco, fue un reto enorme para algunos. Pero todos lo lograron”.
  “El campamento de instrucción fue algo que no esperaba”, admite Arturo Castro, que interpreta a Mango. “Sabía que sería intenso, pero no sabía lo exigente que iba a ser física y psicológicamente. No esperaba que nos trataran así; normalmente, a los actores los tratan bien”, bromea. “Mucha gente se muestra curiosa por nuestra experiencia, pero cómo describes el momento en que pensabas que te ibas a desmayar pero sigues adelante, y la razón por la que sigues adelante es porque ese tipo al que hace una semana ni siquiera conocías te ha agarrado, te ha levantado por el hombro y te está ayudando a caminar. ¿Qué significa sentirse tan desvalido, tan salvado y tan agradecido?”.
  “Llegas con todas esas limitaciones que crees que a estas alturas de tu vida son la verdad sobre ti mismo”, prosigue Ismael Cruz Cordova, que interpreta al sargento Holliday, uno de los miembros de mayor graduación del grupo. “Soy asmático, así que ya preveía que no podría correr tan rápido. No voy a poder hacerlo. Pero a medida que te fuerzan de una manera segura pero muy dura, te encuentras superando tu propio límite una vez. Luego pasas ese límite una segunda vez. Luego vuelves a pasar el límite otra vez más y empiezas a aprender cosas física y mentalmente sobre ti mismo que nunca imaginaste. Nunca pensé que fuera tan fuerte como soy. Y también apelan a tu liderazgo. Siempre se dirigían a nosotros por los nombres de nuestros personajes. Así que yo era ‘sargento’ durante la instrucción y tuve que dar un paso adelante en mi liderazgo. Tuve que tomar muchas decisiones que a veces no fueron muy populares, pero había que hacerlo por el bien del grupo. Acabé sintiéndome muy orgulloso, muy fuerte y muy agradecido por un montón de pequeños detalles”.
  “No pasas por algo así sin aprender un par de cosas sobre ti mismo”, confirma Mason Lee (Foo). “Es una experiencia que te altera la mente. No podría imaginarnos filmando esta película sin haber pasado antes por el campamento de instrucción. Y creo que la mayoría de nosotros acabamos sintiendo un gran respeto y un fuerte vínculo con los instructores. Nunca me había topado con ese estilo de vida, y esa clase de persona es algo especial”.
  “Verte metido de golpe en la parte más dura de un campamento de instrucción es algo que no creo que ninguno de nosotros hubiera hecho nunca”, opina Barney Harris (Sykes). “Yo desde luego no había hecho nada que sirviera para establecer relaciones tan rápido. No importaba que fueran buenas o malas relaciones, eran reales y muy potentes y fuertes. Aunque nuestras experiencias no fueran más que un atisbo de lo que habría pasado un soldado de verdad, no dejaba de ser algo muy visceral, que hace que se estrechen lazos rápidamente. Éramos como una familia disfuncional. Vivimos en la misma sala durante dos semanas y ahora [durante el rodaje] seguimos viviendo juntos. Espiritualmente, se convirtió en una cuestión de tener una sola mente como grupo, en lugar de un individuo que va por ahí y no le importa una mierda nadie más. Así que sí, no lo habría cambiado”.
  “Los soldados que sirvieron recordarán sus días en Irak”, comenta Wachter, “lo que hicieron allí y la hermandad y los vínculos que se crean. Si no te veo en 20 años y entonces entro en un bar donde resulta que estás tú, es como si nunca nos hubiéramos separado. Hablaremos de eso cuando tengamos 80 años. Así que intentar duplicar eso fue un reto enorme. Pero [mientras la secuencia de la batalla se filmó en Marruecos], creo que al ver a los Bravos interactuar entre ellos, se entiende cómo se comunican y el amor que sienten unos por otros. Podemos hablar de lo capaces que se muestran ante la cámara, pero de lo que me siento más orgulloso es cómo, cuando estoy viendo a los actores cuando nadie más los ve, los veo entrenarse mutuamente, preguntarse unos a otros si están bien o necesitan agua. Y justo antes de que la cámara empiece a grabar, se comprueban el equipo unos a otros. No tuve que enseñarles a hacer eso y nadie tomó nota de eso; durante el proceso de entrenamiento, aprendieron a hacerlo por sí mismos, y esa es la clase de cosas que verdaderamente queríamos ver en pantalla —cómo cuidan unos de otros— y creo que lo hemos visto”.

DISEÑO DE PRODUCCIÓN...
 
El diseñador de producción Mark Friedberg trabajó con Ang Lee en “La tormenta de hielo”, ambientada en los suburbios de Connecticut en la década de 1970, y en “Cabalga con el diablo”, ambientada en la frontera entre Kansas y Misuri en la década de 1860. En esta historia, ambientada en los Estados Unidos e Irak en 2004, describe cómo en “este suero de la verdad que Ang ha inventado [4K, 3D y 120 FPS], se ve todo, así que tuvimos que redoblar esfuerzos, como dice Ang, y crear espacios que resulten reales hasta el más mínimo detalle, lo que supone unas ocho veces más trabajo, pero en el buen sentido, porque me gusta diseñar con todo detalle. Nos estamos esforzando mucho para crear un mundo que se reconozca. Buena parte de ese mundo está definido por la cultura de consumo, como la publicidad del estadio de Texas, con Budweiser, Coca-Cola o Verizon. BILLY LYNN es un reto especial porque no es tan diferente de la actualidad, a veces es más fácil hacer una película de época ambientada en un tiempo más alejado del presente, porque las diferencias son llamativas. La parte más interesante de esta época es lo mucho que han cambiado las cosas desde 2004, que fueron los albores de la era digital; solo ha sido en los últimos 10 años cuando se ha convertido en parte de todo lo que hacemos. En 2004, los móviles aún no eran ‘inteligentes’. Y el concepto del estadio de fútbol americano, donde se ambienta buena parte de la película, también ha cambiado bastante. El estadio de fútbol americano de nuestra historia, que es perfectamente adecuado, va a ser derribado para construir un nuevo estadio capaz de abarcar cosas más grandes que un simple partido de fútbol americano. Mientras rodábamos en el Georgia Dome de Atlanta, sucedía lo mismo: su sucesor se estaba construyendo cerca”.

EL ESPECTÁCULO DEL DESCANSO...
 
“Ang y Don Mischer, que ejerció de asesor de entretenimiento en vivo de la película, se hicieron amigos cuando realizaron ciertos trabajos preliminares para los Juegos Olímpicos de Pekín”, comenta Mark Friedberg, “así que, cuando surgió esta película, la idea de que Don formara parte de la planificación de nuestro espectáculo del descanso era fundamental para Ang, porque Don Mischer es el dios de los espectáculos de los descansos. Sabe más sobre ellos que nadie”.
  “Montamos el primer gran espectáculo del descanso con Michael Jackson”, recuerda Don Mischer, “y desde entonces los hemos hecho con gente como Paul McCartney, los Rolling Stones, Prince y Bruce Springsteen. Así que proporcionamos al equipo de Ang Lee la gente que sabía cómo hacer que funcionara todo: encontrar a un reparto y ensayar con él, organizar la música y crear un playback que permita a todo el mundo saber exactamente lo que tiene que hacer a cada momento”.
  “Desde el principio, todos éramos conscientes de que, aunque los grandes espectáculos del descanso de Don Mischer están hechos para las cámaras de televisión y para la gente del estadio”, explica Friedberg, “el punto de vista de nuestro espectáculo era lo que los soldados, sobre todo Billy, estaban experimentando. La clave para Ang era lo incómodo que hacía sentirse a los soldados, de modo que el espectador, en lugar de limitarse a disfrutar del espectáculo, comparta la experiencia desconcertante de los soldados”.
  “Sí”, concuerda Mischer, “el espectáculo del descanso de la película ofrece mucho color, energía y emoción, pero está básicamente de fondo, detrás de la historia dramática. Además, el trabajo que hacemos normalmente está dirigido a una única emisión en directo: con Bruce Springsteen, en 2010, teníamos 28 cámaras colocadas para captar la actuación en vivo; empezó y, doce minutos y medio después, se acabó. En BILLY LYNN, filmamos este espectáculo a lo largo de cuatro noches completas”.
  “Las noches en las que rodamos”, recuerda Joe Alwyn, “lo que teníamos que hacer era marchar por el terreno de juego, con la música atronando, rodeados de cientos de músicos y soldados, así como bailarines, animadoras, etc., era una locura. A eso le añadimos los fuegos artificiales, el CO2 y todo lo demás que tenían... era abrumador. Naturalmente, también hacía falta actuar, pero nuestras reacciones naturales a la pirotecnia hicieron la mitad del trabajo. A medida que avanza el espectáculo, Billy, que es más capaz de mantener la compostura, intenta ayudar a Sykes, que lo está pasando mal. El día entero en ese enorme estadio ha sido como un polvorín, rodeados de miles de personas (muchos de ellos hinchas ruidosos y agresivos), esa guerra futbolística que se está librando delante de ellos y ese ensordecedor asalto es la culminación”.
  “Había leído la descripción del espectáculo sobre el papel, pero verlo cobrar vida en la gran pantalla fue increíble”, comenta Mason Lee. “La pompa y circunstancia de todo ello, la actuación, la enorme banda de música... era América como una especie de gran circo y nosotros, los Bravos, estábamos en mitad de todo eso. Y también lo estará el espectador”.

FÚTBOL AMERICANO... Y GUERRA...
 
“En esta película, creo que estamos trazando una línea directa entre la cultura del consumo y, más concretamente, la cultura deportiva estadounidense, y el patriotismo estadounidense”, prosigue Friedberg. “Y creo que es mérito de Ang que no haya ningún personaje diciendo lo que es; no creo que estemos diciendo exactamente lo que es, creo que estamos diciendo que hay un vínculo. Cuando ves a los jugadores de fútbol americano, cómo se entrenan, ponerse sus protecciones e interactuar entre ellos, se puede realizar una analogía interesante con los soldados. Cómo, de hecho, buena parte del vocabulario es el mismo: vamos a hacer un barrido, vamos a lanzar una bomba”.
  “En esta historia, creo que el fútbol americano representa una guerra falsa”, opina Steve Martin. “Y lo veo como algo bueno, ya que al menos no es una guerra de verdad. Tenemos a estos guerreros de verdad que puede que sean muy jóvenes e inmaduros, pero tienen una experiencia increíble con la vida en su peor aspecto. Y luego tienes el mundo del fútbol, que también es sumamente serio y similar al combate, pero que estos jóvenes ven como: ‘No tiene nada que ver con nosotros’. Creo que la tradición futbolística se remonta a Roma: Son gladiadores y guerreros a los que admiran, animan, abuchean. Toda clase de emoción que puedan dirigir contra ellos, la dirigirán, pero no deja de ser un juego. Y para los jóvenes soldados, no es un juego, pues en un juego puedes perder y puedes permitirte perder. En la guerra de verdad, no te lo puedes permitir”.
  Chris Tucker cree que “para eso se crearon los Juegos Olímpicos, para mostrar nuestra resistencia, nuestra dureza, nuestra grandeza, sin que la gente sufriera. Algunos triunfan, otros pierden, y luego tienes otra oportunidad de conseguirlo. Pero como dice mi personaje a los Bravos: ‘vosotros sois los auténticos héroes. Ni siquiera podríamos disfrutar de este partido sin no estuvierais protegiendo el país’. Damos muchas cosas por sentadas con estos juegos y deportes pacíficos”.
  El coordinador de fútbol americano Mark Ellis, cuyos créditos incluyen “Jerry Maguire”, “Un domingo cualquiera”, “Equipo a la fuerza”, “Juego de campeones (Varsity Blues)” y “The Waterboy (El aguador)”, explica que se eligieron a jugadores de fútbol americano de verdad para que jugaran el partido de Acción de Gracias que están viendo los Bravos. “Si no es real, si no es auténtico, creo que los espectadores lo detectarían enseguida. Y si no es real, te saca de la película. Esos tipos son grandes y fuertes, y queríamos que se viera de verdad la agresividad y tal vez incluso un poco de la violencia de este deporte, para recalcar la analogía entre guerra y fútbol. Esos tipos dependen unos de otros, aprenden cuáles son los puntos fuertes y débiles de los demás, qué esperar. Como con los soldados, también se trata de no abandonar nunca a tu compañero, tu hermano, en el campo. Pero, desde luego, el fútbol no deja de ser un juego y la guerra es algo mucho más dramático y serio; esos tipos cobran cantidades multimillonarias y los Bravos no son más que unos curritos. Pero, a nivel profesional, estos tipos se lo toman muy en serio, hay mucho en juego. Mucha gente dice sobre el fútbol que nuestras prioridades tal vez estén un poco equivocadas, y eso, entre otras cosas, será en lo que piensen los espectadores y sobre lo que discutan al salir del cine”.

LOCALIZACIONES/REALISMO...
Dallas (en Georgia) — ocho semanas:
 
A fin de asegurar que la producción pudiera recrear un partido de fútbol americano profesional que pudiera haberse jugado en Texas en 2004, el equipo responsable del proyecto organizó un viaje a la ciudad para ver un partido de fútbol americano del día de Acción de Gracias, según recuerda el productor ejecutivo Brian Bell, “para ver a la multitud y hacernos una idea de cómo era todo. Ninguno de nosotros había estado antes allí y ninguno éramos aficionados a los deportes. Y es todo tan ruidoso y brillante, constantemente, sin ningún descanso, que, para cuando llegamos a casa de Ben Fountain para la cena de Acción de Gracias, estábamos aturdidos. Y desde un punto de vista de diseño de producción, pudimos determinar que hay hojas en los árboles en noviembre en Dallas”.
  “Me crie en Carolina del Norte y me trasladé a Dallas cuando tenía 25 años”, comenta el novelista Ben Fountain. “Me di cuenta muy rápido, en cuanto llegué a la ciudad, de que estaba en un lugar diferente. Todo el mundo quiere ser el más grande, el más rico, el más malvado, el más guapo; tener el pelo más grande, el pecho más grande, la mejor casa. En Dallas, todo se hace a lo grande. Lo que no estoy diciendo que sea ni bueno ni malo. En ciertos aspectos, creo que Dallas es la ciudad más norteamericana, es donde se encuentran algunas de las vetas más puras de ciertas características esencialmente norteamericanas. Aunque es una ciudad muy religiosa y cristiana, está completamente entregada a ganar dinero, y se celebra un consumismo evidente. Así que si, estás buscando el paradigma de Estados Unidos, difícilmente podrías encontrar un lugar mejor que Dallas, porque desde luego podría argumentar que, en muchos sentidos, es la ciudad más estadounidense”.

Irak (en Marruecos) — dos semanas:
 
“Necesitábamos encontrar Irak en algún lugar del planeta”, comenta Mark Friedberg, “y dado cómo está el mundo ahora mismo, no íbamos a filmar en Irak. Al principio, teníamos previsto rodar en Jordania, que estaba geográfica y étnicamente muy cerca de Irak, pero los disturbios en los países de alrededor generó cierta preocupación, ya que podía no ser un buen lugar para escenificar a soldados de infantería estadounidenses armando un revuelo en un pueblo. Así que trasladamos nuestras escenas a Marruecos y acabamos en un lugar llamado Erfoud, cerca de la frontera con Argelia, al borde del Sáhara. Es un paisaje muy agreste, en el que las paredes de los edificios están hechas del mismo material que el suelo que pisas, lo que crea una sensación intensamente monocromática. Es sumamente polvoriento y hace un calor sofocante, y tal vez no se diferencie tanto de ciertas partes de Texas, en ambos lugares están extrayendo petróleo del suelo y tienen grandes extensiones de desierto, zonas con poca gente, pero mucho terreno. Construimos el set en el que tiene lugar nuestra batalla, que estaba integrado en un pueblo real. Dada la naturaleza de la secuencia, están acribillando cosas y haciéndolas saltar por los aires, así que no podemos meternos en las casas de la gente, pero colaboramos con los lugareños, los contratamos para que construyeran en su estilo nuestro set de edificaciones de adobe, algo nuevo para nosotros. Pero teníamos que hacerlo, porque es lo real”.
  “Mereció la pena el esfuerzo de arrastrarse por aquí aguantando días de 46º por experimentar los rigores y la belleza del desierto”, prosigue Friedberg. “Y como las escenas de Irak están intercaladas con la experiencia que está viviendo Billy en el estadio de fútbol americano, crea un contraste de luz increíblemente interesante con la artificialidad de la iluminación del estadio, donde no hay luz natural; toda la iluminación de Texas está hecha por el hombre, es fuerte e intensa, pero es eléctrica. El contraste con esta maravilla natural resulta insólito e interesante”.
  “La autenticidad era definitivamente algo muy importante para Ang desde el primer momento”, insiste Rhodri Thomas. “Quería rodar en Marruecos no solo por motivos técnicos, sino también emocionales, para ser sincero y honesto sobre la experiencia de la guerra tanto para los soldados como para los iraquís, para retratarlos con dignidad. Hizo hincapié en que esto no era un wéstern, en el que llegaban los americanos y lo hacían saltar todo por los aires. A tal fin, hemos tenido mucho cuidado al hacer el casting de los iraquís. Dijo que les debíamos a los iraquís la misma posibilidad de ver la película en su país y verse reflejados en ella, como la que le dábamos a los estadounidenses que vieran la película en los Estados Unidos. Asimismo, Warzer Jaff, que es de Irak y vivió en Bagdad durante la guerra, estuvo presente durante el rodaje como nuestro asesor de Irak, que nos aconsejaba en todo tipo de asuntos, desde el comportamiento a la historia, la cultura y la ropa”.
  Warzer Jaff es un periodista residente en Nueva York, de origen kurdo, del Kurdistán iraquí. “Es la primera vez que trabajo en una película de Hollywood”, señala. “El equipo del proyecto abordó primero a un profesor iraquí de la Universidad de Nueva York, que es un buen amigo mío (trabajamos juntos en Irak), y él me recomendó. He cubierto Irak para agencias de noticias importantes y he sido productor de documentales. He vivido en Bagdad, tenía una casa en Bagdad, un coche, vivía allí como uno más”.
  “Ang me dijo que quería que todo lo relacionado con Irak fuera correcto”, recuerda Jaff, “como el mercado y la casa asaltada por los soldados (he estado adscrito al Ejército de EE. UU. cuando entraban en las casas). Quería que quedara bien. Ayudé a elegir a los actores que interpretarían a los iraquís, tienen aspecto iraquí. Los asesoré en vestuario, decoración de los sets... todo eso. Para el mercado, hablamos de la clase de verduras que tenemos en Irak. El paisaje en torno a Erfoud, Marruecos, donde se rodó BILLY LYNN, es muy similar al de Diala. Es llano, con colinas o montañas de fondo, mientras que en Diala están los montes Hamrin cerca. Hay algunas diferencias pero, si te das una vuelta en coche, no vas a darte cuenta de que no es Irak a menos que veas banderas marroquíes o carteles en algún edificio. Para mí, fue una gran sensación encontrarme en un lugar seguro, ya que, en mi trabajo para documentales, si quieres mostrar una batalla, tienes que estar en el frente”.

LA BATALLA DEL CANAL DE AL-ANSAKAR...
 
El pueblo ficticio de Al-Ansakar, situado en la gobernación de Diala, se construyó entre un grupo de casas pequeñas en una sección polvorienta a las afueras de la ciudad de Erfoud, Marruecos. “Nos interesaba mucho que nuestro paisaje no pareciera de Hollywood”, comenta el diseñador de producción Mark Friedberg, “así que necesitábamos encontrar un lugar en el que ya existiera un pueblo que nos pudiera servir de fondo y luego construir la parte que necesitábamos para el rodaje. Para hacer que todo resultara auténtico, trabajamos con la gente del pueblo para que nos ayudaran a construir nuestros decorados con su estilo, su forma de vivir. Parte de la violencia de esta batalla no es solo entre los insurgentes y nuestros Bravos, sino cómo este hermoso y tranquilo lugar queda arrasado por disparos con munición de calibre 50”.
  La batalla comienza cuando los Bravos responden a un ataque de insurgentes contra un equipo de Asuntos Civiles en las obras de un proyecto de aguas residuales, uno de los muchos proyectos de construcción civil del país ocupado que se están construyendo para desarrollar y restablecer servicios, proporcionar a los lugareños oportunidades de trabajo y establecer buenas relaciones con la comunidad. Cuando esta batalla con los insurgentes queda grabada en vídeo, el cabo Billy Lynn y los demás Bravos saltan a la fama entre el público estadounidense.
  Los preparativos para la Batalla del Canal de Al-Ansakar se iniciaron durante la preproducción. “Tras dos semanas de campamento de instrucción”, recuerda el asesor militar Mark Wachter, “pasamos tres semanas en la oficina de producción repasando la faceta táctica de la operación, decidiendo qué aspecto tendrían los movimientos y ensayando cada componente. Teníamos una maqueta de todo el set [de la batalla] en Atlanta, donde probamos todos los patrones. Una de las cosas que había pedido Ang era que todos los movimientos de los soldados fueran totalmente auténticos y propios no de Navy Seals o de Rangers, sino de soldados de infantería corrientes. Así que los hicimos avanzar en formación, despejando salas, recargando tácticamente, cosas que habrían tenido que hacer de haber sido tropas de infantería sobre el terreno en Irak o Afganistán, despejando casas, salas, lugares de ese tipo”.
  “Vimos que la cosa dio verdaderamente fruto cuando nos encontramos rodando en Marruecos, donde iban muy compenetrados”, recuerda el coordinador de especialistas JJ Perry. “Pasaron de una pandilla de niños tontitos, actores, que estaban: ‘Vaya, tengo que mirar mi Instagram’, a: ‘Cielo santo, tienen aspecto de soldados y actúan como ellos’. No creo que vayan a alistarse pronto, pero desde luego consiguieron eso. E hicieron que quedara genial en pantalla. Y de verdad, cuando acabe esta película, los vamos a devolver a sus casas en mucha mejor forma de la que tenían cuando empezaron esta película. Ni siquiera tienen el mismo aspecto. Al principio, yo era más como un sargento de instrucción; les gritaba y se lo hacía pasar mal pero, a medida que fueron avanzando las cosas, la relación fue evolucionando y yo me fui convirtiendo más en una especie de hermano mayor/coordinador de especialistas. Yo soy el que tiene que entregarlos sanos y salvos”.

El puesto de operaciones avanzadas y el mercado iraquí:
 
Cuando la historia corta a escenas de Irak, lo primero que vemos son las experiencias de Billy en el puesto de operaciones avanzadas. “En una parte muy incómoda del mundo, la base militar es el hogar de estos jóvenes”, comenta el diseñador de producción Mark Friedberg. “Llevamos a cabo una importante labor de documentación, con información recopilada de muchas personas, incluido nuestro asesor militar Mark Wachter, que ha estado en este tipo de sitios. Lo describió como una cárcel en la que las armas apuntan hacia fuera, no hacia adentro, o como una hermandad universitaria en un palacio. En un pueblo cercano a Erfoud, encontramos Kasar Alfaida, un palacio amurallado con patios concéntricos. Un puesto de operaciones avanzadas puede ir de algo construido a partir del propio terreno, con alambradas, a tomar un antiguo puesto del ejército iraquí, o a ocupar un antiguo palacio de Saddam. En nuestra historia, es un palacio babilónico que Saddam había tomado y las fuerzas estadounidenses lo habían recuperado, que representa capas de historia acumuladas unas sobre otras, al igual que Irak y el pueblo iraquí han tenido que soportar los distintos cambios de régimen que se han ido produciendo. Es donde duermen los chicos, a menos que estén realizando una patrulla larga o una misión de algún tipo, y tendrán teléfonos y portátiles preparados para intentar ponerse en contacto con casa, así como zonas para actividades recreativas, como jugar al baloncesto, a las cartas o al ajedrez”.
  “En los patios interiores de este palacio había un árbol de 250 años de edad”, prosigue Friedberg. “Sin que hubiera nada más verde alrededor, este árbol logró de algún modo abrirse paso hasta ese patio y resultaba precioso. Como en nuestra historia Billy desarrolla una relación espiritual con Shroom, el guerrero iluminado que habla con él sobre Visnú y otras cosas, Ang y yo habíamos hablado de que, si había algún árbol en cualquiera de estos sitios, podríamos usarlo como una especie de árbol Bodhi. Y este se parecía al árbol Bodhi; si fueses Buda, allí es donde te sentarías en mitad de ese fuerte. Me quedé completamente alucinado. Aunque nada más en el fuerte hubiera cumplido nuestros criterios, pensé que teníamos lo que buscábamos. Le pregunté a Mark Wachter: ‘¿Y si añado los sacos terreros y torres de vigía, y un par de ametralladoras, y los tanques?’, y coincidió conmigo. Le presentamos nuestros hallazgos a Ang y se mostró de acuerdo: ‘Tenemos que filmar ese árbol’”.
  Junto con Al-Ansakar y el puesto de operaciones avanzadas, la película muestra a los Bravos patrullando un mercado iraquí, para reforzar la presencia militar de Estados Unidos en el país. Se empleó un mercado que llevaba siglos en funcionamiento. “Nuestra idea era eliminar todo rastro de Marruecos, que es un lugar mucho más colorido que Irak”, explica Friedberg. “Así que eliminando cosas específicas de Marruecos, como los colores, las baldosas y ciertos elementos arquitectónicos (en especial arcos curvos), se llega hasta Irak. En esencia, se trataba de ‘desdecorar’”. El asesor sobre Irak, Warzer Jaff, sugirió varios ajustes, sobre todo a la ropa que iban a llevar los lugareños. También inscribió el árabe de algunos de los carteles del mercado.
  En última instancia, Ang Lee espera que su nuevo cine demuestre ser más que un puro ejercicio de tecnología innovadora, sino más bien una forma cautivadora y novedosa de experimentar la narración cinematográfica.
  “El libro resultó inspirador en el aspecto humano y emocional, me pareció que ese enfoque era una oportunidad de experimentar esa sensación de una forma que te hiciera sentirte inmerso y resultara artísticamente auténtica, como parte de esa experiencia común que todos esperamos vivir cada vez que vamos al cine”, declara.

BILLY LYNN...

  Billy Lynn, el personaje central de la película, surgió de la imaginación del novelista Ben Fountain. “La verdad es que me lo inventé por completo, aunque he de admitir que probablemente haya mucho de cómo era yo mismo a los 19 años en Billy Lynn. Como a la mayoría de los chicos de 19 años, a Billy le pasan fundamentalmente dos cosas: su cuerpo está haciendo cosas raras y el sexo ocupa un lugar muy destacado en su mente. Y, creo, también como la mayoría de los chicos de 19 años, tanto si son conscientes como si no, está pasando por una serie muy intensa de crisis existenciales, preguntándose quién soy, qué hago aquí, cómo voy a vivir mi vida y qué constituye una vida decente o una buena vida. Creo que para Billy es aún más intenso porque ha vivido esa realidad definitiva a vida o muerte del combate. Se le ha caído la venda de los ojos, de modo que, cuando vuelve a Estados Unidos, ve el lugar por lo que es. A lo largo de las dos semanas de la gira de la victoria, a la vez que intenta echar un polvo, también trata de entender el mundo”.
  Para el equipo responsable del proyecto, era crucial elegir al actor adecuado. “Buscamos y buscamos y buscamos”, recuerda Marc Platt, “y probamos a muchos actores estupendos. Pero Ang sabía lo que buscaba, pese a no saber exactamente qué buscaba. No dejó piedra sin remover, vio a un actor detrás de otro. Un día, cuando estábamos llegando casi al final de nuestra búsqueda, aunque seguíamos sin estar completamente satisfechos, nos llegó una cinta de un chico, Joe Alwyn, que estudiaba en una universidad de Londres [la Royal Central School of Speech and Drama], y en su cinta había una fuerza innata, unos matices y una intuición que parecían exactamente lo que estábamos buscando. Así que lo trajimos a Nueva York, donde leyó unas líneas, le hicimos una prueba y su trabajo habló por sí mismo. Joe tenía algo que ofrecía la clase de página en blanco que la película necesitaba que fuera Billy (porque el personaje está percibiendo mucho y lo está procesando todo) y a la vez también expresaba la complejidad que hay en su mente, que queda reflejada en los ojos y en el rostro, a menudo sin diálogo, que te permite saber que hay un proceso en marcha, que hay dolor, angustia, inseguridad, amor, miedo o valor, todos mezclados en este jovencísimo soldado. Este actor lo abarcaba todo. Y me alegra poder decir que cada día que pasó ante las cámaras, su intuición como actor y la química que creó con la cámara y esta tecnología sirvieron para hacer de Billy Lynn un personaje impactante y memorable”.
  “Esta es evidentemente una enorme transición para Joe y, en mi opinión, un tremendo descubrimiento por parte de Ang”, opina Stephen Cornwell. “Billy es el corazón y el alma de la película y creo que los detalles de la interpretación de Joe, la forma en que te deja entrar en su alma y la forma de compartir sus sentimientos es extraordinaria y profunda. La frescura de Joe (es alguien a quien los espectadores no han visto antes, así que no trae consigo ninguna idea preconcebida) y la sutileza y el amplio registro exhibidos en su interpretación te animan a querer conocer a Billy y, a mi parecer, a sentir en última instancia lástima por él”.
  Lee, que posee un don para reconocer y cultivar nuevos talentos, tenía una idea muy concreta del actor que necesitaba para el papel principal y, hasta que vio a Alwyn, ningún otro actor había cumplido esos requisitos.
  “Al fin y al cabo, la película se llama BILLY LYNN, así que necesitábamos que él cargara con el peso de la misma. La verdad es que es más que nada una historia iniciática, un chico que se da cuenta de cómo es su vida, de en qué se va a convertir. Necesitaba a un actor cautivador y conmovedor, y lo que es más importante, un actor que pudiera mezclar inocencia y sofisticación, porque empieza como un adolescente ingenuo y a lo largo de la película se convierte en un hombre. Realizamos el proceso habitual para seleccionar a un actor y a mi directora de casting, Avy Kaufman, se le da especialmente bien descubrir nuevos talentos. Joe estaba aún estudiando en Londres cuando vimos la cinta que grabó. Yo iba camino a Atlanta desde Nueva York, para hacer la película, ya estábamos con la preproducción, así que la verdad es que no iba a verlo, pero Avy me insistió: ‘Tienes que hacerlo, tienes que hacerlo’. Me ha hecho eso bastantes veces en ocasiones anteriores y siempre tiene razón. Así que me quedé un poco más en Nueva York para conocerlo. Recuerdo que era una mañana muy fría, un domingo. Vi a un joven apuesto, esperando fuera del edificio, helándose, estaba claro que no iba suficientemente abrigado. ¡Sentí frío por él! Así que lo conocí, leyó unas líneas de diálogo y eso fue todo. Fue inmediato. Puede que fuera la mejor lectura de guion que he visto”, asegura Lee.
  Joe Alwyn confiesa que “durante todo el proceso de audición fue difícil hacerse a la idea de la magnitud del asunto, al tratarse de Ang Lee y de un proyecto de semejante envergadura. Así que, cuando me hicieron volar a Nueva York para conocernos y hacer una audición para Ang, no me sentía especialmente nervioso, porque en mi cabeza era como un sueño absoluto, algo tan grande que no acababa de creérmelo. Así que sí, es algo gordo, supongo, para abordar como primer trabajo de mi vida. Al venir directamente de la escuela de arte dramático y no haber trabajado en ninguna película antes, ha supuesto un cierto ajuste actuar de tal modo que no incorpore el arco completo de un viaje a lo largo de unas horas, como harías en una obra de teatro. El trabajo en el cine está tan fragmentado y dividido (lo que resulta normal y evidente para la gente que lo hace todo el tiempo) que desde luego me ha costado un poco acostumbrarme, sobre todo recomponer la continuidad emocional del personaje, lograr que todo tenga sentido y tener una idea clara en tu mente de dónde encaja cada cosa, sobre todo dado que buena parte está grabado desde su punto de vista”.
  Alwyn cree que “lo que resulta atractivo de Billy es que es la imagen del chico típicamente americano normal, que es por lo que la gente trata de convertirlo en aquello que quieren proyectar en él, moldearlo hasta transformarlo en algo que puedan utilizar. También veo a Billy como un rebelde, pero no demasiado rebelde, que está un poco apartado, al margen de todo eso, un personaje bastante solitario, al que le gusta hacer las cosas por su cuenta. Creo que tiene cualidades de líder, pero le gusta su soledad”.
  Garrett Hedlund comenta cómo “entre Billy y Dime hay sin duda una relación de hermano pequeño/hermano mayor. Dime es el mentor, el guía. A lo largo del libro, comenta cómo Dime le echa una mirada retadora, que ve más allá de todas las chorradas, y que luego se convierte en compasión, comprensión. Ve la lucha de Billy y simpatiza con ella, se identifica con ella, siempre quiere que se mantenga por encima de todo eso y muestre, por decirlo así, su verdadero espíritu heroico o de guerrero. En Irak, Dime y Shroom no dejaban de espolear a Billy porque percibían algo en él, el potencial para ser un líder que él mismo nunca pensó que podría ser. Y ahora, en Dallas, Dime necesita que Billy ayude a mantener a raya a los chicos después de esta perturbadora gira por los Estados Unidos, donde han ido de ciudad en ciudad y todo el mundo les ha dicho: ‘Nos sentimos muy orgullosos de vuestra campaña allí y nos sentimos muy orgullosos de lo que habéis hecho, gracias por vuestro valor’”.
  “Y Joe”, prosigue Hedlund. “Joe es fuerte. Durante el campamento de instrucción, mientras los demás iban cayendo como moscas, él mantenía la boca cerrada, hacía su trabajo, no se quejaba, apenas hablaba y se limitaba a hacer su trabajo. Esta era su primera película y sabía que iba a cargar con una gran responsabilidad. Se podía ver que sabía que iba a tener que darlo todo. ¡Y lo hizo! No siento más que respeto por él. A la hora de la verdad, es Billy Lynn. Creo que va a convertirse en una gran estrella”.
  “Admiro mucho a Joe”, afirma Steve Martin. “Es un actor joven, que no había hecho nunca una película y, en las escenas que tuve con él, estuvo increíble y muy sincero. Y es inglés, poniendo acento estadounidense. Resultó chocante, cuando empezó a hablarme con su verdadero acento inglés, después de una escena que hicimos juntos, creo que lo miré con cara de sorpresa porque [su acento americano] había estado impecable”.
  “Joe viene de la Central School of Drama de Londres”, aporta Tim Blake Nelson, “y la formación que dan allí es muy buena, una de las mejores de Inglaterra. En cuanto supe que había estudiado allí, no tuve ninguna duda de que seguramente se mereciera el papel y ahora, después de haber trabajado con él, lo entiendo por completo. En el cine, no puedes ser deshonesto e irte de rositas; todos tenemos que llevar dentro de nosotros al menos una mínima esencia del personaje que estamos interpretando y Billy, que es impresionable, decente, moral, autorreflexivo y modesto es perfecto para Joe, que también posee todas esas cualidades. Es un tipo tan decente que te desarma y Ang es un director que puede sentarse frente a ti, ver en tu interior y preguntarse, vale, ¿será capaz de acceder a las cualidades que posee como persona que son necesarias para interpretar a este personaje? Porque eso es esencial para ser actor de cine. Cuando miras a Joe, hasta yo puedo verlo, así que por supuesto que Ang Lee iba a verlo”.

DIME Y SHROOM...
  “Dime y Shroom son los sargentos de Billy”, aporta Joe Alwyn. “En Irak, Shroom se convirtió en uno de sus mejores amigos. Y Dime, por el motivo que sea, al principio se lo hace pasar mal a Billy y no es precisamente su mayor admirador. Pero entonces percibe una cualidad en Billy que lo diferencia de los demás. Así que, a lo largo de su estancia en Irak, y sobre todo el día del estadio, su relación con Dime cambia por completo, y Billy acaba convirtiéndose no exactamente en un sustituto de Shroom, pero sí al menos en alguien capaz de ocupar su puesto de modo que, cuando vuelvan a Irak, pueda ayudar a Dime, como él dice, a mantener con vida a esos payasos”.
  “Tras la muerte de Shroom, el sargento David Dime se ve rodeado de un grupo de soldados y especialistas más jóvenes”, explica Garrett Hedlund. “Pasa a ser su hermano mayor, su padre, su mentor, su guía, lo único que los salva, la voz de la razón. Tienen que confiar en él y él tiene que confiar en que ellos le guardarán la espalda cuando se internen por esos terrenos terriblemente peligrosos para cumplir sus misiones”.
  Aunque es algo mayor que el resto de los Bravos supervivientes, Dime también es distinto de los demás, porque procede de un ambiente más privilegiado y ha ido a la universidad. “Dime es el líder tranquilo de la tropa”, explica Stephen Cornwell. “Tras la muerte en Irak del otro sargento que tenían, Shroom, Dime es el tipo que los mantiene unidos. Es la fuerza silenciosa en el centro de Bravo. Tiene emociones que controla; no permite que se vean mucho pero, al mismo tiempo, posee un liderazgo absoluto. Y reconoce en el propio carácter sosegado de Billy a alguien que está listo para compartir con él esa responsabilidad. El personaje de Dime precisa una interpretación sumamente sutil. Esa fuerza sosegada trae consigo una visión muy sardónica de la humanidad que lo rodea. Muy rara vez deja traslucir sus propias emociones, pero hay momentos estupendos en los que hay ocasión de ver fugazmente lo mordaz que es Dime. Y Garrett está fantástico”.
  “Sí, Garrett me parece muy, muy sólido”, confirma Steve Martin. “Muy contenido como actor en el mejor sentido, como si tuviera un alma muy profunda. Siento un gran respeto por él”.
  “Me gusta mucho cómo da vida Garrett al personaje”, opina el asesor militar Mark Wachter. “Los suboficiales, los sargentos, son la columna vertebral del Ejército. Dirigen a sus hombres desde el frente. En caso de duda, miras a tu sargento, te fijas en cómo es esa persona y cómo se comporta y eso te da confianza. Creo que, como Dime, Garrett ejemplifica ese papel. Y también ejemplifica esa especie de nuevo poeta guerrero. Sabes que tiene cierta educación. Procede de una familia más adinerada. Y cuando habla, posee ingenio y cierta capacidad intelectual de los que valerse, que espero que sorprendan a los espectadores. No es el típico chico sencillo de pueblo del que mucha gente cree que está lleno el ejército. Al llamarlo nuevo poeta guerrero, me refiero a que pone en duda las cosas adecuadas pero, en última instancia, comprende sus responsabilidades”.

SHROOM...
  “Shroom está escrito como un soldado tipo zen, que siente profundamente las cosas”, observa Marc Platt. “Es un líder, es un pensador y un filósofo, es cariñoso y compasivo, pero al mismo tiempo es un tipo serio. Es en esencia el corazón y el alma de esta unidad. Cuando me planteé a quién creerías como filósofo zen y a la vez soldado, un tipo grandullón e imponente, un padrazo para un grupo de esos Bravos, pensé en Vin Diesel. Era la unión perfecta de actor y papel. Y por suerte para todos nosotros, Vin es un actor al que le encanta el cine y los cineastas, y uno de sus héroes es Ang Lee. Me puse en contacto con Vin y él me contestó y me dio las gracias por hacer sus sueños realidad. Nos encanta contar con él en la película y nos encanta que tenga ocasión de interpretar a un personaje cercano a su propio espíritu”.
  “Shroom es un personaje muy interesante y complicado en la película, porque es el guerrero soldado más sabio y de más edad dentro de ese grupo de chicos (a excepción de Dime que, aunque sigue siendo más joven, es el otro líder)”, comenta Stephen Cornwell. “El reto con ese papel es proporcionar esa cualidad de liderazgo junto con esa sensación de misticismo, y Vin encaja a la perfección. Posee grandes dotes como actor y una presencia que hacen que el personaje cobre verdaderamente vida, algo muy importante de conseguir y, al elegir interpretar a Shroom, Vin buscaba hacer algo distinto y muy exigente. Nos hemos trasladado a un lugar muy remoto del mundo para filmar las escenas que establecer la posición de Shroom con los Bravos, y creo que Vin y Ang se lo están pasando estupendamente trabajando juntos”.

MANGO...
  “Mango es el bromista del grupo”, comenta Stephen Cornwell. “Es el chico lleno de energía, una fuerza optimista que se encarga de hacer que siga fluyendo el ingenio y la mordacidad. Es el compañero con el que Billy se siente más cómodo, el tipo con el que pasaría el rato de manera más natural. Y Arturo está genial, en su ingenio y su energía puedes sentir realmente el fuerte vínculo entre actor y personaje”.
  “Mango y Billy son grandes amigos”, comenta Arturo Castro. “Son colegas, y creo que se parten de risa entre ellos. [Mango] Se siente protector hacia Billy, me doy cuenta de que estoy todo el rato mirando para comprobar que [Billy] está bien. Puede que Mango siempre tenga un comentario sarcástico para los demás pero, cuando habla con Billy, es muy franco. Y esa es una relación estupenda con la que contar, sobre todo cuando tienes que fanfarronear tanto con todos los demás que te rodean. Lo que me gustó de Mango en el libro y en la película es que, aunque da la casualidad de que es latino, es uno más de los chicos. El hecho de ser latino no es ni la característica que lo define, ni una desventaja, que es realmente lo que puede verse en Estados Unidos. Tu mejor amigo puede ser de cualquier raza o etnia, pero sigue siendo estadounidense”.

HOLLIDAY...
  “Lo interesante de Ismael”, observa Stephen Cornwell, “es que, cuando llegó al proyecto, su papel era ligeramente menor. Y la graduación de su personaje era inferior. Pero la reacción de Ang a la fuerza del reparto y al potencial de su interpretación llevó a que Ismael recibiera un ascenso, empezó como soldado y se convirtió en sargento. Aunque Ismael no es necesariamente mayor que los demás chicos, se comporta con verdadera autoridad, perspectiva y sabiduría propias de alguien de mayor edad”.
  “Mientras estábamos en el campamento de instrucción, tomaron elementos de quiénes somos como individuos y trataron de aplicarlos a nuestros personajes”, explica Joe Alwyn, “así que, dada la personalidad de Ismael, Holliday tiene un poco más de sentido de la autoridad, pero no al mismo nivel que Dime. Sigue siendo parte del grupo, aunque no hasta el mismo punto que todos los demás”.

FOO...
  “Foo no está en el libro”, explica Mason Lee, que se encarga de interpretarlo, “pero creo que estuvo bien añadir un rostro asiático a la gama de los militares. Una de las cosas más interesantes de los Bravos es que proceden de diferentes clases y condiciones sociales, una variedad que queda perfectamente representada en el reparto que, creo, aporta una vibrante energía a esta producción. Y aunque son todos soldados entregados, cada uno tiene su propia personalidad. Foo es un gran aficionado al fútbol americano; admira mucho a Norm, el personaje de Steve Martin, y es el único al que verdaderamente le interesa el partido de fútbol americano que se disputa ese día. Así que posee muchas cualidades interesantes típicamente americanas, pese a que procede de una familia de inmigrantes”.

LODIS...  

  “Lodis es un joven de Brooklyn, Nueva York (de donde soy en realidad)”, explica Brian “Astro” Bradley. “Adora a sus hermanos Bravos y creo que ese vínculo con los Bravos es lo más importante para él porque, en su casa, no es más que un chico corriente de Brooklyn, hay un millón más como él. Pero, cuando se encuentra en ese círculo de Bravos, es como si fuera único. Es su propia persona. Creo que es así para todos y cada uno de los Bravos, y por eso valoramos tanto la amistad que tenemos en la película”.   “Lodis es el más joven del grupo. En cierto modo, es el más soñador, el más abierto”, comenta Stephen Cornwell. “Y ‘Astro’ aporta una maravillosa humanidad. Es un poco el payaso del grupo, siempre tiene un aire guasón, que aporta otra voz que ayuda a darle un equilibrio al grupo”.

CRACK...
  “Crack es un tipo salvaje de Birmingham, Alabama”, explica riendo Beau Knapp. “Tiene sus defectos, puede ser un tipo furioso, agresivo y violento, pero también puede ser cariñoso. No creo que les guste mucho a todos, pero siempre lo elegirías en un tiroteo”.
  “Crack es el Bravo con un lado más salvaje. Hicimos una escena en el estadio en la que Crack, enfadado por un pijo borracho que se está burlando de los chicos, se inclina hacia adelante y le hace al cretino una llave de estrangulamiento”, prosigue Joe Alwyn. “Está más inquieto. Presiente peligro y de pronto se pone como loco. ¡Y Beau lo borda!”, afirma riendo. “Se le da bien eso”.

SYKES...
  “Sykes es un chico de 19 años de Pensilvania con mujer y dos hijos”, comenta Barney Harris, “y es una de las personas más dañadas por la guerra. Lo primero que me dijo Ang sobre Sykes era que ‘es un chico que está hecho polvo, tira con eso’”.
  “Es agradable tener a otro británico en la película”, señala Joe Alwyn. “Sykes es el que se siente más afectado por el espectáculo del descanso de mitad del partido y sé que Barney ha trabajado duro, estudiando cómo ese asalto podría afectarle, cómo se manifestaría físicamente su reacción”.
  “Sí, Sykes está a punto de derrumbarse”, agrega Stephen Cornwell. “Todos los personajes están evidentemente sufriendo el trauma de lo que han pasado en Irak, pero Sykes es el que está más cerca de venirse abajo. Barney ha logrado reflejarlo de una forma muy interesante y genuina. Puedes sentir realmente el trauma de la guerra en su personaje y también puedes sentir a esa familia a su alrededor, los Bravos, ayudándolo a aguantar de una pieza”.

EXPLOTAR A LOS BRAVOS CON FINES PROMOCIONALES...
  Dos hombres mayores y con experiencia tienen papeles clave en las vidas de los Bravos en este día de Acción de Gracias. Albert es un productor de cine de gran éxito que ha adquirido los derechos de la historia de los soldados. Está acompañando a los Bravos en su gira de dos semanas, y se pasa el tiempo al teléfono, intentando atraer a un reparto (¡por un breve momento, a Hillary Swank le interesa interpretar a Billy!) y asegurar la financiación. Pero, en ese día de Acción de Gracias, cuando la Gira de la Victoria toca a su fin, las perspectivas que otrora parecían tan prometedoras (llegaron a tentarlos con la posibilidad de que cada Bravo recibiera 100 000 dólares) se están esfumando rápidamente. Y ese es el momento en el que el rico, poderoso y patriótico Norm, dueño del equipo de fútbol americano de Texas, entra en escena.
  “Hasta cierto punto, todo el mundo están intentando buscar alguna forma de explotar la imagen de los Bravos”, explica Joe Alwyn. “Para promocionar la guerra o simplemente para ganar dinero, para exprimir lo que puedan de ellos o proyectar en ellos una imagen. Y los chicos se dan cuenta de cómo, entre todo el interés que despiertan, en realidad se están aprovechando de ellos”.

ALBERT...
  “Albert es un productor de cine que ha adquirido los derechos de la historia de los Bravos”, explica Rhodri Thomas. “Cuando lo conocemos en Acción de Gracias, se ha pasado el último par de semanas intentando llegar a un acuerdo con un estudio y elegir al reparto de la película, mientras se recorre el país con los Bravos. Pero ya se le está acabando el tiempo; los Bravos están a punto de volver a Irak y está empezando a desesperarse. En esta cultura comercializada, Albert está tomando una experiencia real de guerra, muerte y devastación para convertirla en entretenimiento, tal vez de una forma de lo más poco apropiada. Pero lo que me parece interesante de Albert es que, al empezar su relación con los Bravos, puede que le moviera su propio interés, pero acaba encariñándose con esos jóvenes, hasta el punto de que podría estar dispuesto a sacrificar su acuerdo para la película con tal de mantenerse fiel a ellos”.
  “Uno de los papeles del libro es un delicioso productor de Hollywood que intenta vender los derechos cinematográficos de los Bravos”, recuerda Marc Platt. “Se me ocurren muchos nombres cuando pienso en ese tipo de productor chanchullero de Hollywood, pero queríamos ir en otra dirección y elegir a alguien que resultara real en ese papel, alguien que fuera inesperado para el papel, como el resto de nuestro reparto. Y Chris Tucker, que es alguien conocido sobre todo por la comedia (aunque ha hecho un par de papeles dramáticos últimamente), es tan interesante y rico, como persona y como actor, que pensamos que, al elegirlo a él para interpretar el papel, Albert se convertiría en un productor como no habías visto nunca antes. Creó un Albert que es divertido y encariñable; es un gran vendedor, que está intentando sacar tajada. Pero también siente algo por los chicos y parece estar un poco deshecho, lo que produce una química muy interesante en pantalla”.
  “Albert es un productor ambicioso”, señala Chris Tucker. “Cree en lo que hace y tiene que luchar contra las cualidades cínicas de Hollywood. Es honesto y sincero con los chicos de Bravo, porque realmente los quiere y los respeta, pero al mismo tiempo también quiere contar esa gran historia, que le puede venir bien a su carrera. Ang me quería para el papel. Soy un gran admirador de su obra. Creo que es un gran director y aún mejor persona. Así que, cuando me reuní con él, dije: ‘¡Me apunto!’. Interpretar a un productor, un hombre casado, es un tipo de papel distinto para mí, lo que me entusiasma. Y me gustaba lo que Ang pensaba hacer con las 3D y la tecnología; sabía que aportaría algo completamente distinto, como hizo con ‘La vida de Pi’ y ‘Tigre y dragón’. Así que, para mí, hacer una película es una bendición”.
  El diseñador de vestuario Joseph G. Aulisi describe el aspecto de Albert como “hecho a medida, de calidad; es un tipo estilo Hollywood, lleva lo último en vaqueros, mocasines, una buena cadena en el cuello. Pero era todo ligeramente sobrio y ni mucho menos caricaturesco”.

NORM...
  “Norm es el dueño de un equipo de fútbol americano de Texas”, explica Steve Martin. “Es un tipo muy poderoso, lo que significa que todo el mundo le hace caso, todo el mundo está ligeramente tenso cerca de él, ligeramente amedrentado. La gente con poder recibe mucho respeto, pueden permitirse ser simpáticos y lo tienen un poco más fácil en el terreno social de lo que puedan tenerlo otros. He conocido a gente así, algunos han sido buenos amigos, y pueden ser desde sumamente encantadores y afables, a simplemente grandes hombres poderosos. El Norm de la película está ligeramente cambiado con respecto al del libro, donde era originalmente muy duro, casi desagradable. Ang quería que el personaje fuera más como una figura paterna, más agradable, aunque no deje de ser un hombre de negocios importante. Porque los villanos no pueden ser completamente malos, sería demasiado fácil. Creo que, al principio, Norm admira profundamente a los Bravos. En cierto modo, quiere ser como ellos. Quiere tener un logro que sea verdaderamente heroico. Creo que también quiere ser una especie de figura paterna, pero siempre mantiene con ellos su visión profesional para los negocios. No va a regalarles nada simplemente porque le caigan bien”.
  “A la hora de plantearnos quién podía interpretar a Norm, queríamos encontrar a alguien que resultara ligeramente inesperado y, por tanto, real”, recuerda Marc Platt, “y Steve Martin, que es de Texas, por cierto, es un gran actor. Probablemente lo veamos ante todo como cómico; todos los grandes cómicos son actores maravillosos y complicados, y Steve no es ninguna excepción. Aporta su gran talento polifacético al papel de Norm, es simpático y aterrador, poderoso e íntimo. Y todas esas cualidades lo convierten en un personaje verdaderamente fascinante. Todo el mundo tiene sus propias intenciones y proyecta cosas en los Bravos; Norm probablemente se preocupa de verdad por esos soldados, pero aun así es lo bastante listo para utilizarlos para sus propios fines y para sus propios sentimientos. Es muy complicado y, por tanto, con suerte, muy real”.
  “Steve le da un giro muy particular al personaje de Norm y está genial en el papel”, opina Garrett Hedlund que, como Dime, tiene un enfrentamiento serio sobre los derechos de la historia de los Bravos con el personaje aparentemente más poderoso de la película. “Siempre se siente muy cómodo al emplear semejante grado de manipulación, con tantos deseos ocultos”.
  Ben Platt interpreta a Josh, “un empleado de nivel medio que trabaja para Norm, que recoge a los Bravos en su hotel y los acompaña en todo momento a lo largo del día que pasan en el estadio. Creo que buena parte de los nervios del personaje y de su deseo de agradar procede de lo mucho que respeta a su jefe y de cuánto quiere impresionar a Norm, no disgustarlo. Así que me ha resultado muy útil que lo interprete Steve Martin, porque yo no quiero disgustar a Steve Martin. Quiero impresionar a Steve Martin. Me encanta la dinámica con esos chicos (que se meten con Josh por ser un pijo retraído). Es una buena yuxtaposición, son de la misma edad, pero esos otros chicos han seguido un camino muy distinto en sus vidas y creo que Josh siente cierta culpa al respecto, lo que hace que quiera asegurarse de que este día resulte agradable para ellos”.

LA FAMILIA DE BILLY...
  La primera vez que vemos a Billy es cuando llega al hogar de su familia en la localidad ficticia de Stovall, Texas, para una breve visita durante la Gira de la Victoria de los Bravos. Las cosas nunca han sido fáciles en el hogar de los Lynn para Billy, donde se crió con dos hermanas mayores, Kathryn y Patty, una madre que lo adora y un padre que es un antiguo presentador de radio de derechas. A su regreso, no tarda en descubrir que la historia reciente (su despliegue, el daño físico y emocional del accidente de coche que ha dejado a Kathryn desfigurada y el derrame cerebral de su difícil padre) no ha hecho las cosas más fáciles.
  El diseñador de producción Mark Friedberg describe cómo, al diseñar el hogar al que regresa Billy, “intentaba presentar una casa que es un hogar familiar, pero que se está viniendo abajo, hay una cierta sensación de que la cosa se está desmoronando, de que ya no pueden realmente mantenerla. La madre se está esforzando por salir adelante, pero la comida ni siquiera es pavo, sino pasta con pavo; creo que eso ya lo dice todo”.
  “Cuando Billy llega a casa de la guerra, su padre, Ray, no hace ningún esfuerzo por conectar con su hijo ni darle la bienvenida”, señala Joe Alwyn. “Nunca había habido una gran relación entre Ray y el resto de la familia. Cuando trabajaba en la radio, era popular y sonriente y tenía buen aspecto, pero ha tenido un doble derrame cerebral y se encuentra de pronto sin voz, no puede hablar y está postrado en una silla de ruedas. No muestra señal alguna de sentirse orgulloso de Billy por las cosas tan maravillosas que el resto del país parece creer que ha hecho. Denise, su madre, es más abiertamente cariñosa y afectuosa, pero está machacada por intentar mantener la casa a flote. Su hermana mayor, Patty, a quien no está muy unido, está casada y tiene un niño pequeño”.

KATHRYN...
  “Antes, Billy estaba increíblemente unido a su otra hermana, Kathryn”, prosigue Alwyn. “Cuando vuelve a casa de la guerra (después de no haberla visto desde su operación), ve que [ella] ha cambiado. Se ha vuelto cínica. Y ella no quiere que regrese a Irak. Tiene un plan para que [Billy] vaya a ver a un médico, que encuentre alguna base médica para evitar que lo manden de vuelta con el resto de los chicos. También se siente culpable porque él corra peligro en primer lugar, porque, tras el accidente que sufrió [Kathryn], Billy fue a por su antiguo prometido, le destrozó el coche y lo persiguió con una llave para ruedas, después de que el muy asqueroso la abandonara. Para Billy, era el Ejército o la cárcel. Ahora que se encuentra en casa, empiezan a surgirle dudas sobre si quiere regresar [a Irak], pero es Kathryn la que le obliga a que se lo piense detenidamente”.
  “Kathryn es una de las personas de nuestro país que, en 2004, estaba desilusionada con la guerra, con el estado de sus vidas y tal vez con la falta de oportunidades en la situación económica del momento”, observa Marc Platt. “Ve cómo te han podido criar para creer y convencerte de algo, pero no funciona para todos. Ella representa la realidad de aquellos que han quedado marcados de algún modo, tiene cicatrices físicas, pero también metafóricas. No cree que la guerra sea buena y quiere que su hermano esté a salvo, lo quiere en casa. Kristen Stewart interpreta ese papel con una originalidad tremenda y mucha sinceridad. Crea un personaje muy real. Sientes tanto su dolor como su rabia por la cicatriz que tiene y el estado en que se encuentra su vida. Y sientes su amor, su deseo de proteger a su hermano”.
  “Una de las relaciones clave de la película es la de Billy y su hermana Kathryn”, explica Rhodri Thomas. “Los conocemos al principio de la película, cuando Billy va a casa por Acción de Gracias. Su familia es increíblemente disfuncional, pero aun así Kathryn y él comparten una clase de amor muy especial. Son increíblemente similares y ambos son marginados en su propia familia. Kristen Stewart es la elección perfecta, porque es muy inteligente y transmite una sensibilidad típicamente americana que está en crisis. Era muy importante para nosotros presentar en ese pueblo rural de Texas a alguien con el mismo tipo de sofisticación que también posee el propio Billy”.

FAISON...
  “Por otro lado, tenemos a otra chica que entra en la vida de Billy, y esa es Faison”, comenta Marc Platt. “Es un concepto más idealizado de lo que es una mujer. Es una animadora y representa la posibilidad de una relación romántica”.
  “Billy conoce a Faison cuando la ve al otro lado de la sala mientras los periodistas entrevistan a los Bravos”, aporta Joe Alwyn. “Intercambian miradas y, cuando se ponen a hablar, todo sucede muy rápido”.
  “Los espectadores verán desarrollarse este romance y se preguntarán: ‘¿Esto puede ser cierto?’”, prosigue Rhodri Thomas. “Faison es como un rayo de esperanza y parece que el sueño de Billy se está haciendo realidad. Pero cuando se plantea desertar y escaparse con Faison, te das cuenta de que nunca fue un sueño alcanzable. Quiere que Billy sea un héroe y no tiene ninguna intención de fugarse con él. En última instancia, la ironía de la historia, tal vez la tragedia, es que todo el mundo quiere que Billy sea algo para ellos. Nadie permite realmente a Billy ser quien es. Al final de la historia, Billy toma su decisión. No puede perseguir los sueños que su hermana, ni los de la animadora, ni los de nadie. Se da cuenta de que las únicas personas que realmente lo entienden por quiée es son los demás Bravos”.
  El estereógrafo Demetri Portelli ofrece ciertos detalles para entender mejor al personaje de Faison (así como el proceso de concebir los pormenores del 3D). “Puesto que la experiencia de Billy con Faison es un poco una fantasía, es como si estuviera sacada de una ‘película’, las instrucciones que me dio Ang eran hacer que ese personaje estuviera al borde del estéreo, es casi un personaje 2D con un mínimo toque de estéreo”.
  Makenzie Leigh interpreta a Faison, la animadora con la que Billy tiene ese “romance casi de película”, según apunta Rhodri Thomas. “Es una actriz sumamente graciosa y extravagante, que aporta un rayo de luz a la película cada vez que aparece en pantalla”.
  “Soy de Texas, así que estoy familiarizada con el mundo de Faison”, asegura Makenzie Leigh. “Respeta mucho a los hombres que sirven a nuestro país y considera que su trabajo asegura que se sientan bienvenidos y queridos durante el tiempo que están de vuelta”.
  “Pasé por un campamento de instrucción de animadoras”, prosigue. “Me hice un bronceado artificial, nos enseñaron el acento y Sydney Durso, una antigua animadora de los Cowboys de Dallas, hizo un trabajo increíble enseñándonos las coreografías de baile. Fui bailarina de ballet cuando era más joven, que supongo que habría sido útil para aprender las coreografías, pero estos movimientos son muy intensos y muy vivaces. Se me daba mucho mejor cuando Sydney se dedicaba expresamente a mí. Mientras todas las demás lo hacían estupendamente, yo llegaba hasta los ocho primeros pasos, me daba cuenta de que era un caso perdido, me rendía y me quedaba en un rincón”.

ANG LEE...
  “Creo que esta ha sido una experiencia extraordinaria para todos los que hemos participado en ella”, sostiene Stephen Cornwell. “Formar parte de algo que intenta cambiar la forma en que el cine interactúa con el espectador, llevarlo a un terreno nuevo, es algo sumamente emocionante y peligroso. Es arriesgado. Pero creo que no hay nadie mejor situado y con un talento más extraordinario para llevarnos en ese viaje que Ang Lee”.
  “Ha sido asombroso trabajar con Ang; como primer trabajo, es la clase de oportunidad que no esperarías que cayera en tus manos”, comenta Joe Alwyn. “Es evidente que tiene una visión asombrosa de lo que quiere, que se puede sentir no solo en las interpretaciones de los actores, sino también en el trabajo de todo el resto del equipo. Desde un punto de vista interpretativo, después de cada toma te daba unas pequeñas pinceladas muy detalladas de dirección, en comentarios breves pero significativos y profundos, que son muy útiles. Y también es muy franco y directo en sus comentarios sobre lo que está buscando, lo que resulta, una vez más, constructivo y útil”.
  “Es muy claro en cuanto a lo que quiere”, coincide Steve Martin, “y tiene muy buen ojo para ver cuándo no lo tiene. Se fija mucho en los actores, en vez de decir: ‘Vale, ya tenemos ese plano. Sigamos adelante’. Es un auténtico artista en su trabajo”.
  “Ang es una joya como cineasta”, afirma Marc Platt. “Habla en un tono muy suave y tiene un enfoque muy estilo zen. Pero puedes oír los engranajes de su cerebro en marcha, trabajando sin parar, porque ve cosas que los demás no vemos. Se le ocurren cosas que nosotros no pensamos. No hace falta más que ver sus películas, los géneros, la escala y la tecnología empleada para reconocer el alcance y la capacidad de ese intelecto, y el corazón y el alma cinematográficos que impregnan toda su obra”.
  “Todo empieza con el líder”, opina Chris Tucker, “¡y Ang Lee es el mejor! Es tranquilo y relajado, que es lo que necesitas para ser creativo. Puede decirte: ‘No sé si esto va a funcionar, pero vamos a intentarlo’. Cuando alguien viene con un espíritu humilde así, consigue que te relajes y se abra tu creatividad, y eso es lo que hace Ang Lee. Trabaja, en cierto modo, como un ninja: vaga por el set de rodaje y sabe exactamente lo que quiere. No hay presión. Sientes que puedes estirarte. Y si no te sale bien, no pasa nada, porque te lo dirá sin enfadarse. Se limitará a decir: ‘repite eso o no hagas eso otro’. Y su forma de decirlo es lo mejor”.
  “Te explica el aspecto visual más que ningún otro director con el que he trabajado”, comenta Ben Platt, “lo que resulta muy útil porque, aunque es un tipo muy técnico, que crea planos preciosos, siempre te está explicando cuál es el objetivo de todos los elementos. Por ejemplo, si hay una marca extraña a la que tienes que llegar, te explicará por qué es importante. Esta es, sin duda alguna, la película más complicada en su aspecto visual en la que he participado jamás, y puedes sentirlo en el aire, durante el rodaje, que estás trabajando con alguien que es todo un artista. Todos quieren dar lo mejor de sí mismos, porque quieres complacerlo, ya que es tan humilde y cariñoso”.
  “No hay tiempo ni espacio para nada más que críticas constructivas”, prosigue Makenzie Leigh, “lo que me encanta. Es un hombre de pocas palabras, y elige sus palabras con cuidado. El primer día de rodaje, Ang celebró una ceremonia de buena suerte, que dijo que no era religiosa, sino espiritual, si querías que lo fuera. O trataba simplemente de desear buena suerte a la película. Así que el reparto y el equipo tomamos nuestras varitas de incienso y miramos al norte, oeste, sur y este. Luego nos dimos todos otra vez la vuelta y tenía un gran gong en la mano, y empezó a golpearlo y a entonar un cántico. Tiene la capacidad de animar a las tropas como un sargento de instrucción, que parece surgir de repente, pero por supuesto tiene todo el sentido del mundo, porque se trata de una persona fuerte y capaz”.
  “A menudo, cuando trabajas con un director, suele ser: ‘Vale, hagamos esto, oh, no, quería decir, vamos allí, no, no, no, no, esperad, un momento, un momento, dejadme pensar’”, comenta Brian “Astro” Bradley. “Pero con Ang es: ‘Hagamos esto, hagamos lo otro’, y todo queda asombroso. Sabe exactamente lo que quiere, sabe exactamente cómo dirigirte. Y es muy humilde; tenía un tráiler que solamente utilizó una vez para ir al servicio.

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