Título: | RASHOMON | |
Tit. Orig.: |
RASHOMON | |
Nacionalidad: | JAPÓN, 1950 | |
Dirección: | AKIRA KUROSAWA | |
Guión: | AKIRA KUROSAWA, SHINOBU HASHIMOTO | |
Fotografía: | KAZUO MIYAGAWA | |
Música | FUMIO HAYASAKA | |
Interpretes: | TOSHIRO MIFUNE, MASAYUKI MORI, MACHIKO KYO, TAKASHI SHIMURA, FUMIKO HOMMA, MINORU CHIAKI | |
Censura: | NO RECOMENDADA PARA MENORES DE 18 AÑOS | |
Duración: | 83 MINUTOS |
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Por PACO CASADO
Se ha dicho que esta producción premiada en la Mostra de cine de Venecia y celebrada por los críticos de todo el mundo, sirvió para que Occidente redescubriera el cine japonés.
Esta película es el producto típico de una mentalidad y una tradición cultural específicamente japonesa, como lo es 'Cuentos de la luna pálida' (1953), de Kenji Mizoguchi, que mezcla los tiempos, crea una estética de modo segregativo y da un paso adelante en el camino de la gramática cinematográfica.
Las tres narraciones, las tres partes de la verdad expresada por los distintos personajes, se funden en una constante del cine de Akira Kurosawa: la del movimiento.
Maestro del ritmo y dominador de sus intérpretes, introduce un elemento nuevo en el cine japonés, a la vez que influye hasta el extremo de la imitación en el cine extranjero.
Es la historia de un crimen contado por tres testigos de muy distinto signo, con precisiones del más crudo realismo y de extrañas relaciones con un más allá misterioso, 'Rashomon' (1950) sirve de marco a las consideraciones morales de un humanista.
A la poética visión de un mundo exterior se une el inexorable examen del interior del hombre.
Gran conocedor de la literatura y extremadamente sensible a los valores plásticos, Kurosawa ha realizado, prescindiendo de los elementos de la tradición nipona que tal vez le impiden de una completa visión y expresión, un film de un interés universal.
El pretendido occidentalismo es únicamente el resultado de una nueva forma de meditación que, sin renegar de sus orígenes, toma unas novedades complementarias hasta entonces desconocidas en el Japón.
Tomando a la naturaleza como aliada, aprovechando la tamizada luz de los bosques o la crueldad de un sol de fuego, Kurosawa pone al descubierto el alma de sus personajes, los muestra inexorablemente como son, grande o pequeños, mezquinos o inconstantes.
La cinta deja las cosas en un término incierto pero, más allá de la angustia, la vida naciente es un hervidero de nuevas posibilidades, quizás de nuevas producciones.
En 1951 la Mostra de cine de Venecia le concedió el León de oro de San Marcos.
El certamen estaba entonces en todo su esplendor y sus premios tenían una alta cotización y eran buscados por los realizadores.
El cine japonés, descuidado por los críticos, y desconocido por el público europeo, hizo un desembarco espectacular en el Adriático, mar un tiempo de las singladuras cinematográficas mundiales.
'Rashomon' (1950) fue la película del triunfo y Akira Kurosawa el director japonés por excelencia, únicamente comparable a Kennji Mizoguchi y más profeta en Venecia que en Tokio.
Es un espléndido y admirable film que además tiene su filosofía y hace pensar.
Se busca la verdad. Pero ¿qué es y dónde está la verdad, si los propios testigos del hecho cuentan de distinta manera?.
Buscad en 'Rashomon' (1950), además de la verdad, la belleza cinematográfica y la hallaréis; tres y más caminos paralelos: el tema, la dirección y la interpretación.
Esta cinta ha pasado a los anales de la historia del cine no sólo por sus valores sino también por ser la que descubrió el cine japonés a Occidente.
También comenzó con ella a adquirir fama su director, Akira Kurosawa, al que se le tachó en esos momentos de hacer un cine más occidental que japonés que todos sus compatriotas.
Eso hizo, posiblemente, que su película se comprendiera mejor y diera a conocer un cine tan desconocido hasta entonces como el de la cinematografía japonesa.
Este film posee un carácter puramente policiaco.
Durante el siglo XII en Kioto (Japón), bajo las puertas del derruido templo de Rashomon, se guarecen de la lluvia torrencial que está cayendo, un leñador, un sacerdote budista y un peregrino.
Los tres discuten sobre el juicio a Tajômaru, un bandido, ladrón de caminos, que ha sido acusado de haber dado muerte a un samurai señor feudal, y de paso ha violado a su esposa.
Los detalles del crimen son narrados desde el punto de vista del bandido, de la mujer, del señor feudal, con la ayuda de un médium, y del leñador, que es realmente el único testigo de los hechos que se discuten, que fue quien descubrió tres días antes el cadáver oculto en una arboleda.
El guion nos da la versión del samurai muerto (a través de una médium), la esposa, el ladrón y un sacerdote.
Lejos de ser para descubrir al asesino es para plantearnos la interrogante de lo subjetiva que es la verdad.
Cada uno nos da "su verdad" que no coincide con la de los demás. La cinta posee una nítida y excelente fotografía, algún efectismo teatral, una buena dirección, agilidad en los movimientos de la cámara y un notable trabajo del trío protagonista con el habitual Toshiro Mifune y la encantadora Machiko Kyo.
Premio honorífico de la Academia de Hollywood. Nominada al Oscar a los mejores decorados en blanco y negro. Premio Blue Ribbon al guion. Premio Mainichi a Machiko Kyô. Premio NBR como mejor film extranjero y a la dirección. Premio OFTA. León de oro y premio de la crítica italiana en Venecia