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CRITICA
Por: PACO CASADO
Es una constante en el cine de Woody Allen que exponga sus traumas personales que suelen girar en torno al sexo, la religión, el miedo a las enfermedades, la inestabilidad en las relaciones de pareja, a las que hay que añadir aquí la obsesión por las armas de fuego.
Esta vez Woody Allen divide su personaje en dos, en esta última película, recién presenta en el Festival de cine de Cannes y que cerró la pasada Seminci de Valladolid, en la que elige como su alter ego juvenil a Jerry Falk, un joven inteligente y algo cobarde, un escritor que deambula por Manhattan con sus crisis existenciales, que está enamorado de Amanda, una chica rebelde e inestable, con la que mantiene una relación tormentosa, que le perjudica en su estado anímico y profesional.
La otra mitad de su personaje es David Dobel, que encarna él mismo, esta vez convertido en un viejo e hipocondríaco profesor, que está de vuelta de todo, que en sus ratos libres es un fracasado guionista de series de televisión, que se reúne de vez en cuando con el joven Jerry, para darle desinteresados consejos de cómo orientar su vida sentimental, amorosa y profesional, colgada de Harvey, un inepto representante, que le chantajea emocionalmente.
De esa forma Jerry se encuentra entre varios fuegos: los dardos que le lanza la inestable e inmadura emocionalmente Amanda, que se acuesta con todos para saber si es frígida y si puede tener orgasmos con él, y por otra parte los consejos de Dobel que se ha convertido en su mentor y las sesiones de su psiquiatra.
La llegada de su suegra, viene a complicar las cosas y en cambio no resuelve nada.
De paso el director analiza una sociedad que se mira así misma hasta la obsesión, así como la política de defensa norteamericana y la tenencia de armas de fuego.
Obra de talante intimista, con una nueva aproximación particular al difícil mundo de las relaciones entre hombres y mujeres, en la que no se pierde la comicidad, que llega con punzantes e ingeniosos diálogos, en la que si bien no es la mejor película de Woody Allen, siempre resulta una comedia muy entretenida.
El complejo guion, rico en matices, con diálogos precisos, hilarantes, lúcidos e irónicos, suelta una berborrea imparable sobre la crisis, el psicoanálisis, el sexo, la religión, la inseguridad, el miedo al nazismo, a la infertilidad creativa, a la soledad, y a un largo etc.
Woody Allen se pasa toda la trama especulando filosóficamente sobre el sentido de la vida, el amor y la relación de pareja.
La sobriedad y lo acertado de la fotografía de Darius Khondji, la eficacia del grupo de actores y la siempre intencionada música, con canciones de Billie Holiday y el tema Easy to love, de Cole Porter, completan esta divertida obra del veterano cómico de Manhattan.
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