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CRITICA
Por: PACO CASADO
En la historia del cine cada cierto tiempo se da un nuevo fenómeno que renueva el viejo espectáculo.
Unas veces es un adelanto técnico, el sonido, la pantalla ancha, el relieve, otras hombres que son capaces de adelantarse a su tiempo, como Orson Welles, la Nueva ola francesa, que renuevan el lenguaje, que hacen salir al cine de su crisis...
Uno de los cineastas del siglo XX es sin duda Steven Spielberg, a quien aún recordamos con su cara aniñada de sus treinta y pocos años cuando llegó a Madrid para presentar 'Encuentros en la tercera fase' (1977) y nos decía que quería hacer las películas que le hubiera gustado ver cuando era pequeño.
Y así tras tocar géneros como la aventura, la acción, la comedia ahora se introduce en el drama con 'El color púpura' (1985).
A pesar de que la Academia la nominó para once Oscar, no le concedió ninguno, constituyendo el mayor fracaso de esos premios a lo largo de su historia hasta ahora.
Eso hizo que obtuviera una mayor publicidad y el público le otorgó su favor cuando se pasó en el Festival de cine de Cannes, donde participó fuera de concurso, y posteriormente en la taquilla al batir a la triunfadora de ese año, 'Memorias de África' (1985).
Ríos de tinta han corrido sobre este film con todos esos acontecimientos y con las declaraciones de su director, quien ha querido cambiar totalmente su estilo, dejar la ciencia ficción, la artificiosidad de los efectos especiales y las cintas de aventuras y entrar en el mundo de los sentimientos, de los personajes de carne y hueso.
Y nada mejor para ello que volver a los ancestros del cine, a aquellos melodramas que hacían llorar a nuestros mayores, en este caso, a través del personaje de Celie, la protagonista de la novela de Alice Walker con la que su autora ganó el premio Pulitzer en 1983.
El relato se inicia en el invierno de 1909 en Georgia, y abarca cuarenta años de esta pobre mujer, de la que su tirano padrastro abusa de ella en dos ocasiones cuando tenía sólo quince años, siendo madre por dos veces a pesar de su corta edad, a la que posteriormente aparta de sus pequeños.
Tras esas afrentas es vendida como esposa a Johnson, un negro rudo, cruel y despiadado, que somete su existencia a un verdadero infierno, comenzando así un largo y tortuoso camino hacia su ansiada libertad y la reconquista de su dignidad perdida.
Entre tanto, con una extraordinaria voluntad aprende a leer y a escribir para poder comunicarse con su hermana Neitie, la única persona en este mundo a la que quiere, a la que cree desaparecida porque sus cartas de respuesta le son hurtadas por su esposo.
Sus sufrimientos serán similares a los del libro que le sirvió de lectura Oliver Twist, que Steven Spielberg puso en sus manos por pura casualidad.
Una cosa es cierta, y es que el reto que se ha impuesto su realizador era duro.
El cambio ha sido total y tenía a su vez una gran dificultad como la de resumir toda una saga familiar y tantos años de vida en una sola película, cosa que ha hecho a la perfección con un gran sentido de la elipsis y la concentración de los temas que dan una gran densidad al film.
Steven Spielberg ha jugado limpio y en esta ocasión no ha hecho una cinta para los ojos, sino para el corazón, y en este sentido ha puesto en juego todos los sentimientos que intervienen en el más puro melodrama y logra el efecto apetecido, acentuando en ocasiones la maldad y poniendo de relieve la bondad de la protagonista, bazas que tenía en su mano y que ha sabido jugarlas en profundidad.
La esmerada recreación de los ambientes sureños de los años en los que transcurre la acción supone uno de sus grandes aciertos.
Elige bien el ritmo apropiada para cada secuencia para que el espectador pueda identificarse con los personajes y comprender su drama, sin desdeñar por ello una brillante puesta en escena, eligiendo bien los planos y sacándole partido a la belleza de la fotografía de Allen Daviau, o a la música de Quincy Jones, productor también de la película, que pone todo el sentimiento en algunas de las canciones como por ejemplo la titulada Miss Celie's blues.
Al mismo tiempo ha demostrado tener el acierto a la hora de dirigir a estos personajes de carne y hueso, logrando un gran trabajo de actrices desconocidas en estos momentos como Whoopi Goldberg o Margaret Avery que, junto al veterano Adolph Caesar, que hacía su última aparición en la pantalla, son merecedores de todo elogio.
Premio ASCAP de cine y tv. Premio de la Society of América al mejor casting. Premio al mejor film de los directores americanos. Globo de oro a Woopi Goldberg. Premio Image a la mejor fotografía y a Woopi Goldberg. Premio al mejor director de los críticos de Kansas City. Tres Premios NBR. Premio Blue Ribbons. Premio Black Movie. Premio Heartland a Steven Spielberg.
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